EDUARDO ÁLVAREZ.- En la corte del decano de la realeza europea se ha instalado este verano una borrasca. La insólita decisión del rey Miguel de Rumanía (94 años) de despojar a su nieto Nicolás del título de príncipe y eliminarlo de un plumazo de su puesto en la línea de sucesión al trono,ha causado un terremoto político y social en esta República con corona,según informa el períódico EL MUNDO.
El apuesto Nicolás estaba llamado a convertirse algún día en el jefe de la Casa Real rumana. A sus 30 años,era la esperanza blanca de una familia que aspira a la restauración de la monarquía constitucional en el país ex comunista. Segundo en la línea sucesoria,sólo por detrás de su tía Margarita -la actual princesa heredera-,desde hacía años el joven vivía casi exclusivamente preparándose para desempeñar algún día tamaña responsabilidad histórica. Sin embargo,todo se torció por sorpresa el pasado 1 de agosto.
Ese día,el rey Miguel firmó un decreto regio por el que su nieto Nicolás perdía el título de príncipe de Rumanía y el tratamiento de Alteza Real,y pasaba a convertirse en un ciudadano más. En el comunicado posterior se insinuaban motivos inquietantes que no han hecho sino avivar toda clase de especulaciones. «La familia real y la sociedad rumana de estos tiempos necesitarán un dirigente bajo el signo de la modestia,bien equilibrado,con firmes principios morales y que siempre piense en el servicio a los demás».
El mensaje se presta a toda clase de interpretaciones. Ni siquiera que el portavoz de su nonagenaria majestad se apresurara a decir que la decisión había sido tomada de común acuerdo con Nicolás,o el hecho de que éste respondiera con otro comunicado en el que decía comprender las razones de su abuelo,han acallado los rumores
En la corte del decano de la realeza europea se ha instalado este verano una borrasca. La insólita decisión del rey Miguel de Rumanía (94 años) de despojar a su nieto Nicolás del título de príncipe y eliminarlo de un plumazo de su puesto en la línea de sucesión al trono,ha causado un terremoto político y social en esta República con corona.
El apuesto Nicolás estaba llamado a convertirse algún día en el jefe de la Casa Real rumana. A sus 30 años,era la esperanza blanca de una familia que aspira a la restauración de la monarquía constitucional en el país ex comunista. Segundo en la línea sucesoria,sólo por detrás de su tía Margarita -la actual princesa heredera-,desde hacía años el joven vivía casi exclusivamente preparándose para desempeñar algún día tamaña responsabilidad histórica. Sin embargo,todo se torció por sorpresa el pasado 1 de agosto.
Ese día,el rey Miguel firmó un decreto regio por el que su nieto Nicolás perdía el título de príncipe de Rumanía y el tratamiento de Alteza Real,y pasaba a convertirse en un ciudadano más. En el comunicado posterior se insinuaban motivos inquietantes que no han hecho sino avivar toda clase de especulaciones. «La familia real y la sociedad rumana de estos tiempos necesitarán un dirigente bajo el signo de la modestia,bien equilibrado,con firmes principios morales y que siempre piense en el servicio a los demás».
El mensaje se presta a toda clase de interpretaciones. Ni siquiera que el portavoz de su nonagenaria majestad se apresurara a decir que la decisión había sido tomada de común acuerdo con Nicolás,o el hecho de que éste respondiera con otro comunicado en el que decía comprender las razones de su abuelo,han acallado los rumores.
Rumores 'de armario'
El último,y más insistente,es que Nicolás sería homosexual,algo que,por supuesto,nadie en el entorno de la familia real ha comentado,ni siquiera para desmentir. La prensa estadounidense abrió la espita. Medios,como la revista Instinct,han publicado que la supuesta orientación sexual de Nicolás estaría detrás de la drástica decisión de su abuelo. Lo cierto es que al joven no se le han conocido novias. Y,como es bien sabido,la primera obligación de todo príncipe heredero es casarse y engendrar vástagos que aseguren la continuidad dinástica. Refuerza la verosimilitud del rumor el que la sociedad rumana sea especialmente conservadora,tanto o más que el propio rey Miguel. En Rumania,las relaciones entre personas del mismo sexo están demasiado lejos de ser aceptadas.
