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Prevenir el suicidio: tender la mano y salvar vidas

Bajo este lema se ha celebrado el día 10 de septiembre de 2015 el día mundial de la prevención del suicidio,impulsado desde el año 2003 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio.
Un día necesario para visibilizar un mal social escondido en el silencio. Según el informe de la OMS recientemente publicado y titulado “Prevención del suicidio,un imperativo mundial”,se calcula que 800.000 personas mueren anualmente por suicidio. La cifra real,como reconoce la OMS,es probablemente muy superior ya que estas muertes tienden a ocultarse por el estigma social asociado al suicidio,la falta de procedimientos fiables de registro de las muertes y/o sanciones religiosas o jurídicas contra esta acción en bastantes países. En España,en concreto,no ha dejado de aumentar la cifra de personas que se suicidan en los últimos años (cuando se empiezan a mostrar cifras oficiales). Los datos mas recientes son de 2013 y nos hablan de 3.870 personas (2.911 varones y 959 mujeres),lo que supone una tasa del 8,3 fallecidos por esta causa por cada 100.000 habitantes. Supone un incremento del 2,7%,aún con cambios metodológicos,respecto al año 2012 (y eso que ese año había habido un incremento espectacular y doloroso del 11,3% respecto al 2011),y es la cifra mas alta desde 2005,colocando,una vez mas,al suicidio como la principal causa de muerte en nuestro país.
En ese año 2013,la tasa de suicidios en Canarias superó la media española,siendo la del archipiélago del 8,7 por 100.000 habitantes (138 varohes y 47 mujeres). Un suicidio cada dos días que,además,sitúa el suicidio femenino en la cifra mas alta de los últimos veinte años.
Y un dato muy llamativo según el Instituto Nacional de Estadística español: el grupo de edad al que mas afecta este tipo de muerte por “causas externas” es el incluido entre los 10 y los 39 años. Y el 90% de ellos con “problemas” de salud mental. ¿Como niños y niñas de edades próximas a los 10 años pueden sentirse tan angustiados que deseen morir?. ¿Cómo jóvenes del entorno a los 20 y 30 años,momento álgido de nuestras vidas,pueden sentirse sin fuerzas para afrontar los problemas -que van asociados a la vida misma-?. ¿Qué está pasando?.
Si abandonamos la fría estadística y miramos desde la tragedia humana que supone cada una de estas muertes,podemos difícilmente imaginar el intenso dolor psicológico que lleva a alguien a tomar esa decisión,como único recurso a su alcance. La soledad,la crisis económica y,sobre todo,la exclusión social,donde las tradicionales redes de apoyo informales han desaparecido y el Estado ha dejado de ofrecer o mermado significativamente la calidad de las redes formales públicas,podrían ser algunas de las variables relevantes a tener en cuenta en el afrontamiento de este problema.
En nuestra práctica diaria como profesionales nos encontramos con la demanda de un abordaje individual de los problemas,a través del diagnóstico y las psicoterapias con o sin apoyo farmacológico centradas en el síntoma (irritabilidad,ansiedad,estrés). Pero el enfoque clínico no es suficiente para abordar los problemas de salud mental,precisamos incluir la perspectiva y el abordaje social. Este incremento significativo de los suicidios nos señalan un problema social,no un problema individual. Por tanto debemos abordarlo como sociedad,resignificando la situación (¿es el individuo el enfermo o es la sociedad la que está enfermando?) y reestableciendo y/o creando las redes sociales que protegen a los individuos al sentirse de un colectivo,a sentirse pertenecientes a una sociedad,a saber que no están solos ante los problemas que surgen en la vida (empoderándose como sujetos y como grupo). Cuidar la salud mental de nuestra sociedad no nos compete sólo a los profesionales,nos corresponde a todos. Y todos,ya sea desde nuestros puestos institucionales o desde nuestras acciones individuales,podemos aportar esa solidaridad,esa confianza y apoyo muto con nuestro entorno que convierta a nuestras sociedades en sistemas seguros,donde la soledad sólo sean esos momentos elegidos. Es cuestión de voluntad.
Por Jesús Alonso Valera (*) y Beatriz Martínez Pascual (**)
(*) Psicólogo,Especialista en Clínica y diplomado en Emergencias y situaciones de violencia
(**) Psiquiatra,Doctora en Psicología de la Salud y Psicoterapeuta
Contacto: jesus@cop.es

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