COTE VILLAR / CONSUELO FONT.- «En el Palacio Real siguen las sombras de Antonio Pérez,la princesa de Éboli y 'Lady Di'. Tal es el grado de intriga,que sospecho que la abdicación del Rey sería un riesgo para la estabilidad del país y para la Monarquía parlamentaria,ya tocada con otros escándalos que nos asedian». Así comenzaba la columna que Raúl del Pozo publicaba el pasado martes en la contraportada de EL MUNDO. Y así se accionaba también la onda expansiva de un «gran terremoto» en torno a los Príncipes de Asturias. Si,como decía el teórico de la comunicación Marshall McLuhan,»el medio es el mensaje»,el hecho de que fuera uno de los más destacados opinadores del país quien glosara los desencuentros provocó aún más a la opinión pública. La crisis del matrimonio de los Príncipes de Asturias,que al día siguiente Zarzuela describió como «una relación con altibajos»,está ya encima de la mesa y ha salido de las sombras.
«El artículo que yo escribí estaba lleno de guiños e insinuaciones,no decía nada,pero lo decía todo»,describe Del Pozo a LOC,explicando que apenas redactó «una décima parte» de lo que sabe sobre lo que ocurre en los pasillos de Zarzuela. Los rifirrafes entre los Príncipes nutren las tertulias televisivas desde hace al menos un año,pero pareciera que ahora han trascendido el mero desgaste por sus 10 años de relación (cumplen una década de casados este mes de mayo) para convertirse en algo más. Si esos «altibajos» marearan tanto a la pareja como para plantearse una disolución legal del matrimonio,¿cuál sería el escenario que se encontraría Doña Letizia?
Volvamos al año 2004. Desde que en el mes de noviembre del año anterior el Príncipe Felipe (46) anunciara que se iba a casar con la periodista de Televisión Española Letizia Ortiz (41),la vida de ésta ha estallado en mil pedazos. Abandona precipitadamente su pisito de Valdebernardo para instalarse en el Pabellón del Príncipe,donde su seguridad está menos comprometida. Paralelamente a la formación que recibe (protocolo,Historia,idiomas),la maquinaria legal de Zarzuela intenta blindar el matrimonio desigual del Heredero con una joven profesional asturiana.
Se encarga personalmente don Aurelio Menéndez,fundador del prestigioso bufete Uría Menéndez,y antiguo preceptor de Don Felipe. Según fuentes de la Casa,pactan casarse en régimen de separación de bienes,y no en gananciales como impera en la mayor parte del país. Luego negocian el resto de puntos.
Cuarenta páginas
David Rocasolano,el primo de la Princesa,recordaría después en su polémico libro que Doña Letizia le pidió que echara un vistazo al documento final de capitulaciones. «Yo era un abogado joven,pero ya había leído centenares de capitulaciones matrimoniales. Suelen tener dos o tres folios. El legajo que me entregó Letizia tendría 40 o 50». Y prosigue: «En caso de separación,mi prima no iba a tener problemas. Le quedaba una asignación. Algo más que una asignación,se debería decir. Una residencia de verano y otra de invierno. O sea,también algo más que una residencia. Con su servicio y sus cosas. La vida solucionada,en resumen». Según Rocasolano,la Princesa también sometió a la aprobación de su actual cuñado,Jaime del Burgo,el documento.
Poco más se sabe de este contrato firmado por los Príncipes ante notario semanas antes de su boda. Las capitulaciones fueron inscritas en el Registro Civil específico que tiene la Familia Real en el Ministerio de Justicia. En él figuran los cambios que afectan al Rey,a la Reina,y a los ascendientes y descendientes del Rey en primera línea,así como los del Príncipe de Asturias y su esposa. Allí se inscribió también el matrimonio,el 22 de mayo de 2004,y los posteriores nacimientos de las Infantas Leonor y Sofía.
Uno de los puntos más conflictivos de aquel trámite fue la custodia de los hijos en caso de divorcio. Letizia tuvo que aceptar que,en caso de separación,la custodia fuera otorgada a Don Felipe. Si el matrimonio se rompiera,Leonor (8) y Sofía (6) seguirían residiendo en Zarzuela,y su formación sería asunto exclusivo de la Corona. Un paso muy doloroso que algunos señalan como el principal motivo por el que la Princesa permanecerá al lado de su marido a pesar de los pesares,aunque,llegado el caso,podría pelearlo en los tribunales. Según Gabriela Domingo,vicepresidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia,»no se puede renunciar a los derechos futuros,y menos negociar con los derechos de los menores; en este punto,un acuerdo prenupcial tendría poco valor».
