A sus casi 80 años Mario Vargas Llosa sorprendió hace unos meses con la separación de su mujer -y prima- Patricia tras 50 años de matrimonio, para unirse a Isabel Preysler. Pero no fue su primer escándalo amoroso. En 1955 se había casado, siendo menor, con su tía política Julia Urquidi.
Y en 1964, ya asentado como escritor en París, abandonó a la «tía Julia» por su prima Patricia, con la que se casaría al año siguiente y con la que tuvo a sus tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana.
Aquella primera y ya lejana relación fue contada por el escritor en «La tía Julia y el escribidor» en 1977, y algunos años después, en 1983, recibió la dura respuesta de Urquidi en «Lo que Varguitas no contó», un retrato de un matrimonio destruido, aseguraba ella, por las infidelidades de él.
El matrimonio de Mario y Julia duró nueve años, mucho más de lo que la mayoría les auguraba cuando se casaron en 1955, en secreto.
Vargas Llosa tenía 19 años -la mayoría de edad en el Perú de aquella época se alcanzaba a los 21- y Julia Urquidi, 30. Él aspiraba a ser escritor, y ella, boliviana, se acababa de divorciar. Era hermana de Olga, casada con Luis Llosa, hermano de Dora, la madre de Mario.
A esa relación, el escritor le dedicó todo un capítulo en sus memorias, «El pez en el agua», publicadas en 1993. Ahí cuenta con detalle el comienzo de su relación, desde el primer día en que la conoció, a finales de mayo de 1955.
«Estoy segurísimo, eso sí, por un episodio posterior, de que en ese primer encuentro no me enamoré de Julia ni pensé mucho en ella luego de despedirnos, ni, probablemente, después de las dos o tres veces siguientes que la vi».
Vargas Llosa recuerda sus citas clandestinas, sus paseos por los malecones de Miraflores y sus precipitados planes de boda para evitar que les separaran cuando la familia supo de su relación.
Tras la boda, la relación tuvo que ser aceptada por la familia y los primeros años funcionó bien, hasta que se apagó la pasión de los primeros días, reemplazada por «una rutina doméstica y una obligación que, a ratos, yo empezaba a sentir como esclavitud», recuerda Vargas Llosa en sus memorias.
Los celos de Julia y los flirteos del escritor con diversas mujeres contribuyeron a socavar el matrimonio, que se acabó definitivamente cuando el escritor se enamoró de su prima Patricia, hija de sus tíos Lucho y Olga, hermana de Julia, su esposa.
Ese primer matrimonio acabó no sin problemas, aunque Vargas decidió compensar a Julia con los derechos de su primera novela, «La ciudad y los perros». Pero cuando ella dio su versión de la relación en «Lo que Varguitas no dijo» (1983), se los retiró.
Vargas Llosa se quejó en varias entrevistas del «tremendo rencor» y de los «insultos» de su primera esposa contra él y contra Patricia en ese libro. Fue la venganza en frío de Julia, que vio cómo su marido se enamoraba de su prima adolescente, a la que acogieron en su casa de París cuando tenía 15 años.
Mario y Patricia se casaron en 1965, cuando él tenía 29 años y Patricia 19.
Una unión sólida, de la que nacieron tres hijos, y en la que Patricia se convirtió no solo en la esposa, sino también en secretaria y hasta en portavoz del escritor, que le rindió un sentido homenaje en su discurso de aceptación del Premio Nobel en Estocolmo en 2010.
Se refirió a Patricia, «la prima de naricita respingada y carácter indomable» con la que, dijo, tuvo «la fortuna» de casarse hacía 45 años y que «tan generosa» es que hasta cuando le riñe le hace el mejor de los elogios: «Mario, para lo único que tú sirves es para escribir».
Con ella, pese a los repetidos rumores de infidelidades por parte de él, llegó a celebrar las bodas de oro, el pasado año, en Nueva York, rodeados de sus hijos y nietos.
Unas imágenes que habían pasado desapercibidas para el público hasta que se supo de la relación, que ya en ese momento existía, entre Vargas Llosa e Isabel Preysler, una de las mujeres más conocidas de la prensa rosa en España.
Tras días de rumores, aparecieron las primeras fotografías de la pareja el pasado mes de junio, lo que provocó una airada reacción de su esposa Patricia. Pero la relación de Vargas Llosa y Preysler, amigos desde hacía 20 años, ya era un hecho y no había marcha atrás.
Preysler, de 65 años y nacida en Filipinas, se hizo popular en España tras su boda en 1971 con el cantante Julio Iglesias. Posteriormente, se casó con el aristócrata español Carlos Falcó, marqués de Griñón, y en 1988 con el exministro socialista de Economía Miguel Boyer, que falleció en septiembre de 2014.
El nobel pidió el divorcio el pasado mes de noviembre. «Este ha sido el año más feliz de mi vida. ¿No se me ve acaso feliz a mí?», afirmó rotundo en una entrevista con la revista Hola, con la que quiso zanjar todas las especulaciones sobre su relación con Preysler.
Y en un reciente desayuno con medios de comunicación, señaló: «Despierto curiosidad en cierta prensa desde hace algún tiempo por la mujer de la que estoy enamorado. Si ese es el precio que tengo que pagar por estar con la mujer de la que estoy enamorado, lo pago. Con resignación, no con entusiasmo».