Nada más y nada menos que 45 millones de metros cúbicos de agua de inmejorable calidad se filtra cada año bajo la superficie de La Gomera y discurre silenciosamente desde las nubes del Parque Nacional de Garajonay hasta las costas. O lo que es lo mismo, 750.000 metros cúbicos desembocan en cada uno de los 60 kilómetros de litoral de la Isla que por sus características geológicas es permeable. Un agua que, por lo tanto, se convierte en un recurso de primer orden, nada desdeñable a la hora de cubrir las necesidades hídricas de La Gomera.
La lluvia horizontal es otro de los múltiples beneficios que trae consigo contar con un espacio natural privilegiado como el Parque Nacional de Garajonay. Este fenómeno se origina cuando las nieblas que forman el mar de nubes chocan contra las hojas de los árboles y se condensan cayendo en forma de pequeñas gotas de agua al suelo. Entonces se infiltran en la tierra para aumentar el caudal subterráneo, pasando a formar parte de los acuíferos que luego desembocan en las costas. El fenómeno es de gran importancia en las Islas de El Hierro, La Palma, Tenerife, Gran Canaria y, en el caso que nos ocupa, en La Gomera. En todas ellas la presencia del mar de nubes permite el desarrollo de una exuberante vegetación subtropical, el bosque de laurisilva, y a la vez representa un importante aporte de agua.
En el caso de La Gomera se dan dos circunstancias particulares: por un lado que un tercio de la Isla es impermeable, lo que da lugar a que a lo largo de cerca de 30 kilómetros de costa el agua llegue en forma de escorrentía y por otro su configuración como pendiente hacia el sur, hacia el que lógicamente desemboca el caudal.
El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo, resalta que desde el punto de vista hidrológico, la Isla funciona como un pequeño continente lleno de contrastes. Los acuíferos que se renuevan con la lluvia horizontal se convierten así en la fuente de la vida y de hecho desde el subsuelo se garantiza constantemente el consumo de los habitantes de la Isla. Curbelo resalta que las actuaciones llevadas a cabo durante los últimos años en materia hidráulica han dado resultado. En su momento se pasó de apostar por el trasvase norte-sur, de aguas obtenidas de las presas, a dar un giro de 180 grados y defender la canalización sur-norte de caudal subterráneo. Este nuevo modelo trajo consigo pasar del desabastecimiento que existía a finales de la década de los ochenta a contar en la actualidad con recursos casi ilimitados.
Desde el año 1994 se lleva a cabo un programa de seguimiento ecológico por parte del Parque Nacional para estudiar en profundidad el fenómeno de la lluvia horizontal. Con este fin se cuenta con una red repartida por distintos puntos del Garajonay. La conclusión extraída durante este tiempo de investigación es que la captación de agua es muy variable y depende en gran manera de la altitud, orografía y orientación. Según el director conservador del Parque, Ángel Fernández, la máxima incidencia coincide con las cresterías altas de la cumbre de norte a sur. En el caso de las situadas por debajo de 1.100 metros este fenómeno garantiza la continuidad de la vida durante los meses de verano, en los que menos precipitaciones se registran. Como datos globales, se concluye que de los 600 litros por metro cuadrado de precipitaciones que se registran al año en el Parque Nacional, 200 se corresponden a la lluvia horizontal.
En estos momentos se desarrolla un proyecto dentro del programa Life Garajonay + Vive para cuantificar el impacto que el incendio registrado en el año 2012 pudo tener sobre este fenómeno. Pero aún no hay datos. En el caso de Tenerife ya se ha hecho un estudio. De esta forma se ha podido comprobar que de los 300 hectómetros de agua que se infiltra al año en el terreno, 40 hectómetros tienen su origen en la lluvia horizontal. No es descabellado asegurar que la mitad de este volumen sirve para alimentar la flora del espacio en el que nace. En el caso de La Gomera un cálculo muy aproximado fijaría en 10 hectómetros el producto de este tipo de precipitación de los 70 en total que se infiltran. Un caudal que no es demasiado relevante pero que podría ser captado a través de una batería de sondeos estratégicamente situada.
La lluvia horizontal es fruto de una relación casi perfecta entre el agua y el bosque de la que ambos obtienen beneficios. La vegetación permite que la humedad que trae consigo los alisios no pase de largo y a su vez las nieblas garantizan la supervivencia de la laurisilva, que no puede subsistir sólo con las precipitaciones. El ciclo culmina cuando finalmente, los árboles generan su propia lluvia interceptando las gotas de la niebla que pasan a través de sus copas que, una vez cargadas de humedad, gotean y empapan el suelo, contribuyendo a la recarga de los acuíferos. El Garajonay funciona así como una especie de esponja y a cada árbol le acaba correspondiendo una nube que es saboreada con paciencia.
El gerente del Consejo Insular de Aguas, José Luis Mora, indica que el principal logro de la lluvia horizontal es que se infiltra en el subsuelo y recarga los acuíferos de toda la Isla desde el Parque Nacional. La riqueza de este recurso es tal que en principio no se plantea ninguna actuación para sacarle más rendimiento. Basta con saber que la lluvia horizontal se encarga ella sola de recargar los acuíferos con agua de indudable calidad.
El redactor del primer Plan Hidrológico de La Gomera, Carlos Soler, sorprende cuando afirma con rotundidad que la principal característica de La Gomera desde el punto de vista hidrológico es que dispone de recursos subterráneos casi ilimitados. En cifras redondas señala que un año normal las precipitaciones dejan en la Isla, 140 hectómetros cúbicos, de los que se filtrarán a través de la tierra cerca de 70. Pues bien, las necesidades de consumo apenas llegan a 9, mientras que se cuenta con casi 11 hectómetros cúbicos de agua potable.
En este contexto, bajo su punto de vista, el único problema que tiene la Isla es que durante el verano hay escasez, por lo cual, al final todo depende de la planificación. La situación, según Soler, es tan boyante que en estos momentos hay dos puntos en cada uno de los cuales se extraen recursos suficientes para abastecer a toda la Isla. Uno son los sondeos del barranco de La Negra y el otro la galería de Ipalán, con 45 y 50 litros por minuto en ambos casos.