Una de las características que más poderosamente llama la atención a quien observa el particular paisaje de La Gomera, son sin duda los bancales que trepan por los riscos haciendo frente a la ley de la gravedad. Estas construcciones son prueba de la capacidad del ser humano para transformar un territorio agreste y ponerlo a su disposición. En este caso, las terrazas están directamente relacionadas con la agricultura y además se integran de forma indisoluble en gran parte de la geografía gomera. Estas seguramente habrán sido algunas de las razones por las que la Isla ha sido elegida como sede central del próximo congreso mundial sobre territorios aterrazados que tendrá lugar en 2018.
La elección tuvo lugar entre el pasado 6 al 15 de octubre en Italia, en el transcurso del tercer congreso mundial de esta temática que llevaba por título “Choosing The Future” (Eligiendo el futuro). La Gomera fue escogida después de una fuerte pugna con otros dos enclaves que presentaban ofertas muy interesantes como eran Japón y Marruecos.
La Isla de esta manera, junto en el resto de Canarias y La Macaronesia y por medio de concepto “isla-bancal”, fue finalmente escogida para este importante cónclave, en el que participarán una treintena de países de todo el mundo. Estos congresos son patrocinados por las instituciones, el Consejo de Europa, la entidad Icomos y en el caso de La Gomera por su Cabildo.
De hecho, el titular de la institución insular, Casimiro Curbelo Curbelo, indica que “el esfuerzo de nuestros antepasados ha dado lugar a la construcción de verdaderos monumentos naturales y claros ejemplos son los bancales en pendientes tan pronunciadas como los construidos en Guadá en Valle Gran Rey, y Lepe en Agulo. Todos ellos han sido labrados en las laderas para retener la tierra y cultivar los productos destinados a la alimentación”.
Para el presidente del Cabildo, “es llamativo que frente al gran esfuerzo que conllevan la mayoría de los casos son mucho mayores las paredes que la superficie dedicada al cultivo”. Las construcciones tienen una gran importancia cultural paisajística, ambiental, agrícola y turística, resalta.
Recuerda Curbelo que al emigrar la población del campo en busca de vivienda, empleo y estudios, en el medio rural tan sólo permanecieron personas mayores. El resultado es que se abandonó el campo y por lo tanto a estos rincones de cultivos tan arraigados al paisaje gomero. El abandono hace que se vayan cayendo a causa de los fenómenos meteorológicos, dejando huellas en el paisaje. “En ellos se ceba la erosión y aguas de lluvias y también se pierde un gran valor patrimonial y cultural que requiere de intervención pública para reconstruirlos de cara al turismo y sector servicios”, indica.
“Es decir, hay que crear la cultura de que las administraciones públicas deben recuperar estos elementos y darle el mismo tratamiento que a unos monumentos de manera que puedan así resultar atractivos para el turismo y la dinamización de economía y del sector servicios”. Por todo ello, el también diputado regional sentencia que “hay razones suficientes para que el cuarto congreso de paisajes aterrazados se celebre en La Gomera y asumamos esta realidad. No somos menos importantes que China, Perú e Italia donde se ha creado en los congresos anteriores, esta conciencia de la que nosotros ahora precisamos”.
La representación de La Gomera en Italia estuvo integrada por el equipo de arquitectos Palerm y Tabares de Nava, con una amplia trayectoria en la realización de obras como el Barranco de Santos y la remodelación del Parque García Sanabria en Santa Cruz así como en la redacción de planes generales. Juan Palerm indica que desde un principio consideraron que La Gomera tenía todas las papeletas para poder ser la próxima sede de este congreso y así lo defendieron en Italia. Por ello, no perdieron la oportunidad de dar a conocer las características de los bancales de La Gomera, lo que sin duda debió de convencer a los asistentes. Y ello fue así hasta el punto de que finalmente optaron por la Isla Colombina en vez de por Japón o Marruecos. En el caso de La Gomera se daba el valor añadido de que representaban a toda una región como es la Macaronesia y, por supuesto, se daba una extraordinaria proliferación de paisaje aterrazado. Una forma de dominar la naturaleza que es bastante común en muchos lugares del mundo.
Lo que ocurre es que cada punto presenta sus propias características y en el caso de La Gomera se valoraron especialmente algunas particularidades como, por ejemplo, las diferencias entre las construidas en el sur o en el norte de la Isla o las de secano o las de regadío como ocurre en Hermigua. El próximo será el cuarto congreso después de los realizados en China, Perú e Italia. Este último, según Palerm, sirvió para reflexionar sobre la conservación de estos elementos que han caído en desuso, según los habitantes se han ido también desvinculando de la agricultura.
Ahora hay que poner sobre la mesa la posibilidad de recuperarlos o de darles otra visión, por ejemplo, enfocarlos hacia el turismo. “Hablamos de uno de los trabajos más importantes hechos por la mano del hombre, de auténticos monumentos surgidos del esfuerzo, del control de la naturaleza y de la necesidad de sobrevivir”, señala Palerm. Sin embargo, para el arquitecto la finalidad turística “es una salida difícil pero también supone una alternativa en la que se puede trabajar. Porque en realidad lo que se está planteando es que en vez de recurrir a soluciones rápidas y fáciles, debemos acudir a la reflexión como instrumento principal”, dice el arquitecto. El consejero insular de Desarrollo del Territorio, Sostenibilidad, Turismo, Industria y Comercio, Alfredo Herrera Castilla, sostiene que el uso turístico de los bancales y su progresiva recuperación está fuera de duda y es una alternativa factible de llevar a cabo.