Pero no es éste el único rumor sobre el destronado Nicolás. Otras voces corifeas sostienen que el aristócrata habría hartado a su abuelo por su afición a juegos ilegales. De ser cierto,estaríamos casi ante una patología consanguínea. Porque su tía Irina -hasta ahora el garbanzo negro de la familia- a punto estuvo en 2014 de dar con sus huesos en una cárcel de Oregón (Estados Unidos),donde reside,por organizar peleas ilegales de aves en su rancho. La falta de antecedentes libró a la princesa de ingresar en prisión,aunque no de una condena que a buen seguro supuso un disgustazo para sus padres,los reyes Miguel y Ana de Borbón-Parma (91 años).
Palacio se ha limitado a explicar que el monarca ha aceptado con profundo dolor que el joven no estaba preparado para entregar su vida,cual sacerdocio,al servicio a los rumanos. El portavoz real aclaró que a Nicolás le espera un futuro prometedor en la empresa privada e insinuó que su querencia por los negocios era incompatible con las responsabilidades de un heredero.
Nicolás Medforth-Mills -desde su pérdida del título ha recuperado sus apellidos- es el único hijo varón de Elena de Rumanía,la segunda de las cinco hijas del rey Miguel. Tras la caída del régimen comunista en el país,en 1997 las nuevas autoridades abrieron las puertas a su ya anciano monarca,devolviéndole la nacionalidad,primero,y restituyéndole después su título de rey. En las primeras fotos del soberano,tras su retorno,saludando a la multitud desde el Palacio Elisabetta de Bucarest,se le ve junto a un tímido niño: su nieto Nicolás. La campaña para que el chaval se hiciera querer sólo acababa de comenzar.
Un trono de mujeres
Dado que Miguel y Ana sólo han tenido hijas,en 2007 el monarca se vio obligado a cambiar las normas semisálicas para permitir que su primogénita se convirtiera en su heredera. Pero Margarita -que en la actualidad tiene 66 años- no tiene descendencia. Por ello,todas las esperanzas de futuro estaban puestas en Nicolás. Así,en 2010,en una ceremonia con gran boato regio,el joven recibió ya de forma oficial el título de príncipe de Rumanía.
Antes y después,el joven ha estado inmerso en un proceso de aprendizaje a marchas forzadas para asumir algún día la jefatura de la Casa. Y no lo tuvo fácil,puesto que cuando pisó Rumanía por primera vez no sabía una sola palabra de su idioma. Ésa fue su primera misión: aprender rumano. Tampoco debió de resultarle fácil adaptarse a las costumbres de un país tan distinto a Suiza y al Reino Unido,donde había crecido y estudiado. De hecho,sólo en los últimos años,tras acabar Gestión comercial y Marketing en Londres y completar su formación con varios postgrados e incursiones empresariales,se había instalado de forma permanente en Bucarest.
Bien asesorado por expertos en comunicación política,el joven se ha involucrado en numerosos proyectos de carácter humanitario y benéfico,recorriendo hasta el último rincón de Rumanía para darse a conocer y asistiendo progresivamente a cada vez más actos públicos en representación de su abuelo. Hay que decir que hasta la tormenta agosteña,Nicolás se había granjeado una alta popularidad,sobre todo entre los más jóvenes que,lógicamente,se veían mejor reflejadas en un príncipe treintañero que en un rey ya casi centenario. En Facebook,por ejemplo,cuenta con casi 25.000 seguidores. El hecho de ser un chico bastante guapo también le ayudaba a ir conquistando los corazones de esos súbditos sobre los que algún día pretendía reinar.
Aficionado a los coches,amante de la naturaleza y de los deportes de riesgo,no ha parado de participar en actividades organizadas por ONG rumanas,promoviendo,por ejemplo,proyectos para la inserción de las personas con discapacidad o para el fomento de la lectura entre los niños. Y este mismo verano lucía orgulloso la bandera rumana en los Juegos europeos de Bakú,a los que asistió como representante de la familia real,lo que da idea de hasta qué punto la decisión de despojarle del título se ha precipitado por algún oscuro motivo.
El consorte intrigante
Y ahí es donde entra en juego otro espectral personaje de esta historia con tantos tintes hamletianos: el príncipe Radu. Marido de la heredera Margarita,no son pocos los que aseguran que es él quien ha movido los hilos hasta lograr que el anciano rey Miguel diera un puntapié a su nieto. Radu,el consorte principesco,con un pasado como actor de medio pelo en televisión y teatro,tiene fama de ser extremadamente ambicioso y de no conformarse con el papel de segundón,siempre un paso por detrás de su esposa,que le corresponde. Sus muchos críticos creen que sus ínfulas llegan al punto de aspirar a ser él el auténtico rey algún día. Incluso en 2009,tal vez cegado por la impaciencia de ver que la restauración monárquica en Rumanía se alarga más de la cuenta,se postuló a la Presidencia del país. Al anciano monarca,consciente de que mezclar realeza y política no da buenos réditos,a punto estuvo de darle un síncope ante tamaña osadía de su yerno.
