Leonard Cohen, cantautor y poeta canadiense que sedujo a varias generaciones con canciones como Suzanne o I’m your man, falleció este jueves a los 82 años, según anunció su familia en su página de Facebook. «Con profunda tristeza informamos de que el legendario poeta, cantautor y artista Leonard Cohen ha fallecido. Hemos perdido a uno de los visionarios más prolíficos y reverenciados de la música. Se celebrará un funeral en Los Ángeles en próximas fechas. La familia pide privacidad durante este momento de dolor»
El entorno de Cohen no informó del momento exacto o las circunstancias de la muerte del cantante.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, reaccionó a la noticia en su cuenta de Twitter: «No hay música de ningún otro artista que sonara e hiciera sentir como la de Leonard Cohen. Su trabajo alcanzó a generaciones. Canadá y el mundo le echarán de menos».
El mundo del espectáculo llenó en pocos minutos las redes con recuerdos a Cohen y pesar por su fallecimiento. Lin Manuel-Miranda, creador de musical Hamilton con el que se ha convertido en el artista más relevante del año en Estados Unidos, tuiteó un pasaje de Bird on the Wire: «Like a bird on the wire / Like a drunk in midnight choir / I have tried, in my way, to be free» . «Un espíritu y un alma sin comparación», dijo Justin Timberlake.
La Academia de los Grammy, que premió a Cohen con el galardón a toda una carrera en 2010, publicó un comunicado en el que decía: “A lo largo de una influyente carrera que duró más de cinco décadas, Leonard se convirtió en uno de los poetas más adorados del pop y en una referencia para muchos compositores (…) Se le echará tremendamente de menos”.
Cohen siempre fue reconocido como poeta tanto como por su música. En 2011 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras, el mismo que habían recibido Günter Grass, Amos Oz o Paul Auster. En su discurso en Oviedo, abordó esta doble condición: «Siempre he tenido sentimientos ambiguos sobre los premios de poesía. La poesía viene de un lugar que nadie controla y nadie conquista. Así que me siento un poco como un charlatán al aceptar un premio por una actividad que no domino». El nombre de Cohen sonó durante años para el Nobel de Literatura.
Publicó su primer libro de poemas en 1956, a los 22 años. Siguió publicando como poeta durante los años 60 en los que empezó a moverse en el mundo del pop. Grabó su primer disco en 1968. Solía señalar que era una década más viejo que los amigos y contemporáneos con los que compartió el éxito. En una ocasión dijo que se metió a la música porque la poesía no le daba para ganarse la vida. En los años 80, cuando su voz adquirió la profundidad envolvente que le caracterizó, fue cuando empezó a modelar el personaje de su vejez. En esa época publicó la Hallelujah, uno de los mayores himnos de la historia de la música popular gracias a infinitas versiones posteriores.
Leonard Norman Cohen, nacido en Quebec en 1934, vivó su vejez en Los Ángeles. Allí presentó su último disco, You want it darker, en un evento en la residencia del embajador de Canadá hace solo un mes, el pasado 13 de octubre. Fue su última aparición en público. Acudieron periodistas de todo el mundo a los que saludó diciendo: “Amigos, muchas gracias. Algunos habéis venido de muy lejos y os lo agradezco. Otros habéis atravesado Los Ángeles en coche. Se tarda más o menos lo mismo. Gracias también”.
Desde una debilidad física evidente, hizo reír a los presentes varias veces con bromas como esta y una energía intelectual intacta. Cohen ya no se parecía al señor que, muy mayor, emocionó a miles de personas con un tour mundial en 2012, a los 78 años de edad. El pasado octubre, Cohen caminaba muy despacio y hablaba con poca energía, aunque su voz de oro aún llenaba la habitación y sobrecogía por su profundidad.
Varias canciones You want it darker hablan del final de la vida y la preparación del encuentro con Dios. Apenas unos días antes, había avisado al mundo de que se sentía cerca de la muerte. “Estoy preparado para morir”, dijo en una entrevista con el director de The New Yorker que dio la vuelta al mundo. En aquella presentación quiso quitar hierro al asunto. «Me pongo dramático de vez en cuando», dijo. “Espero que podamos hacer esto otra vez. Me propongo vivir 120 años”. Fue la última sonrisa de Cohen en público.