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El comandante heroico y el capitán bellaco

El rapapolvo que el comandante de la Capitanía del Puerto de Livorno,Gregorio Maria de Falco,le dio por teléfono al capitán del Costa Concordia,Francesco Schettino,después de que este abandonara el crucero encallado a su suerte desató la euforia en los medios italianos y las redes sociales. No habían pasado ni tres días desde que el oficial Manrico Giampedrone rescatado con vida 36 horas después del naufragio fuera erigido en héroe nacional y ya había otro salvador de la patria. En este caso,De Falco,cuyo famoso «¡vuelva a bordo,coño!» se convirtió en el hashtag más utilizado por los usuarios de Twitter en Italia (#vadaabordocazzo) a los pocos minutos de que Il Corriere della Sera publicara la conversación.
«De Falco,el capitán modelo»,titulaba el diario milanés una entrevista en la que definía al comandante como «alto,elegante y símbolo de la Marina italiana corajuda,honesta,lista para el sacrificio». La Repubblica no se quedaba atrás en la conversación con el capitán que publicó ayer: «A veces pasa que uno se convierte en lo que es,pese a no querer serlo. Un héroe». En La Stampa fue bautizado como «el buen capitán» e Il Messaggero destacaba su intuición marinera: «Es un duro. Un hombre de ley y mar. Seguro que no tiene un pelo de tonto».
En Facebook se crearon una veintena de grupos,con nombres como Capitán Gregorio De Falco,el héroe de la noche del Costa Concordia o Capitán Gregorio De Falco,orgullo italiano. Los tuiteos,por el estilo: «Un hombre,un mito»,o «De Falco es la mejor Italia. La honesta que no se exhibe,que se muestra por casualidad».
En toda esta historia,Francesco Schettino se ha convertido en el villano. Ha sido apodado como «el capitán bellaco» o «el capitán indolente». «Quién sabe cuántos De Falco hay en nuestro país y cuántos Schettino ocupan nuestro país»,se preguntaba el periodista Sandro Ruotolo.
Los italianos viven obsesionados con esta división entre buenos y malos,honestos y tramposos,los que pagan impuestos y los que defraudan,políticos y ciudadanos,pobres y ricos,milaneses o napolitanos. El cómico Beppe Grillo llegó a comparar en su blog a Schettino con el ex primer ministro Silvio Berlusconi: «El Costa Concordia es la metáfora de Italia. Una ballena varada en los escollos. Primero el capitán causó el problema,después lo negó y se dio a la fuga. Como Berlusconi». La comparación era tan fácil que también la empleó Marco Travaglio,de Il Fatto Quotidiano: «¿No os recuerda todo esto a otro,uno que también empezó trabajando en los cruceros?».
Il Cavaliere ha sido el último villano famoso y lo será por muchos años,pero en 1994,cuando decidió «saltar al campo de la política»,también fue y hay quien lo sigue considerando el salvador de la patria. Hoy lo es Mario Monti,imagen de la Italia per bene,sobre el que se han escrito cosas que rozan lo grotesco para distanciarlo de su antecesor. «Italiano de estilo anglosajón,Monti ama la regularidad y las costumbres,el abrigo loden verde en invierno,el jersey de cuello vuelto las noches de verano y pasear al perro»,escribía La Repubblica el año pasado.
En plena exaltación ya se venden camisetas con el ¡Vada a bordo,cazzo!,la cordura la pone el propio De Falco: «No me hagáis un héroe,solo cumplía con mi deber». El problema de Italia no son los Schettino. Es no ver más allá. Es que todos se extrañen de que haya un De Falco que hace lo que tiene que hacer.

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