Camino de la prisión militar de Ramo Verde, donde este miércoles intentará entrevistarse con el opositor Leopoldo López, Albert Rivera responde a quienes critican su viaje como una injerencia en los asuntos internos de Venezuela. «Ayudar no es una injerencia, es un deber moral; injerencia es financiar a partidos de otros países», responde el líder de Ciudadanos, tras escuchar los testimonios de un grupo de presos políticos, rotos en lágrimas mientras le cuentan presuntas torturas y dolores ciertos. Rivera, que esta tarde volará de vuelta a España, escucha atentamente. Pide reconciliación. Y de nuevo vuelve a hablar de Podemos, al que identifica una y otra vez como la marca del chavismo en España.
«Algunos venían a buscar aquí dinero y formación, y otros venimos aquí a ayudar a los que ha hecho sufrir ese Gobierno. Yo me llevo de aquí dosis de orgullo y dignidad, pero dinero no», empieza el líder de Ciudadanos, a quien Pablo Iglesias, su homólogo de Podemos, criticó el martes por viajar a Caracas en busca de votos para las elecciones generales del 26-J.«Debería tener más respeto por la Asamblea venezolana», sigue Rivera en referencia a la institución que le invitó a Venezuela. «Cuando él venía a formar aquí a los chavistas, era la Asamblea que nunca nos habría invitado. Si alguien me quiere convencer de que el modelo político y económico que defiende Pablo Iglesias es el futuro de España, me va a tener enfrente», subraya.
Rivera no quiere dejar dudas. Cuando habla de «algunos», cuando se refiere a «otros» partidos en España, se refiere a Podemos, especifica. Cuando asegura que el Gobierno de Venezuela ha financiado a otros partidos, se refiere a Podemos. Y cuando recuerda que la Asamblea Nacional investigará si eso es cierto, sigue hablando siempre de Podemos.
«Me refiero a la fundación que ha puesto en marcha Podemos, que se ha demostrado que ha recibido siete millones de euros del Gobierno de Venezuela», asegura el líder de Ciudadanos sobre la formación de Iglesias, que siempre ha negado haber recibido dinero de los Gobiernos de Hugo Chavez y Nicolás Maduro.
Ese discurso final subraya cómo Rivera ha ido radicalizando progresivamente su argumentación, según le convencían las tesis de la oposición venezolana. Antes de volar a Caracas, el político español anunció que iba a interesarse por la situación de los presos políticos. Al llegar, dio un salto cualitativo en sus intenciones y apostó porque se celebre el referéndum revocatorio del presidente Maduro que defiende la oposición. Este miércoles, finalmente, ha subido el tono, despidiéndose de Caracas.
«En mi país hay partidos que apoyan lo que pasa aquí, partidos que dicen que estos señores [los opositores] son golpistas», afirma sobre la otra formación emergente. «Hay un problema, el Gobierno de Venezuela no quiere diálogo».