La Enseñanza Primaria fue una competencia del Ayuntamiento de Hermigua desde el siglo XIX. Una obligación que la Corporación Local asumía con enorme dificultad por diferentes razones. Una de ellas tuvo que ver con el enorme coste económico que le ocasionaba al ayuntamiento prestar dicha competencia debido a que no existía un local exclusivo para impartir clases de instrucción primaria en el pueblo; se debía, por tanto, buscar la cooperación de los vecinos para alquilar un inmueble que sirviese de salón para impartir las clases, además se tenía que encontrar una casa donde alojar al maestro o la maestra de dicha escuela.

A mediados del siglo XIX Hermigua contaba con una escuela a la que acudían entre una docena(1) y una treintena de niños(2). En esa época un maestro ganaba doscientos ducados anuales, con derecho a una casa habitación y a las retribuciones de los alumnos más pudientes(3). En 1890 sabemos que existía una escuela de niños en un local alquilado a D. Jacinto Fragoso Trujillo en el barrio de La Cerca.

En 1891 eran notorios los graves problemas que existían con la Enseñanza en esa época en Hermigua. A finales del siglo XIX las arcas municipales se encontraban con tan pocos recursos económicos que la Corporación Local era incapaz de pagar los sueldos a los diferentes maestros y no pocas veces, como ocurrió en 1896, la Gobernación Civil imponía al ayuntamiento multas económicas por no hacerse cargo de sus deudas.  Veamos un ejemplo de la penuria económica por la que atravesaban los maestros del momento con un extracto de un artículo de la prensa de la época:

El Maestro de Hermigua, D. Sebastián Darias Padilla, nos ha dirigido una carta, de la que rebosa la amargura más intensa. Se le adeudan cuarenta y cuatro mensualidades, de sus haberes, no habiéndosele librado ni un sólo céntimo por cuenta del año económico que acaba de espirar. Falto ya de todo recurso, se ha visto en la durísima necesidad de abandonar su escuela y demandar de la caridad de sus parientes y amigos, residentes en otra población, un pedazo de pan para evitar que se muera de hambre su desgraciada familia (4).

 

En 1907 se proyectaría la construcción de un salón para escuela pública de niños al lado de la Plaza de La Encarnación. Para esta obra se pidió el auxilio de los maestros de obras más inteligentes del pueblo según la opinión de la Comisión de la Junta Local de Instrucción Pública. Por aquellos años el analfabetismo afectaba al 80% de la población gomera, ni más ni menos. La falta de material escolar en los centros lectivos fue un problema continuo para los gobiernos locales de la época. Así, por ejemplo, en 1924, el maestro nacional, D. Domingo Mendoza Trujillo se quejaba de la falta de material que carecía su escuela, concediéndole el ayuntamiento la compra de un crucifijo, un retrato del Jefe del Estado, oración para ser cantada, un compás de madera y mapas de España y de las cinco partes del mundo(5).

En mayo de 1930 se crea una nueva escuela de niñas en el barrio de El Convento mediante un contrato de inquilinato entre D. José Ascanio Dávila y el alcalde de Hermigua, D. Fernando Méndez Armas, por el cual el primero cedía parte de su propiedad de su casa al ayuntamiento para ser destinada como casa escuela.  Ese mismo año se acordó instruir un expediente para la creación de dos escuelas de niños, una en la Plaza de La Encarnación y otra en La Playa de Santa Catalina, y otra mixta en el barrio de El Estanquillo. De tal forma que en 1931, al comienzo de la Segunda República, el panorama de la enseñanza en Hermigua había mejorado bastante respecto a otras décadas; sabemos que existían las siguientes escuelas de barrio: una mixta regentada por una maestra en Los Aceviños; otra mixta regentada por maestra en El Cedro; una de niños y otra de niñas para los barrios de El Estanquillo, El Corralete, Monforte y La Hoya; una de chicos y otra de chicas para El Callejón de Ordaiz, Vecindad, El Curato, Los Chicos y Plaza de La Encarnación; de varones y de chicas para los barrios de Santa Catalina y Los Pedacitos; otra de niños y otra de niñas para El Tabaibal, Piedra Romana y Vista Alegre; y de varones y de chicas para los barrios de Las Poyatas, Patronato, San Pedro, La Cerca y Las Casas.

