La receta secreta que hace diferente y especial la gastronomía de La Gomera es la mezcla perfecta de insularidad, una naturaleza generosa y una gente sabia que a lo largo de los siglos aprendió a utilizar elementos y probar nuevos sabores. A partir de aquí surgió una cocina única y rica que cada vez está siendo más apreciada fuera de la propia Isla. El presidente de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo desde luego lo tiene claro: “Ahora más que nunca es preciso que se articule una estrategia desde el medio rural para la comercialización de los productos agroalimentarios en un sector estratégico como es el turístico. Ésta sin duda será la vía para fortalecer nuestra economía, el Producto Interior Bruto (PIB) de la Isla y mejorar la calidad de vida y el empleo de nuestros ciudadanos”.
Curbelo considera que la reciente aprobación de la Ley Turística para las conocidas como Islas Verdes abre la posibilidad de apoyar al sector agrícola y ganadero y lograr su optimización. Y todo ello, en cuanto permitirá poner en valor a los productos generados por el sector primario, que son altamente valorados por los visitantes. En definitiva, cuantos más turistas lleguen a la Isla mayores serán las posibilidades de comercialización y más amplio es el mercado.
“Estamos hablando de fortalecer a la agricultura, la pesca y la ganadería a través del turismo con el objetivo de redistribuir la riqueza por medio del impulso del sector servicios que se convertirá, de esta manera en una aliado indudable del campo y el mar que son ahora mismo los más endebles”.
En este escenario la marca “Alimentos de La Gomera”, puesta en marcha por el Cabildo, engloba a la gastronomía más tradicional de una Isla muy particular. Precisamente, como prueba de esta originalidad están una serie de alimentos y bebidas que en algunos casos se han convertido ya en su seña de identidad. El objetivo de la institución insular al impulsar estas marcas no es otro que promover y desarrollar la calidad en el sector primario. De esta manera se le ofrecen garantías al consumidor de que los productos han sido elaborados en la Isla y además con todos los condicionantes apropiados para su degustación. Para ello se establecen unos parámetros fijados en el reglamento correspondiente.
Un objetivo no desdeñable es incrementar la comercialización y su rentabilidad para el productor y las empresas. De esta manera se contribuye a su valoración, notoriedad y el mantenimiento y patrimonio cultural que aporta el sector primario. Para acceder a la autorización de uso de la marca para un producto determinado se establecen una serie de estrictos requisitos con el fin de garantizar que se cumplen con las condiciones idóneas de calidad.
Bajo el paragua de la marca se encuentran varios viticultores de La Gomera. Porque precisamente, el vino es uno de esos productos en alza. Los estudios realizados que ratifican su antigüedad han supuesto un certificado de calidad que los consumidores cada vez aprecian más. Igualmente, ha servido para llamar la atención a los enólogos más exigentes de todo el mundo.
Faustino Niebla Negrín es propietario de una bodega situada en El Cercado en Vallehermoso. En el año 2003 decidió tomar las riendas de la tradición familiar y dedicarse a este sector. Su abuelo era agricultor y de ahí le viene la pasión por este mundo. No obstante, se queja de que las ventas son más bien escasas debido, sobre todo, a la competencia existente y la calidad de casi todos los vinos de La Gomera. El mejor, sin duda el de la forastera, esa vid ancestral que se ha conservado en la Isla a salvo de plagas como una especie de reliquia viviente. Incluso recuerda que su abuelo cultivaba estas cepas. En la actual temporada ha recogido entre 7.000 y 8.000 litros. No mucho, debido a las enfermedades que sufrieron los cultivos. “Hemos tenido la mala suerte de que no reventó en tiempo y luego se enfermó”.
A las instituciones le pide que apoyen en todo lo posible al sector primario, tanto en lo que se refiere a ayudas como a establecer controles para no dejar entrar vino de otros puntos, especialmente de la Península. “Te enfrentas a situaciones tan injustas como, por ejemplo, que el precio que pago por una botella vacía es el mismo por el que se vende una de vino hecho en otro lado”. Con lo cual la competencia no es justa ni equitativa. Cree que con el tiempo los cultivadores se van profesionalizando más y cuentan con un buen asesoramiento. Especialmente por parte del Consejo Regulador. La denominación de vinos ha sido, bajo su punto, de vista una decisión acertada.
