Por primera vez en cinco años. Ello demuestra que el fenómeno, el triste y siempre reprobable fenómeno de la violencia de género, sigue rampante y creciendo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hay registradas treinta y cinco mil ciento doce personas con medidas judiciales por maltrato. El número de víctimas de violencia de género, es lo tremendo, aumenta por primera vez en cinco años.
Los datos del INE reflejan que más de un 40% de las víctimas tenían entre veinticinco y treinta nueve años, por lo que la media de edad se sitúa en los 36,5 años, en consonancia con los resultados de 2014. Las estadísticas reflejan que las víctimas menores de edad (637) se incrementan un 10% con respecto a 2014.
El INE precisa que entre las treinta y cinco mil ciento doce personas registradas con medidas judiciales fruto de algún maltrato, veintisiete mil seiscientas veinticuatro son víctimas de violencia de género (del hombre a la mujer con la que tenía alguna relación), en tanto que siete mil doscientas veintinueve (de ambos sexos) lo son como consecuencia del maltrato perpetrado por cualquier otro miembro de la familia, lo que se conoce como violencia doméstica.
Estos registros del INE incluyen que en 2015 fueron dictadas once mil veintiocho medidas cautelares, un 1,3% más que en 2014, en tanto que el 74,6% de ellas recayeron sobre hombres. El 95,3% eran medidas cautelares penales, sobre todo la prohibición de aproximarse (el 36,6% del total), de comunicarse con determinadas personas (30,3%) y la de libertad provisional (14,7%).
Las cifras absolutas y los porcentajes, como decimos, son inquietantes, acaso una de las pruebas más visibles de que nuestra sociedad está enferma. Hay que hacer mucha pedagogía, inyectar muchas dosis de civismo y cambiar o modificar sustancialmente los códigos de conducta para acabar con esta lacra que avergüenza. Difícil cualquier política preventiva que se tercie cuando los comportamientos son los que se reflejan en las estadísticas. Y más difícil cuando se afronta sin mucha convicción. No basta con las estadísticas: son necesarios más recursos.
A ver si se pone punto final a esta lacra, por Dios.