La campaña terminará a medianoche del viernes y el PSOE no habrá respondido a los requerimientos del PP, de Ciudadanos y de Unidos Podemos para que se pronuncie sobre su política de pactos tras los comicios. Los socialistas no tienen respuesta hasta que las urnas se abran, se cuenten los votos y se haga la adscripción de escaños. El resultado electoral determinará su actuación e incluso su porvenir inmediato. Los socialistas están convencidos de que cualquier insinuación de preferencias les restaría votos y dividiría al partido. El no “a facilitar” un Gobierno del PP se mantiene invariable, casi tanto como la negativa a hacer presidente a Pablo Iglesias. La hostilidad hacia esta formación se hace creciente en el partido de Sánchez.
«El sorpasso ya se produjo». Esta afirmación de un dirigente del PSOE puede sorprender pero se explica porque en las elecciones del pasado 20 de diciembre la suma de los votos de Podemos —y sus alianzas— y de Izquierda Unida superó al PSOE. Un 22% de sufragios para los socialistas frente a un 24,4% para el resto de los grupos de izquierda. Aún así, con esos mismos porcentajes, las cuentas de los técnicos del PSOE arrojan dos o tres diputados más para los socialistas. Por tanto, habría más porcentaje de voto global para Unidos Podemos, pero más escaños para los socialistas, tal como señalan en el comité de estrategia del PSOE con el análisis efectuado provincia a provincia.
Con la pelea que se va a dar en cada circunscripción por cada escaño, la petición o exigencia al PSOE para que se pronuncie sobre su política de pactos resulta completamente baldía. Sí reconocen que están en una encrucijada desconocida en casi 40 años de democracia. Los socialistas se ven ante la disyuntiva de dejar que gobierne el PP, por la vía de la abstención, o facilitar, esta vez de manera activa, que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, llegue al palacio de La Moncloa. Ambos supuestos son indeseables para cualquier dirigente del PSOE, ya sea del equipo de Pedro Sánchez o del ámbito territorial.
Ni por activa ni por pasiva reconocerá, desvelará o anunciará el PSOE que facilitará un Gobierno que no sea el que pretende presidir Pedro Sánchez. Nadie discrepa de esta tesis. Primero, porque no saben qué podrán hacer y, después, porque señalar preferencias les haría perder votos, siempre a favor de Unidos Podemos. En el PSOE se abomina de la tesis que da por supuesta su abstención para que gobierne el PP con tal de no tener que convocar unas terceras elecciones. “Si facilitáramos el Gobierno del PP estamos muertos por muchos años y el partido quedaría destrozado”, señala un miembro del equipo de Sánchez.
Nada muy diferente señalan dirigentes territoriales en cuyos discursos o actos electorales ni por asomo se vislumbran preferencias de pactos. Todos piden el máximo apoyo a las candidaturas socialistas y el ataque es tanto para el PP como para Podemos; especialmente para estos últimos. La disputa por el espacio y las credenciales socialdemócratas ha enconado hasta el máximo la hostilidad entre socialistas y Unidos Podemos en toda España.
No será lo mismo, además, que el PSOE quede en segunda o tercera posición. Si los socialistas tuvieran más escaños que Unidos Podemos intentarán formar una mayoría parlamentaria “progresista” y se dirigirán a las fuerzas “del cambio”, señalan en el equipo de campaña. De nuevo, a Ciudadanos y a Podemos.
Ignorar las encuestas
En el relato de los socialistas se excluye el reconocimiento de lo que dicen las encuestas y, en concreto, la de Metroscopia de ayer para EL PAÍS, que el PSOE quedará tercero. No se acepta y también es una reacción generalizada rechazar que Unidos Podemos aventaje al PSOE en escaños. Una semana es mucho tiempo cuando aún hay cientos de miles de ciudadanos que declaran no tener decidido el sentido de su voto, quieren creer en el PSOE. “Las encuestas sobrevaloraron a Ciudadanos en las anteriores elecciones, como se vio luego en las urnas el 20 de diciembre, y ahora ocurre lo mismo con Podemos; ese no será el resultado”, opina Óscar López, vicecoordinador del comité electoral del PSOE, que alude a la última semana de campaña para paliar la situación.
Desde el candidato a la presidencia hasta los cargos y aspirantes a parlamentarios de todas las circunscripciones llamarán a la movilización de “los socialistas” estos últimos días de campaña. La invocación es directa a los ciudadanos que les votaron en 2011 y no lo han vuelto a hacer y siguen en la abstención. También a los que cambiaron el voto del PSOE por uno a la formación de Pablo Iglesias.
Si quedan los terceros, no son capaces ahora de prever las consecuencias internas, ni lo que supondría para el juego político español, señalan en el equipo de Sánchez.