Aniceta Sierra es una de esas mujeres que han sacrificado su vida para sacar adelante su negocio con el fin de darle un futuro mejor a su hijo. Durante veinte años dice que estuvo “encerrada en un horno de leña” fabricando productos artesanales. Con su esfuerzo consiguió crear la empresa cuyas riendas a traspasado a su hijo y en la que se han especializado, entre otros productos, en la fabricación de almogrote. “Es lo que más vendemos. Las tiendas y los supermercados nos lo pide mucho, incluso los hoteles del sur de Tenerife, en Las Américas”. Pese a la simplicidad del producto, esta mujer dice que no conoce un precedente igual en todo el planeta. Apenas basta con mezclar el queso rallado con pimienta y aceite, de manera que si se hace de la forma adecuada el resultado sólo puede ser calificado de excelente.
Gracias al trabajo diario esta familia ha logrado sacar adelante a una empresa que en la actualidad cuenta con una plantilla de seis personas. Los principales problemas a los que se enfrentan son las dificultades para cobrar deudas, lo que en ciertas ocasiones les pone en una situación económica complicada. A las instituciones, lógicamente, les pide todo el apoyo que esté en sus manos ofrecerles. Esta mujer con sus sabiduría ancestral hace también dulces, galletas, aceites, rosquetes, azúcar, galletas pequeñas para restaurantes, mantecados redondos, mojos… y toda una lista de productos típicamente gomeros.
Juan Ramón León es el responsable desde el año 1989 de una empresa ubicada en Alojera, en el municipio de Vallehermoso, centrada en la producción y comercialización de la miel de palma, hoy denominada a la fuerza como sirope de palma por imposición de la Unión Europea (UE). Cree que este cambio de nombre les ha afectado negativamente, aunque por suerte mucha gente conoce desde hace tiempo las delicias de este producto. Se llame como se llame. La empresa fue pionera en dar un formato comercial a lo que hasta entonces era una tradición heredada de siglos.
Valora de forma significativa la ayuda que el Cabildo de La Gomera ofrece específicamente a este sector y está de acuerdo con la regulación establecida, pese a que lógicamente fija algunas restricciones. “Nos limita un poco pero es necesario que sea así, de lo contrario sería perjudicial para todos”, indica. La producción es variable pero oscila entre los doce mil a los catorce mil litros al año. La demanda crece de forma considerable y no sólo en la Isla, sino también en el exterior. Asegura que recibe pedidos de lugares tan variopintos como Rusia o Alemania, por parte de descendientes de canarios o de turistas que visitaron la isla en algún momento y probaron el producto. A partir de aquí el recuerdo debe haber sido inolvidable.
El gran problema es que se enfrentan a una producción limitada. De hecho, sólo cuenta con cinco guaraperos. Por esta razón no pueden dar abasto a todas las peticiones que le llegan diariamente. Y más aún en años como el actual en el que la cosecha ha sido “un poco mala”, dice. Le parece bien la Casa de la Miel de Palma en cuanto funciona como una especie de museo que da a conocer todos los detalles de este producto.
La Mistela es una bebida típicamente gomera. Está elaborada con vino blanco, especias, cáscaras de naranja y azúcar caramelizada. Para llegar a los doce grados, se mezcla también con aguardiente de parra. Habitualmente se utiliza para dejar una sensación dulce en paladar después de comer. Ramón Marichal es dueño de una empresa en Vallehermoso dedicada a la fabricación de este producto desde hace ya veinte años. Debe ser por esa razón que no duda en señalar que elabora la mejor mistela de la Isla. Prueba de ello sería la gran aceptación que tiene.
Indica que no ha visto un producto parecido en el mundo, al menos que él sepa. Asegura que a lo largo de todo este tiempo le ha ido bien excepto los dos últimos años. A motivos particulares también se unen otros como malas cosechas. Por ello, la producción ha caído de los 12.000 litros anuales que llegó en ocasiones a registrar a los 5.000 en este año.