La agresividad del candidato del PSOE a La Moncloa, Pedro Sánchez, fue estratégica en el cara a cara con Mariano Rajoy. Los politólogos que han analizado el debate están de acuerdo en que la actitud del dirigente socialista ha respondido a una intención medida de recuperar electorado entre sus bases, marcar diferencias con las formaciones emergentes y mostrar a un adversario, el candidato del PP y presidente del Gobierno, débil y marcado por la corrupción. La conclusión es coincidente: Sánchez ganó el debate.
Rajoy, según el sociólogo, no supo responder ni con las palabras ni con los gestos: movía el pie, mostró apuntes tomados en libretas escolares y se sintió ofendido en lo personal, pero sin rebatir y a la defensiva.
Joan Navarro, sociólogo especializado en comunicación política, diferencia los efectos del debate según la ideología del espectador, lo que explica que la impresión sobre el resultado varíe. Navarro explica que, ante un acontecimiento como el vivido el lunes, el espectador parte con la premisa de la «disonancia cognitiva«, que le lleva a mirar y escuchar el debate con un sesgo previo, agarrándose a lo que coincide con su ideología y desechando el resto.
Por esta razón, el sociólogo entiende que la estrategia de Sánchez fue correcta: su objetivo era afianzar el voto de sus bases, alejarse de sus competidores y mostrar la parte más débil de su oponente. Los votantes del PP y los sectores más moderados, de acuerdo al sesgo con el que asistieron al encuentro, se sintieron agredidos por esta actitud. Del mismo modo, los partidarios de las formaciones emergentes vieron un debate ajeno, un «rifirrafe en el barro». Pero el debate del candidato socialista no iba dirigido a ellos, sino a los suyos.
Rajoy, según el sociólogo, no supo responder ni con las palabras ni con los gestos: movía el pie, mostró apuntes tomados en libretas escolares y se sintió ofendido en lo personal, pero sin rebatir y a la defensiva.
Luis Arroyo, politólogo experto en comunicación verbal, coincide en el análisis de Navarro publico en el periódico El País y explica que el éxito de Sánchez entre sus bases y el fracaso de Rajoy eran evidentes en la actitud de socialistas y populares el día después: los primeros, «pletóricos»; los segundos, «hundidos».
Para este experto, la estrategia era clara: acabar con la imagen de debilidad de Sánchez con na actitud sólida y contundente y sacar el tema de la corrupción en cuanto fuera posible. Y aunque el debate no lo incluyó entre los bloques, Sánchez aprovechó la debilidad del moderador para dirigir el cara a cara y acorralar al oponente.
Arroyo duda que la actitud de Rajoy fuera premeditada porque entiende que hubiera sido fácil reconducir el debate a cauces más políticos. Sin embargo, recurrir a términos como «ruin y deleznable» y admitir que estaba sintiendo los ataques como personales evidenciaron nerviosismo y falta de preparación, según el experto.
«Rajoy no estuvo preparado y llegó a perder los nervios», añade el politólogo y presidente de la Asociación para la Transparencia Pública Dyntra, Juan Manuel Roa. El presidente del Gobierno intentó contrarrestar la carta de una usuaria de la dependencia con datos macroeconómicos. «Eso va en contra del lenguaje de la nueva política», comenta.
Roa añade, no obstante, el elemento de los ausentes del debate: los candidatos de Ciudadanos, Albert Rivera, y Podemos, Pablo Iglesias, quienes supieron aprovechar, a juicio de Roa, el espacio que les concedió La Sexta como comentaristas del cara a cara.