La campaña para las elecciones de este domingo termina como empezó, en torno a las posibles alianzas electorales que puedan establecerse ante la ausencia de mayorías absolutas. Los pactos han sido la base de las estrategias de los partidos, que los han utilizado como arma arrojadiza contra el adversario. El PP y el PSOE han sido las dos fuerzas políticas sobre las que ha pivotado la posibilidad de Gobierno aunque con ayuda y compañía de otros. Populares y socialistas no han enseñado sus cartas sobre preferencias y afinidades, ya que no renuncian a la victoria y a hacerlo con el máximo número de votos.
La reserva sobre con quién pactarán el PP y el PSOE ha configurado la campaña de las elecciones más trascendentes de los últimos 30 años, según proclaman sin dudar los actuales actores políticos. En esto ha habido bipartidismo. Ha sido una campaña con argumentos preventivos que los resultados dirán si han surtido efecto. En los cuarteles generales de los partidos sí creen que la consigna del PP de advertir de que el voto a Ciudadanos serviría para que forme una coalición con el PSOE y Podemos ha podido ser eficaz. No parece tan claro que la llamada al voto útil de los socialistas para que no se disperse el voto de la izquierda haya calado suficientemente como para disuadir al votante proclive a Podemos y a Ciudadanos de que la única manera de que gobierne «la izquierda» es el voto para el PSOE.
En los escenarios que dibujan los partidos se apunta a que la suma de PP y Ciudadanos se acercará a la mayoría absoluta de 176 escaños, lo que supondría que en la primera votación Mariano Rajoy saldría investido presidente del Gobierno. Pero no parece que esta opción sea la más realista, por lo que se pasaría a la que todos dan por supuesta: una segunda votación en la que los síes sean más que lo noes, una mayoría simple. En esta situación se ve el PP desde el principio de la campaña y ahora se reafirma en la misma, después de que la mayoría de los estudios demoscópicos —incluido el interno del partido de anoche mismo— les indica que están en primer lugar y a distancia del segundo. Ante un resultado de ese tenor, con un PP lejos del segundo partido, Ciudadanos no tendría más remedio que cumplir su palabra de que facilitará con la abstención que sea investido el candidato del partido ganador, como este viernes mismo afirmó, sorpresivamente, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
Mensajes de medianoche
Nadie más tendrá ya oportunidad de decantarse sobre las alianzas, aunque el resto de los adversarios no tenía la menor intención de hacerlo. Los últimos mensajes de la medianoche, cuando la campaña puso su broche, fueron para mantener la advertencia de la utilización de los votos. El PP, en subida desde hace días en la misma proporción en que bajaba Ciudadanos, ha distribuido a sus candidatos mensajes totalmente bipartidistas. O el partido de Mariano Rajoy saca una mayoría suficiente para gobernar o se formará «una alianza radical de izquierdas», señala un documento interno. No ven necesidad de referirse por su nombre al partido de Albert Rivera, porque al solicitar el máximo apoyo para tener una mayoría fuerte se desdeña de manera implícita cualquier otra opción de voto. O gobierna Mariano Rajoy o Pedro Sánchez llega a La Moncloa, aunque con ayuda de otros. «Psoemos» es el titular que encabeza un argumentario interno que publica Europa Press. La demostración de que los «radicales» pueden unirse les viene dada por los apoyos a las investiduras que candidatos del PSOE en comunidades autónomas y Ayuntamientos recibieron tras las elecciones de mayo.
Por el lado de la izquierda no se ha dado ni una sola pista de con quién podrían pactar el PSOE y Podemos. «Quien aspira a ser primera fuerza no puede hacer una campaña señalando a otros como posibles compañeros», señalan en la dirección socialista. No hacía falta. Si el PSOE pudiera formar una mayoría con Podemos, IU y otras fuerzas nacionalistas no lo dudaría. Tampoco renunciaría Pedro Sánchez a llegar a un acuerdo con Ciudadanos para la investidura pero tendría que ser desde la primera posición. ¿Intentará Pedro Sánchez ser investido presidente del Gobierno si queda en segundo lugar, después del PP? A esta pregunta responde: «Depende de los números» y de la distancia a la que el PSOE quedara del primero. Ese intento sería después de que el partido ganador fracasara en su intento de formar gobierno. Es decir, que PP y Ciudadanos no llegaran a un acuerdo o no sumaran más votos a favor que en contra. Todas las posibilidades están contempladas por las direcciones del PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. El primero solo tendría como opción a Ciudadanos, pero alberga la esperanza de que sea suficiente.
Los analistas económicos alertan sobre la inestabilidad
«Los partidos han marcado demasiadas líneas rojas y en vista de los escaños que atribuyen las encuestas, alguno necesitará cruzarlas o tendremos nuevas elecciones en marzo», señalan en un informe dirigido a clientes Rubén Segura y Gilles Moec, analistas de Bank of America Merrill Lynch.
«Llevará tiempo resolver el sudoku. Y otra convocatoria de elecciones a corto plazo no puede ser descartada», añaden los expertos del banco de inversión, que creen que «es probable que las negociaciones tras las elecciones sean largas y complejas».
Aunque los analistas de Bank of America Merrill Lynch consideran que la opción más probable es la continuidad de un Gobierno del PP, sea en minoría o con apoyo de Ciudadanos, remarcan que hay otras múltiples opciones posibles.
La que ven menos probable es que Podemos alcance el Gobierno, pero no descartan ver a Ciudadanos liderando el Ejecutivo, sea gracias al apoyo del PP para evitar un Ejecutivo donde Podemos tenga algún papel, sea con los votos del PSOE para evitar que gobiernen los populares.
Su pronóstico es que los mercados reaccionarán al alza ante un resultado que excluya la posibilidad de que Podemos participe en el Gobierno. Y los analistas consideran que un Parlamento fragmentado no será capaz de sacar adelante grandes reformas, pero que tampoco tendrá fácil deshacer las realizadas. Y citan la situación en Cataluña como el mayor riesgo económico en última instancia. En Andalucía se formó gobierno en el mes de mayo pasado, casi al límite de tener que convocar otras elecciones.