La tradición de engalanar el Ramo con productos de la tierra se enmarca en ese rito ancestral de dar las gracias a la naturaleza y a las divinidades por procurar el alimento a lo largo del año. En el caso de La Gomera, pese a tratarse de una manifestación muy particular, lo cierto es que no parece haber motivado demasiado a los historiadores. Y es que son muy escasas las investigaciones que se han realizado sobre esta manifestación a medio camino entre la tradición y la religión.
Para algunos el paseo del Ramo en romerías y procesiones está a punto de perderse pero otros sin embargo consideran que se trata de un rito que goza de muy buena salud. Inmortalizado en el cuadro del pintor José Aguiar que luce sobre el salón de plenos del Cabildo de La Gomera, ahora esta misma institución está dando los pasos pertinentes para convertirlo en Bien de Interés Cultural (BIC). De esta manera se busca un doble objetivo: por un lado garantizar su continuidad y por otro reconocer una manifestación religiosa y etnográfica que como mínimo resulta curiosa y pintoresca.
El presidente de la institución, Casimiro Curbelo Curbelo, señala que lo que buscan con esta distinción es garantizar la continuidad de esta tradición y subrayar su importancia. El presidente recuerda que se está impulsando una iniciativa similar con el baile del tambor, manifestaciones culturales de La Gomera que deben preservarse. En el caso del Ramo se trata de una tradición un tanto desconocida y cuya originalidad no ha trascendido demasiado, razón por la cual se hace aún más necesaria su conservación. “Tenemos la suerte de vivir en una Isla llena de una cultura ancestral muy rica que ha llegado hasta nosotros y que estamos obligados a preservar y traspasar a las generaciones futuras”, señala.
Conchita Lino Armas Herrera es una de las gomeras que más saben de esta tradición y que más ha hecho por su pervivencia. Ella se especializó sobre todo en elaborarlo para las fiestas de Puntallana en San Sebastián, donde reside la patrona de La Gomera, la virgen de Guadalupe. Armas Herrera no alberga ninguna duda sobre la antigüedad y el origen remoto de esta manifestación religiosa que nadie ha podido concretar. Una tradición que en el fondo es muy parecida a otras que se pueden encontrar a lo largo y ancho del mundo y cuyo significado parece ser siempre el mismo: demostrar gratitud al patrón o a la virgen en cuyo honor haya sido elaborado.
La tradición del Ramo ha estado presente en mayor o menor medida en casi todas las fiestas de La Gomera. Antiguamente se elaboraba con una caña dulce, cubierta con otros materiales sobre los que se iban colgando los distintos productos de la tierra. Todo cabe desde cebollas, miel de palma, papas, coles, bugangos, quesos, gofio, manzanas, peras, calabazas… Coronado con una piña tropical que se ahueca y una hortensia o flor del mundo. El resultado final es aún más llamativo cuando se le colocan las distintas flores y, en algunos casos, cintas de colores. Entonces es cuando realmente se puede decir que el Ramo ha tomado su verdadera y llamativa forma. En la actualidad la tradición ha cambiado un tanto y hoy se utiliza un armazón que se rellena con helecho y en el que se enhebra con hilo los distintos elementos. Pero eso sí, el truco es saber cómo combinar colores y formas para que quede lo más artístico posible. No cualquier persona tiene el gusto y el talento de elaborarlo.
Otra tradición que ha cambiado es la de transportarlo en hombros. Ahora se ha optado por una pequeña silla que hace más llevaderos los varios kilos que puede pesar un Ramo cuyo tamaño supera el metro y medio. Armas Herrera es muy optimista sobre la continuidad de este legado y alaba la intención del Cabildo de reconocerlo. “Estamos hablando de una tradición que es tan importante para los gomeros como el baile del tambor o las chácaras. Porque en verdad todo es lo mismo, son tradiciones que van juntas, las unas al lado de las otras”. En algunas ocasiones se han llevado a cabo cursos para mantener la continuidad de esta tradición. La explicación que esta mujer ofrece de esta manifestación etnográfica es que sirve para “homenajear al sacrificio que cada día hacían los agricultores y ofrecérselo al santo o a la virgen. Me parece muy bien que el Cabildo lo quiera resaltar y reconocer” dice.
