La economía no acaba de despegar,pese a que son muchas las voces que aseguran que empezamos a dejar atrás los peores momentos de la crisis. Sin embargo,y precisamente a raíz de esta esperanza,es más necesario que nunca ajustar el coste de servicios como los transportes,especialmente importantes en un territorio discontinuo como la Comunidad canaria.
No se justifica que cuando persisten las dificultades de las familias para llegar a fin de mes nos empeñemos en aplicar exclusivamente criterios de rentabilidad y dejemos de lado cuestiones tan importantes como la obligación de servicio público que,entre otros,regula las comunicaciones aéreas en nuestras Islas.
¿Acaso no está reñida la rentabilidad con unos precios tan elevados que desaniman a cualquier posible usuario? Pues eso es precisamente lo que pasa en La Gomera,donde la compañía Binter,empresa adjudicataria el transporte aéreo de pasajeros,mantiene unos costes que en nada se ajustan al bolsillo de los ciudadanos,menos aún en las circunstancias económicas que padecemos desde hace algunos años,y en los que lejos de bajar las tarifas se han aplicado nuevos incrementos.
Viajar en avión desde La Gomera a Gran Canaria o cualquier otra parte del Archipiélago que no sea Tenerife requiere una escala e incluso cambio de avión en esta última,el pago de dos billetes aéreos y un gasto que supera con mucho los 100 euros por persona,tal y como se recoge un dossier elaborado por el Cabildo,que se ha entregado tanto a los responsables de la Comunidad Autónoma como del Ejecutivo nacional,y en el que se expone la necesidad de más conexiones aéreas,mejores horarios y,sobre todo,importes más reducidos.
No ha habido respuesta institucional y así lo hemos puestos de manifiesto esta misma semana,en la que una vez más en La Gomera hemos tenido que lamentar que los representantes del Ejecutivo regional sólo se acuerden de las conexiones aéreas cuando políticamente interesa,y cuando responsables de Binter no han sabido contestar sino más de lo mismo,es decir,que los enlaces no son rentables y que se plantean abandonar el aeropuerto colombino.
¿Acaso se ha olvidado lo que para cualquier persona supone pagar los precios vigentes,más aún cuando viaja en familia? ¿Es que pretenden aumentar la separación entre islas de una misma región? ¿Se ha olvidado el verdadero significado de la obligación de servicio público y la importante cantidad de dinero que en concepto de subvención se recibe por ella? o ¿es que se pretenden mantener márgenes de beneficio en perjuicio de los ciudadanos?
El problema de la tan manida escasa rentabilidad que alega la compañía Binter se solucionaría si los Gobiernos sacaran todas las conexiones del Archipiélago en un paquete único y no de forma individualizada. Es necesario recordar,además,que existen otras compañías,que no se llaman Binter,y que ésta no ha cumplido la promesa que hizo a La Gomera de recuperar la conexión directa con Gran Canaria cuando completara las nuevas dotaciones de su flota.
Cierto es que nos quedan las comunicaciones marítimas,que destacan por su calidad y frecuencia en La Gomera pero,aunque se ha mantenido la fortaleza,también este sector está afectado por la escasez de recursos económicos,y si bien se mantienen subvenciones del Gobierno de España tanto para el transporte de pasajeros como para las mercancías,es necesario un mayor rigor y seguimiento del Gobierno regional,de modo que se logre beneficiar a los personas a título individual y a los empresarios.
El Gobierno canario debe sacar las órdenes correspondientes y resolver las ayudas con tiempo suficiente,igual que debe aplicarse con más ahínco para asegurar unas buenas conexiones aéreas en todos los territorios del Archipiélago,pues la cruda realidad muestra que ha habido pasividad del Ejecutivo autonómico,al que no le ha interesado el aeropuerto gomera.
Y debe ser más ágil el Gobierno español,que pese a la crisis podría haber respondido mejor a las necesidades aéreas de La Gomera. La Isla,como toda Canarias,necesita un aeropuerto competitivo que nos comunique con otros ámbitos territoriales y que se piense en siete no en seis islas.