En las capitulaciones también se describió el estatus de Letizia Ortiz si hubiera cese de la convivencia. En caso de divorcio (disolución canónica del matrimonio) perdería el título de Princesa de Asturias y el tratamiento de Alteza Real. Si el matrimonio simplemente se separase (sin disolución del vínculo) mantendría el título y el tratamiento,en atención a que es la madre de la futura Reina. Es una adaptación de lo dispuesto en el Real Decreto de 6 de noviembre de 1987 sobre la cónyuge del Rey: «La consorte del Rey de España,mientras lo sea o permanezca viuda,recibirá la denominación de Reina y el tratamiento de Majestad,así como los honores correspondientes a su Dignidad que se establezcan en el ordenamiento jurídico».
Según el historiador Fernando García Mercadal,»es una tradición que se mantiene en el terreno de los títulos nobiliarios,donde el consorte,si se rompe la unión,debe dejar de usar el título no sólo de derecho sino también socialmente». El mejor ejemplo es el de Jaime de Marichalar y el ducado de Lugo.
Residencia
En cuanto a la vivienda,un asunto que a menudo es objeto de agrias disputas entre las parejas,la cosa estaría clara,dado que la residencia de los Príncipes en realidad pertenece a Patrimonio Nacional. Además,si damos crédito a David Rocasolano,Doña Letizia sería gratificada con dos viviendas acordes a su posición.
Ya en el terreno de la especulación,y citando fuentes especializadas,»sería lógico que hubieran pactado también qué hacer con los regalos que ella haya recibido durante su matrimonio,joyas u otros objetos de relevancia histórica que deben permanecer en la Corona y que nunca hubiera recibido a título personal».
Hoy por hoy,parece poco probable que los Príncipes tomen una decisión drástica sobre su situación. Máxime cuando Don Felipe,como católico que es,concibe el matrimonio como «único e indisoluble». Así se lo confesó a la periodista Pilar Urbano en una llamada telefónica poco antes de casarse.
Otra cosa es lo que opine Doña Letizia,que cada vez se muestra menos discreta. Según describía Raúl del Pozo,al menos «tres altas autoridades del Estado han sido testigos en los últimos tiempos de broncas entre Don Felipe y Doña Letizia». Más terrenal fue el desencuentro del pasado 5 de enero entre la Princesa y una reportera gráfica. Cuando la esposa del Heredero se dio cuenta de que le estaban tomando unas fotografías en la cabalgata de Pozuelo de Alarcón,cruzó la calle y mantuvo con ella una agria disputa a pie de acera:
-¡De ninguna manera voy a dejar que me fotografíes! Eso vale mucho dinero.
Mientras,al otro lado de la calle,el Príncipe permanecía indiferente ante la actuación de su esposa. Ni siquiera la miraba.
Con información de Marisa Martín Blázquez
Capitulaciones regias en la Historia
En España,las capitulaciones en matrimonios regios han sido una constante,y las separaciones también. Por ejemplo Isabel II,quien tras su exilio a raíz de la revolución de 1868 cesó en su convivencia marital con su esposo,Francisco de Asís,viéndose obligada a vender parte de sus joyas para pagar al rey consorte -al que apodaban Paquita- la pensión estipulada en sus capitulaciones. También destaca el caso de Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia,que se separaron en el exilio,tras proclamarse la II República. Ante esto,el abuelo de Don Juan Carlos dejó de pagar la pensión a la que la reina tenía derecho,merced al acuerdo suscrito entre los reinos de España y Gran Bretaña en 1906. Alfonso XIII alegó que al no ser ya España un reino,sino una república,dichas capitulaciones no tenían validez. Posteriormente,cuando Franco restauró la Monarquía en 1947,la reina Victoria Eugenia volvió a percibir su pensión,con atrasos incluidos,lo que le permitió vivir con holgura en su destierro suizo de Ville Fontaine hasta su muerte en 1969.