Existen también variaciones según los pueblos. Por ejemplo, en Arure cada año una familia se encarga de su confección como forma de cumplir una promesa hecha por un bien recibido. También se ha convertido ya en tradición sacarlo en la romería del día de Canarias. En las fiestas de san Pedro en el barrio de El Calvario de San Sebastián se daba otra particularidad. Entonces se elegía a una madrina que cuando acababa la procesión iba con su traje típico visitando las casas acompañada del Ramo. De esta manera pedía la colaboración de los vecinos para sufragar los gastos de las fiestas. Sobre el destino final del Ramo también existen distintas versiones: la más común es la de repartir las frutas entre los vecinos y el resto entregárselo formalmente a quien se comprometa a elaborarlo el año siguiente.
Entre las escasas publicaciones que se han centrado en estudiar esta manifestación folclórica, está un artículo de la revista Bienmesabe dedicada al Ramo que lo califica de “evocación a la fertilidad, a la abundancia”. Esta publicación considera que pese a su sencillez en este elemento “se esconde todo un mundo de tradiciones y ritos relacionados con la tierra y la comunidad”. La revista coincide en que se trata de un fenómeno muy extendido por muchas culturas, aunque lógicamente cada una con sus particularidades.
Por ejemplo, en La Gomera, al contrario de lo que ocurre en otros lugares del mundo, la celebración del Ramo no se corresponde con el mes de mayo, sino con un calendario de festividades de los pueblos a lo largo del verano, y alguna incluso en pleno invierno. Es el caso de la festividad de la Virgen de Los Reyes, en Valle Gran Rey, que tiene lugar cada 6 de enero.
Entre los escasos estudiosos de esta tradición está Alberto Galván Tudela, quien le dedicó un capítulo llamado; “El Ramo: un símbolo ritual de la fiesta Gomera” en el libro “Las fiestas populares canarias”, publicado en 1987, en el que hace una aproximación a la tradición en el pueblo de Arure. Y es que precisamente en este pueblo es donde mejor se conserva la tradición. La confección del Ramo según los autores del artículo periodístico, requiere de gusto y talento y por eso siempre ha recaído en personas “mañosas”, tanto hombres como mujeres. Los elementos básicos son, una base, pantalla, cuerpo y corona y la caña de azúcar como material.
El uso este último elemento, “tiene su lógica en su flexibilidad además que al ser también un fruto se entiende como parte de la ofrenda. Sin embargo, llama poderosamente la atención que sea este el material elegido, puesto que en lugares como Arure no es una planta que se cultive”. Este dato bien podría arrojar alguna luz sobre el origen de la tradición y es que precisamente antes del siglo XVI fue cuando terminó la época de los ingenios azucareros. Las varas de mimbre se usan para hacer la pantalla que se rellena de helecho y su función es servir de soporte para los hilos en los que va amarrada la fruta. Es necesario que sea un material muy flexible porque se ha de doblar y clavar en las dos puntas de la caña. Luego la fruta se va colgando del hilo, mientras que la ristra de la platanera resulta fundamental porque permite que la fruta, una vez perforada se pueda colgar al hilo sin que se rompa o se pudra.
En general, se usa la fruta de temporada y siempre se escogen los mejores ejemplares. Otro tanto ocurre con la verdura aunque en este caso el uso se limita al pimiento, pepino y poco más. Igualmente aparecen elementos de repostería como bizcochos, bollos de leche y de huevo o dulces. En la parte alta se usa o bien la flor del mundo, por su colorido y tamaño, o bien la piña cubana, que se relaciona con la emigración. “Sin duda, la belleza de un Ramo, no tiene que ver con la cantidad de productos que se le añadan, sino con el gusto del artista que lo confecciona, que con sabia delicadeza los va colocando en armonía, creando una maravillosa obra de arte efímera”, indican los autores de la publicación.
