Roberto Rodríguez Guerra.*- El PP ha manifestado desde el principio que quiere gobernar, pero permaneciendo agazapado, a la espera, sin poner sobre la mesa un verdadero programa de gobierno a negociar: querría que le sirvieran el gobierno en bandeja. Nada nuevo, los de arriba suelen actuar así. Ahora, tras entrevistarse con el Rey, Rajoy dice que ha aceptado el encargo de intentar formar gobierno y que comenzará una ronda de contactos y negociaciones. Veremos que da de sí esa ronda, pero si sigue de señorito me temo que poco.
Sin embargo, lo realmente sorprendente es que Rajoy, tras aceptar el encargo del Rey, no ha tardado un segundo en desdecirse. Ha añadido el importante matiz de que sólo se someterá al debate de investidura si cuenta con los apoyos necesarios. Un disparate, por varias razones.
Pese a lo expresamente previsto en la Constitución, Rajoy no solo deja en el aire el cumplimiento del encargo del Rey. También, y mucho más importante, se muestra dispuesto a no acatar el mandato constitucional al respecto. ¡¡¡Casi nada!!! Poco después de proclamarse defensor de las esencias constitucionales (y hasta expedidor de expedientes de constitucionalidad al manifestar que solo pactará con partidos “constitucionalistas”) sugiere que podría desobedecer el precepto constitucional de -una vez recibido el encargo del Rey- someterse al debate de investidura. Ya estamos acostumbrados a sus dislates, pero este es posiblemente el más grave.
Por otra parte. Rajoy proclama que solo se someterá al debate de investidura si tiene los apoyos necesarios para ello. Pero –dada la rotunda negativa a apoyar un gobierno del PP que hasta el momento han expresado Podemos y los grupos nacionalistas- esos apoyos solo podría obtenerlos de Ciudadanos y/o del PSOE. O sea, estamos en las mismas y, de nuevo, solo el PSOE puede resolver esta situación.
Ciudadanos insiste en que, a menos que Rajoy se mande a mudar, votarán no en la primera vuelta de la investidura y, en todo caso, se abstendrían en la segunda. Pero el problema está en que al PP no le basta con los apoyos directos de Ciudadanos, y menos aún con su abstención. Los votos en contra de PSOE, Podemos y los grupos nacionalistas impedirían su investidura.
Es evidente pues que, en las actuales circunstancias, únicamente el PSOE podrá evitar una reiteración de las elecciones. Y solo podrá hacerlo si sale de la indecisión en que está inmerso ya desde el 20D. Dicho brevemente: debe decidir si quiere facilitar un gobierno de derechas o si apuesta por un gobierno de izquierdas. Debe optar entre estar con los de arriba y facilitar un gobierno del PP (bien apoyándolo directamente y hasta formando parte del mismo o bien absteniéndose) o estar con los de abajo y arriesgarse por un gobierno de izquierdas buscando el apoyo de Podemos y negociando la abstención de las fuerzas nacionalistas o incluso la de Ciudadanos.
No es poco lo que está en juego. Y el PSOE debe despejar esta incógnita cuanto antes. Con el IBEX35 o con el pueblo. Así de sencillo.
Ya sabemos que su vieja guardia -que gobierna el PSOE en la sombra y sin dejar que Sánchez lidere el partido- opta abiertamente por un gobierno de derechas. Debe ser que valora positivamente las políticas neoliberales que tanta injusticia y sufrimiento han sembrado. O que tienen otros intereses y hasta otros amos ante los que responder. Pero sabemos que muchos otros miembros del PSOE prefieren un gobierno de izquierdas. Desde luego, los compromisos electorales del PSOE (tanto de cara al 20D como ante el 26J) así lo exigen. Pero mucho más su definición como un partido “socialista” y “obrero”. ¿O es que esto es ya cosa del pasado?
Me temo que Sánchez, presionado por todos lados, querrá acomodarse en la siempre ficticia «tercera vía”: se abstendrá en la esperanza de que Ciudadanos termine apoyando al PP. Pero si esto es lo que finalmente ocurre, surge una ultima pregunta: ¿para qué un PSOE que ni come ni deja comer?
Miembro de Sí se puede y de Podemos