Un choque bipolar: Así se presenta el debate electoral que esta noche protagonizarán los cuatro candidatos a presidente del Gobierno. Rajoy, Sánchez,Rivera e Iglesias batallan en esta ocasión con la vista puesta en un objetivo: atraer hacia sí el máximo número posible de votos de la bolsa suculenta que representa el 30% de ciudadanos que aún hoy se declaran indecisos.
Los expertos en comunicación política coinciden en señalar que los debates en sí mismos no mueven muchos votos; sirven más bien para consolidar y asentar la fidelidad con el partido propio e, incluso, la aversión hacia el contrario. En este caso, sin embargo, el duelo a cuatro se presenta como el principal acto de campaña. Los mítines, las entrevistas, los vídeos, los paseos por las calles de los aspirantes se han repetido ya hasta la saciedad y esta ocasión es la única que habrá de verlos pelear cuerpo a cuerpo. Sobre este punto María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense, afirma que los debates «siempre han sido influyentes en los indecisos» que, en este caso, según el CIS, superan el 30%
Jordi Rodríguez Virgili, profesor de la Universidad de Navarra, coincide. En su opinión, la trascendencia del debate radica en que hay una gran parte del electorado que, según el CIS, todavía no ha decidido su papeleta. Y muy especialmente los jóvenes, que en un 40% aún no han optado por un partido.
Este fenómeno debe combinarse además con el hecho de que un buen número de escaños -en torno a una docena- pueden cambiar de manos con muy pocos votos. Rodríguez Virgili señala también la importancia del «debate del debate», es decir, la posición que toman los medios sobre el duelo y que, sin duda, influye en la opinión pública. Y a ello añade ahora un fenómeno nuevo, el del «debate paralelo», que es el que se desarrolla en las redes sociales en tiempo real, y en el que los propios partidos y los simpatizantes de cada uno se zambullen, a veces, hasta saturarlos.
El consultor de comunicación Luis Arroyo apunta que los debates son como un baile y «gana quien marca el ritmo». En su opinión, en el enfrentamiento de esta noche «Rajoy e Iglesias se escogerán de inmediato como pareja». Serán los protagonistas e intentarán «destrozar» a Sánchez y «ningunear» a Rivera.
El PP y Unidos Podemos, afirma, coinciden en un interés: presentar sólo dos opciones, la continuidad o el cambio. Lógicamente adornadas cada una con un sinfín de virtudes.
Arroyo vaticina que Rajoy «se defenderá bien». A su favor apunta que es la primera vez que acude a un duelo múltiple y eso le da un papel protagonista que intentará aprovechar. Además, cuenta con un electorado sólido y tiene «un relato muy claro». Por el contrario, afirma, Sánchez y Rivera se enfrentan a un «peligro evidente», que es el de quedar marginados con una narrativa más deslavazada que la que esgrimen los otros dos contrincantes.
Rodríguez Virgili señala, sin embargo, que «quien va peor en las encuestas suele acudir con más ímpetu y ganas». En esta posición se encontraría ahora el líder del PSOE que es, recalca, «consciente de que dispara su bala de plata y la tiene que aprovechar». «Es muy importante», advierte el profesor, «gestionar las expectativas». Las de Rajoy son «bajas» porque su electorado «está muy asentado y es difícil tanto que pierda votos como que gane muchos». Rivera, añade, «se mantendrá estable», en tanto que Iglesias, «con expectativas muy altas», debe ser el más cuidadoso a la hora de «evitar los errores, porque le pueden frenar». Quizá el líder de Unidos Podemos es el que más deba tener en cuenta que los debates no se ganan, sino que se pierden.
Canel, por su parte, cree que el pacto fallido entre PSOE y Ciudadanos ha perjudicado ahora sus posiciones, en tanto que la alianza Izquierda Unida-Podemos ha beneficiado claramente al partido morado. En este sentido, asegura que la formación de Iglesias ha demostrado «gran habilidad al hacer sus cálculos electorales». Pedro Sánchez es, dice, el que «realmente se la juega» y el que «llega en peores condiciones». Tanto él como Rajoy, apunta, «tienen que identificar bien a su rival».
Rajoy, asegura la profesora de la Complutense, «tiene que hacer un debate de perfil bajo; no necesita meter goles porque todas las encuestas dicen que tiene las elecciones ganadas. Si se pone gallito conseguirá que todos vayan en su contra y, además, él mismo evitaría que Podemos arremeta contra Sánchez». El candidato socialista, añade, «no debe olvidar que su principal rival es Podemos». Y en ese sentido, Canel alerta: «A ver cómo gestiona el guante de invitación a pactar que le lanzará sin duda Iglesias».
El aspirante de Podemos, en su opinión, debe controlar el «tono doctrinario» que a veces resulta «un punto insultante». Iglesias se juega sobre todo, según Canel, «su imagen personal, que ya está algo deteriorada». El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, añade, debe mantenerse en el centro. «Incluso si en el plató se le adjudica esa posición, saldría beneficiado porque le permitiría subrayar sus planteamientos moderados mirando a izquierda y a derecha; marcaría así su posición arbitral».
Todos los consultados recalcan también la importancia que tienen los gestos, el tono de voz y la apariencia física en este tipo de enfrentamientos televisados. Y por supuesto, tener habilidad para hacerse comprender por el público, «utilizando datos escogidos, sin abrumar» y gestionando bien, como explica Arroyo, «la emoción y la fuerza».
Bill Clinton decía -recuerda- que «debatir es como el jazz: ni sólo melodía ni sólo improvisación». Los candidatos deben ir preparados, incluso para las preguntas imprevistas, y tienen que «mostrar serenidad y sinceridad». Por lo que se refiere al aspecto físico, Arroyo afirma que «hay señales animales que influyen» y cita estudios norteamericanos que señalan, por ejemplo, que «en siete de cada diez debates ha ganado siempre el candidato más alto» o que «cuanto más grave sea el tono de voz, más credibilidad transmite».
En su opinión, los cuatro protagonistas escogerán un look conservador porque todos pretenden ir «de presidentes». «Hasta veremos», pronostica, «que Iglesias ya se aprieta la corbata; no se atreverá a ir de primera comunión, pero casi». Virgili coincide en que la apariencia «traslada un conjunto de sensaciones más potente que los propios argumentos». Recalca que «penaliza mucho la sensación de inseguridad». María José Canel está de acuerdo. El debate electoral, explica Virgili, forma ya parte del espectáculo de la política y deben cuidarse todos sus aspectos. A partir de ahí… que gane el mejor.