Por Antonio Morales*.-
Esta semana se celebró en Santa Lucía de Tirajana el XI Seminario Internacional de Comarcas Sostenibles. Ponentes de diferentes países pudieron reflexionar sobre las consecuencias que tiene para el futuro de nuestro planeta este sistema económico basado en el consumismo y el crecimiento ilimitado que pretende sustentarse en el uso de energías fósiles. El peligro más inminente es el cambio climático y sus nefastas consecuencias para la tierra y su población. Como recordaba en la presentación el periodista Vicente Llorca, son muchos los expertos que sostienen que las consecuencias del cambio climático son el principal peligro para la Humanidad, mucho más que la especulación financiera o el terrorismo.
La primera conferencia corrió a cargo de Arvin Solheim, asesor del Fórum Noruega para el Desarrollo y el Medioambiente. Solheim habló de la Conferencia de Paris sobre el clima celebrada en diciembre del año pasado. Una de las ideas más redundante en el encuentro internacional fue la importancia de las iniciativas que se lleven a cabo desde las instituciones locales. En la capital gala hubo una asamblea en la que participaron representantes de más de 1.500 organizaciones locales, entre ellas 700 ayuntamientos de todo el mundo. Ya sabemos esa recomendación de la ONU: actuación local para el cambio global. En ese punto el noruego felicitó a la Mancomunidad del Sureste porque, dijo, “lo que ustedes llevan más de una década haciendo aquí, es lo que recomiendan las instituciones internacionales. Porque no hay que esperar por las decisiones del Gobierno central, que puede estar condicionado por los intereses de las grandes empresas. Hay que actuar promoviendo cambios hacia un modelo sostenible desde el poder local, y eso es lo que ustedes están haciendo hace años”.
Mensajes como ese provocaron la satisfacción de los alcaldes y concejales del Sureste grancanario allí presentes. Pero también reafirmó nuestra convicción de que la apuesta que durante 25 años pusimos en práctica en la Mancomunidad del Sureste, que ha germinado en proyectos sostenibles reconocidos por la ONU y por distintos organismos internacionales, es un reto de futuro que se puede llevar a toda la isla de Gran Canaria y a toda Canarias.
La semana pasada reflexionaba en este mismo medio sobre el nuevo insularismo (heredero del viejo) que en esta legislatura pretenden hacer renacer en Canarias. Han cambiado la pelea entre Gran Canaria y Tenerife por el enfrentamiento entre las islas periféricas y las islas capitalinas. Su primera batalla fue el reparto de los fondos del IGTE, de un dinero que todavía no tiene el Gobierno canario, (pero a los insularistas eso no les parece importante, lo suyo es amarrar bien un sistema que en estas tres décadas de autonomía les ha funcionado). La siguiente gran batalla será la reforma del sistema electoral. Dicen que la triple paridad es el más justo, y se van a oponer a cualquier cambio. No tienen proyecto para Canarias, su proyecto acaba en la frontera de su isla y en el siguiente reparto de fondos.
En mayo de 2015 presentamos desde el Cabildo grancanario ante la ciudadanía un proyecto de ecoisla. Hemos dicho muchas veces que apostamos por un cambio de modelo económico. Y esa propuesta, que fue la más respaldada en Gran Canaria, vale para todas las islas. Los tres ayuntamientos del Sureste supimos ver hace un cuarto de siglo que frente al modelo desarrollista en la costa del sur que se centraba en el monocultivo del turismo, se podía construir otra propuesta basada en la mancomunidad de los servicios, en el turismo rural, en el desarrollo comercial e industrial, en la protección de la agricultura y la artesanía, en las energías limpias, en el reciclado, en forjar un ciclo integral y sostenible del agua. Era preciso que los tres ayuntamientos fuéramos de la mano al margen de las siglas políticas o de los intereses a corto plazo. Fue lo que hicimos y a la vista está la transformación de lo que se llamó el triángulo de la pobreza en la mancomunidad que esta semana volvió a recibir el reconocimiento de expertos internacionales.
Creemos que en Gran Canaria y en Canarias se dan las condiciones para continuar siendo una potencia turística a nivel mundial sin renunciar a diversificar nuestra economía, a apostar por unas instalaciones hoteleras y extrahoteleras que también empleen energías renovables, por unas políticas de residuos y de reciclaje que reduzcan el impacto de las emisiones contaminantes, por la rehabilitación y modernización de las instalaciones, por la protección del paisaje y del territorio. También por la sostenibilidad social dentro del sector: no puede ser que tengamos records de turistas mientras se mantiene empleo precario o condiciones laborales como las que han denunciado las camareras de piso.
La apuesta por las energías limpias, por la soberanía energética, va acompañada de una apuesta por la recuperación de la agricultura y la ganadería. Desde la Consejería de Soberanía Alimentaria (el nombre no es casual) en el Cabildo de Gran Canaria estamos dando pasos hacia la recuperación de tierras en desuso y a la creación de puestos de trabajo. Estamos en esa línea que marca la agenda de París y la ONU para frenar el cambio climático, en esos cambios locales para lograr la transformación global: soberanía energética, soberanía hídrica, soberanía alimentaria, sociedad del conocimiento, innovación, desarrollo, turismo sostenible, lucha por la equidad social… Nos gustaría que este tipo de políticas se aplicaran en toda Canarias, y eso no casa con el fondo de la propuesta de la nueva Ley del Suelo tal y como está planteada o con el empeño de introducir el gas… Nada de eso obedece precisamente a un proyecto de economía sostenible. A una defensa irrenunciable como la que proponemos de una economía sana, una sociedad sana, una democracia sana, un territorio sano…
Entendemos la política como un servicio público. Los programas electorales son un contrato con la ciudadanía que nos apoya y ya hemos dicho que no dejaremos que desde otros poderes ajenos a la soberanía popular nos marquen el paso. Nunca hemos escondido lo que pensamos. Creemos en un nacionalismo progresista que es exactamente lo contrario de un insularismo conservador. Por eso resulta paradójico que algunos desde la política y desde el periodismo, que han estado décadas alimentando y alimentándose del ultrainsularismo, con discursos sobre despojos universitarios o sanedrines que conspiran, ahora vengan a darnos lecciones de canariedad, de amor a la unidad del país y al equilibrio interinsular. No llegamos a este terreno ideológico como una tabla de salvación después de habernos puesto chaquetas de partidos centralistas o de fuerzas insularistas. Estamos aquí desde el principio porque creemos en Canarias, tenemos un proyecto de país para este pueblo atlántico.
Otro de los expertos que habló en el seminario de comarcas sostenibles decía que la economía verde está creando más empleo a nivel mundial que la economía digital. Estamos convencidos de que no nos equivocamos al apostar por el cambio de modelo para Gran Canaria y para Canarias. Será mejor para nuestro presente y para el futuro. A ello dedicaremos todas nuestras energías (limpias y renovables). Las batallitas y politiqueos, las poses, las dejamos para los que están cómodos con este modelo que nos ha dejado en la cola de los indicadores sociales, con los mayores índices de desempleo y una dependencia del exterior en materia energética y agrícola. Llevamos años diciéndolo, otra Canarias es posible y el cambio de modelo económico es necesario para salir de la actual situación. No queremos distraernos con pleitismos fomentados por los intereses de los que están obsesionados con la aritmética parlamentaria. Desde el Cabildo de Gran Canaria ya estamos trabajando en ello, y nos gustaría que ese cambio se diera también en todas las islas. Tendemos la mano a quienes quieran trabajar en esa dirección. Ocho ecoislas mejor que una sola.
*Presidente del Cabildo de Gran Canaria y exalcalde de Agüimes.