Unos entenderían que las posiciones irreductibles, si no van acompañadas de alternativas sólidas y viables, valen poco o nada.
Otros no se embarcarán en pasos rupturistas que coquetean con la transgresión estatutaria.
Los primeros no antepondrían ambiciones unilaterales ni personalismos ni harían apelaciones desesperadas a la militancia cuando no se han acordado de ese recurso en otros trances ni tienen presente que el partido no es asambleario.
Los segundos serían conscientes de que será necesaria la mas inmensa obra de pedagogía y cohesión política para que el escenario resultante sea o parezca menos desgarrador.
Si sirviera para algo la catarsis del PSOE…
Todos serían conscientes de que suenan las alarmas habidas y por haber, de que nadie vendrá en auxilio (al contrario, serán miles los que se presten al descabello) y de que el sentido de la responsabilidad hay que acreditarlo en situaciones cuyas exigencias lo requieren.
Todos deberían embarcarse en una empresa complicada que exige rearme ideológico, y eliminación de prácticas viciadas derivadas de un modo de administrar la organización evidentemente caduco y pernicioso, hasta la resistencia a nocivos virus territoriales.
Todos deberían apreciar la trascendencia de la búsqueda de un liderazgo, un proceso que no es sencillo, que requiere esfuerzos, diálogo, negociación y respaldos consiguientes.
Todos deberían asumir que la ciudadanía convive y es indiferente a la corrupción (al menos, cuando afecta a la derecha) y luchar contra ella, además de ser un deber cívico y ético, requiere de otras estrategias y acciones sostenibles que favorezcan una recuperación del crédito político.
Si sirviera para algo la catarsis del PSOE…
Unos y otros aceptarían que no es tiempo de aventuras ni de mas saltos en el vacío y que, tras el paso dado en el máximo órgano, es menester andarse con cordura, con animo constructivo y sin rencores, conscientes de la esterilidad que supone andar a la greña en las redes sociales y carecer de debate interno en los órganos y en las agrupaciones donde teóricamente se fragua o cultiva el autentico espíritu partidista. Recuperarian algo mas que un concepto: el compañerismo..
Interpretarían que los intereses generales del país implican a veces, como es el caso, tragos amargos e indeseables. Que una abstención en un debate de investidura -precedida de otra votación negativa- no equivale a otorgar confianza y que hay que seguir luchando contra quien no se la merece. Que es un ejercicio de alta responsabilidad democrática y política afrontar sin mas reservas la oposición al nuevo y lastrado gobierno. Que solo con flagelo no se llega a ningún lado ni se ganan batallas políticas. Que las fracturas solo sueldan con autentica voluntad. Que los adversarios están en otros frentes y prevalecerán en sus empeños.
Si sirviera para algo la catarsis del PSOE…
Ya estarían hablando de haber dado otra lección de democracia interna, confrontando con respeto y tolerancia, debatiendo con madurez y pragmatismo.