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Un sargento de la Guardia Civil de Tenerife,denunciado por maltrato

Tras ser valorado el caso por los especialistas del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y a la espera de la celebración del juicio,la denunciante solicitó y se le concedió en un juzgado de guardia una orden de alejamiento por la cual el funcionario no puede acercarse a 300 metros ni ponerse en contacto con ella.
Sin embargo,no consta que al denunciado se le haya apartado de sus funciones,entre las que figura atender otros casos de violencia machista que puedan acaecer en su ámbito. Los hechos se remontan al pasado 17 de septiembre,cuando el guardia civil regresó ya de noche,tras una larga comida con compañeros de trabajo,a la vivienda donde convivía con su pareja de hecho y madre de uno de sus hijos.
Declaración
Según la denunciante,se produjo una discusión a la que siguió una agresión física que habría incluido una amenaza con un arma de fuego. A este respecto,el denunciado reconoció en su primera declaración que hubo un forcejeo,así como parcialmente un antecedente que habría tenido lugar en mayo,aunque en una nueva declaración destacó que tanto uno como otro incidente habrían sido provocados por enfados de ella y que si hubo contacto físico fue por sus esfuerzos para tranquilizarla. Por lo que respecta al parte médico elaborado por el Servicio Canario de Salud (SCS) tras el reconocimiento de la denunciante por parte de los forenses,consta que la mujer presentaba “tumefacción e inflamación en ceja izquierda,laceración y contusión costal y hombro izquierdo,hematoma en rodilla derecha,hematoma en antebrazo izquierdo y contusión en muñeca derecha”.
Según la denunciante,tales lesiones obedecen a “un puñetazo en la zona derecha de la cara que pudo esquivar parcialmente aunque cayó al suelo” y que ya tendida “le propinó patadas”.
Por contra,el guardia civil alegó en su declaración de octubre que “él no la golpeó” y que “es posible” que pudo haberse golpeado al quitársela de encima o “contra la puerta o el codo”.
Dos en Cataluña
Un centenar de personas guardó ayer un minuto de silencio en Puig-reig en repulsa por la muerte en L’Ametlla de Merola (Barcelona) de una mujer de 55 años,supuestamente a manos de su marido,al que siguen buscando los Mossos d’Escuadra. La mujer,que vivía con su marido en una casa aislada,fue hallada sin vida por su hermano,que se acercó a la vivienda del matrimonio y fue encerrado en la misma por su cuñado,que huyó del lugar a pie. Es la segunda víctima mortal por violencia machista en lo que va de año,ambas en Cataluña.

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