Radu,personaje oscuro y de aficiones intrigantes,es uno de los miembros del reducido Consejo privado del rey Miguel. Y sonriente aparece en las fotos que se hicieron con motivo de la firma del decreto en el que se descabalgó a su sobrino Nicolás,quien al parecer ha huido de todos los rumores y sinsabores cortesanos refugiándose en Kenia,donde ya vivió la década pasada. Sea o no cierto que algo ha tenido que ver con la tormentosa decisión,por lo pronto lo que el príncipe Radu ha logrado es volver a cobrar un protagonismo en la historia que seguro no le desagrada lo más mínimo.
Campaña para que el monarca rectifique
«Qué error,qué inmenso error». No son pocos los monárquicos que estos días en Rumanía se echan las manos a la cabeza y profieren expresiones de lamento como ésta tan célebre de nuestra Transición.
En ningún país del Viejo Continente está tan caliente el debate sobre la posibilidad de recuperar la monarquía parlamentaria como forma de Estado. La desorbitada corrupción que ha dañado hasta límites insospechados la credibilidad de los partidos y el enorme prestigio que ha ganado estas últimas décadas el rey Miguel,gracias a su discreción,rectitud y a la imagen de estabilidad y de unión nacional que proyecta,han hecho que los partidarios de la monarquía no dejen de crecer en esta ex república soviética,según las encuestas.
La popularidad del soberano,con estatus oficial de ex jefe de Estado y con pleno reconocimiento de sus funciones como cabeza de la dinastía histórica,es superior a la de cualquiera de los políticos nacionales. Un sondeo reciente revelaba que el 45% de los rumanos está satisfecho con la labor de la Casa Real -sus miembros están muy presentes en la vida pública del país- y que sólo el 9,6% tiene una mala opinión del primo favorito de la Reina Sofía de España,quien no dudó en asistir,junto a otros miembros de la realeza europea,a los fastos por su 90º cumpleaños,cuando el rey pudo dirigirse por primera vez tras su regreso del exilio al Parlamento,en una sesión histórica con la que se pretendió enterrar definitivamente la página del comunismo e inaugurar una nueva de «concordia».
Casi el 30% de los rumanos se declara partidario de votar a favor de la restauración monárquica,un porcentaje no muy inferior al de quienes prefieren que el país siga siendo una República que,eso sí,cuenta con una activa familia real.
Ecos de referéndum
Además del creciente apoyo popular,la Corona tiene en Rumanía dos importantes apoyos: la todopoderosa e influyente Iglesia Ortodoxa,cuyos popes nunca han disimulado su respaldo a la restauración del trono,y varios partidos políticos. No sólo las formaciones monárquicas propiamente dichas. El actual primer ministro,Victor Ponta -investigado,por cierto,por presunta corrupción- ha dado su apoyo público a la monarquía. A pesar de ser el líder del centroizquierda,cuando Ponta optó el pasado noviembre a la Presidencia del país -fue finalmente derrotado por el liberal Klaus Iohannis-,no se cansó de prometer en campaña que si alcanzaba la jefatura del Estado promovería un referéndum para que la ciudadanía optara por mantener la República o abrazar la Monarquía.
Pero muchos creen que todo el trabajo realizado por el rey Miguel durante estas décadas para consolidar su prestigio y ofrecer a los rumanos la imagen de la Corona como símbolo de estabilidad y futuro,podría haberse venido abajo tras la decisión de 'destronar' a su nieto. Porque al príncipe Nicolás es a quien se visualizaba ya como un futuro rey para el país: joven,apuesto,preparado y capaz de proyectar la imagen de modernidad que hoy ofrecen los miembros de la nueva generación de la realeza europea,incluido Felipe de Borbón.
Las webs monárquicas rumanas se han llenado estos días de mensajes de decepción por lo ocurrido. Y hay en marcha una campaña que ya suma miles de adhesiones para pedir al anciano Miguel que reconsidere su decisión y restituya a Nicolás tanto su título como sus derechos en el orden sucesorio.
Aureliano Paal,presidente del Club Monarhistilor,que trabaja incansablemente por la restauración en Rumanía,ha sido tajante: «El futuro de la Monarquía está en juego tras esta decisión que pone en cuestión la credibilidad de la Corona».