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Madina y la ‘Operación Menina’ del PSOE

Periodista. Subdirector de publico.es, socio de cuartopoder.es y bloguero por cuenta propia en http://www.escudier.es . Perdido en la tribu de nativos digitales

Tanto se ha hablado de la Operación Menina, esa según la cual el PP estaría preparando a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría para, llegado el caso, sustituir a Rajoy y facilitar otros cuatro años de Gobierno del PP con el apoyo externo de Ciudadanos, que nadie ha reparado en que la verdadera conspiración se urde en otro lado, en el PSOE, que ya tiene su propia menina andaluza con el cuchillo entre los dientes y hasta con el mismísimo Velázquez pintando otra rendición con más lanzas que en Breda: la de Pedro Sánchez.

La esperanza de vida política de este hombre concluye el próximo 21 de diciembre, fecha en la que, si los resultados electorales le son adversos y le dejan sin posibilidad alguna de gobernar, podrá ser bautizado finalmente como Pedro el Breve, tal es el destino que le tienen preparado los mismos que le auparon al cargo hace 18 meses y que al día siguiente de convertirle en secretario general ya disponían sus exequias fúnebres.

Es tanta la valía de Madina que cuesta trabajo imaginarle ahora haciéndole el caldo gordo a Susana Díaz, con quien mantenía por cierto una relación excelente antes de que la andaluza se equivocara creyendo que a Pedro Sánchez podía utilizarle mejor que a él en ‘modo kleenex’.

El dirigente vasco era el invitado estelar de un acto electoral del partido en el que participaban otros dos damnificados por Pedro Sánchez: la exsecretaria de Estado de Empleo, Luz Rodríguez, natural de Valladolid y desplazada a Guadalajara como cabeza de lista para hacer hueco en la candidatura de Madrid a Irene Lozano, fichaje personal de Sánchez; y Pedro Bellido, secretario provincial y llamado a poner su cara en los carteles de la provincia antes de que una imputación judicial le devolviera a los corrales a media faena. Madina, número siete por Madrid y con su continuidad en el Congreso en entredicho a tenor de la última encuesta del CIS, fue de los primeros en mostrar su solidaridad con Luz Rodríguez ante su destierro. “Cuento contigo”, aseguran que le dijo, sin precisar para qué exactamente.

Los tres debían respirar por la herida pero lo que lo que escucharon las más de 100 que se congregaron en el Centro Joven de la localidad fue un público deseo de «convertir a Pedro en el próximo presidente del Gobierno» (Madina) o la predicción de que Sánchez haría suyo el Plan de Empleo puesto en marcha por Page en Castilla-La Mancha «cuando sea presidente». (Luz Rodríguez).

Madina encarna posiblemente lo mejor del alma socialdemócrata del PSOE. Es brillante, tiene épica y ha desarrollado el armazón ideológico más sólido del partido. Dispone de otra ventaja adicional: no se muestra envarado, como algunos que han debido de sentarse accidentalmente en el palo de una fregona, parece hablar desde el corazón y transmite la emoción que tanto se echa en falta en el que fuera su competidor por la secretaría general.

En Marchamalo le arreó de lo lindo a «Rajoy I de España y V de Doñana» y a Ciudadanos («la derecha aunque se vista de Hermes derecha se queda»), hizo un canto a la «noble idea» del socialismo, a las libertades, a la recuperación de derechos sociales y a buscar el bien «en un tiempo de maldad», algo que sólo será posible «cuando pase este señor de Pontevedra» y España deje de asemejarse a una «triste y lánguida tarde de domingo y sofá con olor a puro».

El vasco hubiera podido ser un gran secretario general del PSOE, pero no lo fue, posiblemente por su carácter indeciso y su arraigada propensión a dar siempre un paso atrás en el último instante. Es tanta su valía que cuesta trabajo imaginarle ahora haciéndole el caldo gordo a Susana Díaz, con quien mantenía por cierto una relación excelente antes de que la andaluza se equivocara creyendo que a Pedro Sánchez podía utilizarle mejor que a él en modo kleenex.

De consumarse el fracaso electoral, todo está preparado para forzar la dimisión inmediata de quien soñó que servía para algo haber sido investido con el voto directo de la militancia. Sería lamentable que Madina empuñara alguna daga en el tumulto. Para ese trabajo hay gente en el PSOE mucho más diestra y preparada.

En el complot participa toda una legión de Brutos, empezando por el exlehendakari y actual secretario de Acción Política del PSOE, Patxi López, al que los conjurados ya tienen apalabrado como presidente de la gestora que tendría que llevar al PSOE al Congreso de febrero en el que elegir a su nuevo líder o, más bien, lideresa. La partida incluye a presidentes regionales como Emiliano García Page o Ximo Puig, el más activo de la emboscada, además de los intrigantes habituales tal que Carme Chacón o los expresidentes González y Zapatero. En una palabra, lo mejor de cada casa.

Destaca de entre el grupo Eduardo Madina, al que algunos de los citados convencieron para optar a la secretaría general y que luego no dudaron en apuñalarle por la espalda y favorecer que Pedro Sánchez le comiera la tostada. Cuentan que Madina, cuya inclinación a la ciclotimia es proverbial, había decidido alejarse del mundanal ruido y establecerse, al menos durante una temporada, en Marrakech. Allí le giraron visita Felipe González y Zapatero para convencerle de que el partido le necesitaba y que sólo él podía tomar las riendas de la organización cuando Rubalcaba concluyera su misión de convertir al PSOE en el Titanic, algo para lo que ni siquiera precisó del iceberg correspondiente.

Ayer Madina no estaba en Marrakech sino en Marchamalo, provincia de Guadalajara, un enclave conocido por los árabes como March-hamal o, dicho en cristiano, prado hermoso. Este pueblo de Guadalajara gobierna el PSOE con mayoría absoluta y bien podría ser la tierra prometida de Artur Mas si supiera que el municipio se ‘independizó’ en 1999 de la capital alcarreña tras un referéndum con el que consumó su secesión, legal eso sí.

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