La técnico Carla Vargas participó en el certamen celebrado en Italia, como coordinadora designada por el Cabildo. Indica que de este encuentro extrajo una experiencia que califica de “muy fructífera”, en cuanto le sirvió para estudiar, reflexionar y debatir sobre el presente y futuro de las terrazas. “Hay que tener en cuenta que tuvimos la oportunidad de compartir, entender y ver las diferentes tipologías de bancales que hay repartidos a lo largo del mundo”, dijo.
Para ello se llevaron a cabo diversos talleres, estudios, reuniones y visitas a lo largo de una decena de localidades repartidas por toda Italia. Finalmente, se suscribieron unas conclusiones y un manifiesto en cuya redacción participaron expertos de una treintena de países. Una de las principales características es que en el caso de La Gomera hasta el 40% de su superficie está ocupada por bancales, lo que da una idea de su origen: la necesidad de unos agricultores de dominar un territorio en el que no podía cultivar y por lo tanto de autoabastecerse y sobrevivir.
Por lo datos de los que se dispone los más antiguos fueron construidos en el siglo XV y empezaron a ser abandonados hace alrededor de cincuenta años, coincidiendo con la emigración y la decadencia de la agricultura. En la actualidad su conservación se ha convertido en un problema medioambiental por el progresivo deterioro. Su uso como recurso turístico es “muy teórico”, según indica, Vargas. El Congreso, tuvo como sedes principales de las sesiones plenarias a Venecia y Padua.
Curbelo indica que “realizar este encuentro Internacional en las Islas Canarias, con la Gomera como sede principal, es un reto pero sin duda proporcionará un fuerte impulso en los esfuerzos nacionales para proteger y dar valor a los paisajes en terrazas en condiciones extremas y de identidad singular”. Además, supone una oportunidad impagable de proporcionar a los participantes de otros continentes una visión en profundidad del patrimonio de los paisajes aterrazados insulares de todo el mundo, de la Macaronesia, de Canarias y en particular al Isla de La Gomera.
Las relaciones con las condiciones turísticas ofrecen nuevos puntos de inflexión para el futuro de estos territorios. A través de la Convención Europea del Paisaje, firmada en Florencia en el año 2000, al que España se adhirió más tarde en 2008 y el Cabildo Insular de la Gomera en 2010, las islas Canarias tienen un papel de gran importancia en el pensamiento europeo y las acciones relacionadas con la protección y valoración de los paisajes en general. Entre ellos, están incluidos los aterrazados, que son un orgullo para un gran número de personas de muchos países del mundo. Las condiciones estratégicas y territoriales de las islas pueden ofrecer una nueva dimensión cultural y social de estos territorios.
En el caso de La Gomera, los paredones y bancales se han tomado como elementos que definen y caracterizan los paisajes agrícolas de Isla. Estos presentan un alto valor agrario y paisajístico, pero también ecológico, económico y patrimonial. Desde el punto de vista agrario y paisajístico “La impronta humana en la orografía gomera, cincelada a base de paredones y bancales, salpicados por formaciones de monteverde, sabinas y palmeras, determina paisajes de elevada singularidad visual”, indica un estudio elaborado por la Asociación Insular para el Desarrollo Rural (AIDER).
Los valores ecológicos de los paredones y bancales son especialmente significativos en materia de regulación hídrica, incidiendo en los procesos de escorrentía superficial, infiltración del agua, recarga de los acuíferos y erosión del suelo. El escalonamiento de la ladera contribuye a atenuar los problemas de erosión hídrica, asociados a la escasa cubierta vegetal y orgánica de los suelos situados en pendientes moderadas o fuertes.
Este mismo estudio apunta que en la economía de autoabastecimiento, los bancales eran dedicados, y lo son aún en muchos pueblos, a tres tipos de cultivos: hortícolas en bancales de regadío, arboricultura de secano, y cereales. En las laderas de solana abancaladas, el regadío permitía diversificar los cultivos hortícolas con respecto a los campos próximos a los cauces. Aspecto que era muy interesante en un sistema socioeconómico de escasos intercambios. Los bancales resultaban también una estructura agrícola muy válida para el cultivo del cereal.
“En La Gomera los elementos del patrimonio cultural y natural cohabitan en el espacio rural y constituyen nuestro patrimonio. Desde este punto de vista, las laderas abancaladas conforman paisajes muy valorados por su riqueza estética y etnográfica”, indica Aider. Como forma tradicional del paisaje gomero, se considera a los caseríos como un conjunto de gran valor histórico, etnográfico o arquitectónico, donde la plataforma generada por el propio bancal se convierte, en sí mismo, en una unidad en la que ubicar la edificación, de manera que el asentamiento poblacional se fragmenta siguiendo la fisonomía creada por el abancalamiento agrícola.