La figura de Felipe González en el seno del PSOE es objeto de un gran respeto que raya en ocasiones la devoción, pero eso no quiere decir que cualquiera de sus comentarios tenga la misma consideración. Al menos aquellas palabras que irrumpen de forma intempestiva en un debate político de actualidad.
“La decisión de Rivera es el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones”. Esta afirmación del ex dirigente socialista y presidente del Gobierno durante más de 13 años ha caído como un mazazo este miércoles en el conjunto de la organización socialista. Y han sentado bastante mal, juzgar por las impresiones de diputados, senadores y cargos orgánicos recogidas por este diario.
“Hay un refrán castellano que dice una cosa piensa el borracho y otra el tabernero. Pues bien, este es un ejemplo claro porque da la impresión de que Felipe González, en esta ocasión, no va a favor de la decisión adoptada por el partido. Hay que recordarle que la posición que sostiene el PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, se adoptó de forma unánime en una reunión del comité federal; por lo tanto, lo que dice él va en contra de todo el partido”, razona un veterano parlamentario que ha desempeñado cargos orgánicos e institucionales de relevancia.
“Llueve sobre mojado y es difícil de comprender por qué hace eso. Pienso que la militancia y los votantes socialistas no lo entienden ni lo aprueban”, apunta una parlamentaria en el Congreso de los Diputados.
Esa reiteración de manifestaciones lleva a pensar a más de uno que Felipe González “está acomodado en una realidad que no merece mucha consideración”, en expresión de un cargo orgánico de una federación importante del PSOE.
Desde la dirección federal la posición es clara: “Respeto pleno a Felipe González, pero la posición política del partido en este asunto la fijó el comité federal del pasado 9 de julio por unanimidad y una vez que el secretario general, Pedro Sánchez, realizó una ronda de consultas personales con los secretarios generales de todas las federaciones”, indica una portavoz oficial.
El portavoz del grupo parlamentario socialista en el Senado, Óscar López, insiste a Público: “No hay que polemizar porque no interesa a nadie. Desde el respeto a Felipe González hay que reiterar que las decisiones políticas de envergadura se toman en el comité federal”. No hay otra reacción oficial, aunque prácticamente todas las fuentes consultadas coinciden en ignorar las razones que puede tener el ex líder socialista para realizar esas declaraciones “inapropiadas”.
Las presiones al PSOE
Incuso desde federaciones consideradas críticas con el liderazgo de Pedro Sánchez se transmite un mensaje muy similar al de la dirección federal. “La verdad es que a medida que avanzan los acontecimientos las presiones sobre el PSOE aumentan, y lo harán más en las próximas semanas. ¿No decían que se había acabado el bipartidismo?, pues que presionen a otros”, expone un miembro de la Ejecutiva de una federación que mantiene relaciones “frías” con Sánchez. “La decisión la adoptamos todos en el comité federal y ahora las bases no entenderían un cambio. Nos crucificarían”, insiste.
Un parlamentario nacional cercano al secretario general socialista asegura que “no hay que tomar en consideración las declaraciones de Felipe. A él no le hubieran gustado unas manifestaciones a este tenor cuando tenía responsabilidades en el partido y en el Gobierno. Ayudar, ayudar, pues no ayudan, eso está claro”. Y concluye: “No he notado ninguna reacción en el seno del grupo parlamentario socialista ni en Pedro Sánchez con quien he hablado y este asunto ni ha salido en la conversación”.
Todas las fuentes consultadas se resisten a descalificar a Felipe González – “mi madre me mataría si le criticase”, dice una diputada nacional – pero es unánime la opinión de que sus palabras “van en una dirección que no es la que han decidido los órganos de dirección y, desde luego, no apoyan los intereses del partido en estos momentos” , como gráficamente define la situación un cargo del partido en una federación próxima a Sánchez.