Sin mencionar la palabra Cataluña, el jefe de Estado ha hecho hincapié en que «no son admisibles ni actitudes, ni comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y que comparten todos los españoles para la organización de la vida en común». A su entender, «vulnerar las normas que garantizan la democracia y libertad solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad». «El progreso, la modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la ley, en una voluntad decidida y leal de construir y no de destruir, de engrandecer y no de empequeñecer, de fortalecer y no de debilitar», ha abundado en su apelación a mantener la unidad de España. El monarca ha incidido en que la convivencia «exige siempre, y ante todo, respeto», lo que también ha reclamado para quienes tienen ideas distintas.
En la España de hoy, ha afirmado con tono severo, no tienen cabida «la intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena». Como en mensajes precedentes, Felipe VI ha destacado «el gran patrimonio común» que es España, forjado por «los sentimientos personales y colectivos de afecto, de amistad y de fraternidad». «Un patrimonio que merece el cuidado de todos y que todos debemos ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos, como lo mejor de lo que nos une», ha rematado.
En paralelo a «seguir mirando hacia adelante construyendo» España, ha defendido lo mismo con Europa y ha animado a esforzarse «paso a paso, día a día y con espíritu positivo» para que «la prosperidad y el bienestar sean la base de una convivencia ilusionada». Como en años anteriores, Don Felipe ha concluido su discurso felicitando las fiestas, además de en castellano, en catalán, euskera y gallego.