Por Ricardo J. Valeriano Rodríguez.- Mucho se ha escrito sobre los antiguos pescantes gomeros pero no tanto acerca de la serie de circunstancias y rivalidades políticas del momento que motivaron la construcción de los mismos. Este puede ser el caso del pescante de Agulo, una infraestructura realizada no solamente para dar salida a la importante producción de plátanos de comienzos del siglo XX sino que simbólicamente representó el deseo de autonomía política y económica por parte del pueblo de Agulo frente a otras ataduras políticas del momento.
A inicios del siglo XX el Partido Liberal y el Partido Conservador ejercían sus últimos años de hegemonía en la política gomera. Dos personajes practicaban su influencia sobre las instituciones públicas del momento en la isla, Ciro Fragoso en Hermigua y Leoncio Bento en Agulo. El primero pertenecía al Partido Conservador, era el típico político nacido de La Restauración y anclado en el siglo XIX, corrupto e incompetente sin proponer un solo proyecto de progreso para su pueblo y su isla; y el segundo enrolado en las filas del Partido Liberal, con ideas progresistas y adaptadas a los nuevos tiempos del siglo XX sin renunciar a su origen terrateniente. Ambos, como buenos caciques de la época, tenían grandes disputas políticas y personales entre ellos.
Desde 1899 Agulo utilizaba como puerto un pequeño embarcadero situado en El Peñon, en el vecino pueblo de Hermigua, para desde el mismo poder exportar hacia Inglaterra y el resto de Europa los plátanos y los tomates de sus tierras. Pero en 1907 las relaciones políticas entre Ciro y Leoncio se iban poco a poco a enrarecer. A comienzos de año Leoncio Bento, “el patriarca” de Agulo, permitió que el vapor “Carmen”, procedente de Santa Cruz de Tenerife atracase en la costa agulense en tiempos de la “peste bubónica” que padecía la capital tinerfeña. A Ciro Fragoso, como “Señor” de la isla que se creía, no se le ocurrió entonces mejor idea que poner un cordón sanitario a Agulo e incomunicarlo por vía terrestre. Por aquella época únicamente existía un trozo de carretera que comunicaba a los dos pueblos. Esto lógicamente levantó la indignación de Leoncio Bento, rompiéndose de esta forma todas las pocas relaciones de amistad existentes entre ambos terratenientes (1).
Las diferencias entre Agulo y Hermigua por aquellos años eran más que notables. Agulo poseía el servicio de agua potable desde 1906, disfrutaba ya de luz eléctrica, había construido las primeras escuelas, etc. En Hermigua reinaba en cambio el despotismo y el caciquismo trasnochado representado por Ciro y su séquito, derrotados años más tarde en las urnas por una serie de jóvenes liberales y republicanos que esta vez sí harían subirse a su pueblo al tren del progreso.
Ante la decisión de incomunicar Agulo, Leoncio consigue que todos los agulenses unidos como una sola persona suscribieran acciones por más de 30.000 pesetas para construir una obra gigantesca en La Piedra Rosa, el pescante de Agulo, obra que, después de concluida bajo la dirección de Enrique Bayoll, aseguraría la exportación de los frutos de Agulo, sin estar sujetos a los caprichos políticos de Ciro Fragoso.
Por ello, no solamente el pescante fue una obra de ingeniería industrial destinada al transporte de frutas, mercancías y personas. Sobre los dos pilares de hormigón, el brazo de madera y metal del pescante simbolizó para Agulo al mismo tiempo su orgullo, su progreso y su libertad frente al yugo político de la prepotencia y de la insolidaridad.
(1) Diario La Opinión, viernes 27 de septiembre de 1907.
Ricardo J. Valeriano Rodríguez