Durante la Segunda República la inquietud por tener una enseñanza de calidad era una realidad. En 1931 el concejal D. Fernando Méndez pedía que se vigilasen las aperturas de las escuelas públicas del municipio y asimismo exigía un inventario de maestros que ejercían su profesión; además se reclamaba por parte del ayuntamiento que se obligara a los maestros a dar dos clases diarias (una por la mañana y otra por la tarde) tal y como estipulaba la Ley, con paseos todos los jueves por la tarde, para que, según el concejal, desapareciera la nota desfavorable que tenemos los españoles del analfabetismo(6). Recordemos que en 1930 la tasa de analfabetismo en España era del 32%. De los veintitrés millones y medio de habitantes, casi seis no sabían leer, ni escribir…

La cantidad de niños (entre seis y catorce años) que acudían a las escuelas de Hermigua era en 1932 de doscientos dieciocho niños y doscientos treinta y seis niñas, siendo considerable también el número de menores que no recibían enseñanza alguna al ser pocas las escuelas en el municipio.

El empeño por tener una mejor enseñanza en Hermigua durante los años treinta chocará a veces de frente con la cierta desidia en sus competencias en Educación que mostraban algunos gobiernos locales de la época. Por ejemplo, sabemos que en 1935 la escuela del barrio de San Pedro llevaba un año cerrada, según denunciaba el concejal D. José Paz Darias en mayo de 1935. Asimismo, conocemos a través del Consejo Local de Enseñanza que muchas escuelas del municipio carecían de baños. Para ese año se aprobaron una serie de sanciones económicas para combatir el absentismo escolar: se multaría a los padres de niños que no fuesen a la escuela con 2,50 pesetas sin justificación y con 5 pesetas a los reincidentes. Según palabras del concejal D. José Méndez Suárez: las faltas de niños a las escuelas nacionales es ya un verdadero escándalo como puede comprobarse con las relaciones de asistencia suscritas por los maestros(7). El presupuesto para el año 1936 contemplaba un gasto en Educación de 14.350 pesetas, suponiendo el 20,83% del gasto total de dicho presupuesto (70.683 pesetas).

El grave problema del absentismo escolar se incrementó durante los años que duró la Guerra Civil. En 1938 el ayuntamiento pedía a los maestros nacionales de las diferentes escuelas del pueblo que cumplieran con su trabajo y exigía tomar medidas para evitar que las escuelas estuviesen desiertas por falta de alumnos.

Hermigua en cincuenta años había mejorado mucho en cuanto a la Enseñanza Primaria se refiere, sobre todo en la creación de escuelas de barrio, pero no lo suficiente. El absentismo escolar seguía continuando siendo una lacra social terrible y la idea de crear nuevas escuelas de barrios y de tener un centro de Educación Secundaria parecían ser un objetivo lejano. Todo irá cambiando con los años: el estado económico del ayuntamiento mejorará y en 1941 llegará a Hermigua un sacerdote de origen francés que cambiará para siempre la Enseñanza en nuestro municipio. D. Mario Lhermet Vallier.

 

Ricardo J. Valeriano Rodríguez

 

 

1.Castro Ahíta, Juan de. La Isla de La Gomera en La Actualidad. Año 1856. Edición y estudio crítico por Gloria Díaz Padilla. Excmo. Cabildo Insular de La Gomera, 1986. Página 34.

  1. Madoz Ibáñez, Pascual. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Vol. 8. Pag. 440 y 441. 1850
  2. El Eco del Comercio, 15 de septiembre de 1866.
  3. El Auxiliar: periódico de la instrucción primaria, 6 de julio de 1889.
  4. Acta de la Comisión Permanente del 22 de noviembre de 1924, página 49.
  5. Acta del 29 de septiembre de 1931, 287.
  6. Acta del 21 de noviembre de 1935, folio 136.