José Ramón Santos Plasencia, más conocido como Cheo Porro es conocido por ser uno de los principales artífices de ramos de Valle Gran Rey. Un mundo al que está vinculado directamente desde hace ya medio siglo. Justo cuando su abuelo le traspasó esta tarea poco después de haber hecho lo propio con sus chácaras una vez que se dio cuenta de que el tiempo, efectivamente, no pasa en balde.
Cheo Porro se ha especializado en elaborar el Ramo de las fiestas de Arure en honor a la de la Virgen de la Salud el 16 de julio, el que se expone el 16 de agosto en un bar de Arure, el de la virgen del Buen Viaje, a finales de ese mismo mes y el del día de Reyes en Valle Gran Rey. Dice que simplemente todo depende de “tener gusto y cariño por lo que haces. Y en cuanto al secreto como dicen los artistas, lo mejor es guardarlo debajo de la manga”. Santos Plasencia cuenta con un equipo de cuatro colaboradores que elaboran un Ramo en el plazo de dos días, como mucho. “Lo principal es ir calculando la fruta, ir variando, mezclar bien los colores y los tamaños”, una tarea que puede realizar fácilmente en apenas una hora. Por ejemplo, la pantalla la hace en diez minutos. “Otra gente seguramente necesitaría más tiempo pero a nosotros con eso nos basta”
Aunque la tradición marca que cada año una familia distinta asume el compromiso de elaborar este elemento, lo cierto es que éste acaba haciéndole el encargo a Cheo Porro y a su equipo. Los productos que utilizan son principalmente frutas de todas las clases y cuanto más frescas mejor. También calabacines, bugangos y finalmente la hortensia y la piña cubana como corona. Al contrario de lo que piensa Concha Lino, en este caso él sí prevé que la tradición está a punto de perderse de forma irremediable. A no ser que se tome alguna iniciativa como ocurrió con el silbo que se acabó garantizando su supervivencia gracias a que se convirtió en una asignatura que se imparte en las escuelas gomeras.
“En las clases deberían dar algunas charlas sobre este mundo porque es una pena que una costumbre como ésta de toda la vida se pierda. A mis ochenta y tres años no veo que la gente joven esté interesada en mantener esta tradición”, indica. Por ello, dice que le parece muy bien la iniciativa de declararla BIC. “Cuando vea al presidente del Cabildo se lo quiero agradecer personalmente”.
Durante todos estos años ha visto cómo ha ido evolucionando un tanto el mundo del Ramo. Por ejemplo, fue un pariente suyo que era carpintero el que hizo la primera base para transportarlo y de esta manera hacer más llevaderos los cincuenta kilos de peso que puede llegar a alcanzar. Antiguamente también era tradición que los grandes señores regalaran los productos de la tierra, mientras que hoy la familia que se encarga de su elaboración los compran en las fruterías No recuerda ningún año en el que el resultado final haya sido superior al anterior, “siempre nos felicitan, siempre les gusta a todo el mundo. Esta es una tradición muy bonita y que emociona mucho a la gente, sobre todo cuando ves salir la romería con el sonido de las chácaras, el baile y los tambores… es algo impresionante”.
Pero más allá, de considerar que simplemente se está ante una tradición etnográfica, Santos Plasencia cree que no se puede desligar al Ramo de la religión. Por ello, su definición de este elemento es “un gran afecto, una gran creencia en los santos y en la virgen. Yo por lo menos lo he visto y lo he comprobado así”. Esta misma tradición, o muy similar, se puede encontrar en otros puntos del Archipiélago como ocurre con La Palma donde los racimos de frutas asociados a las fiestas patronales son muy antiguos y se confeccionaban en prácticamente todos los municipio.
Reportaje remitido por el Cabildo Insular de La Gomera