Menos de tres años después de que Pablo Iglesias proclamara en el Palacio de Vistalegre en Madrid que “el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”,lo que en realidad fue ya entonces una llamada a la unidad interna, Podemos afronta su segundo congreso estatal fracturado en dos mitades. El líder y su número dos, Íñigo Errejón, confrontan sus proyectos y, de facto, dirimen el liderazgo de la formación. Ambos se juegan su futuro, y el del partido.
“Que sepa todo el mundo que no voy de farol”, avisó ayer por última vez Pablo Iglesias. Se irá, insiste en público y en privado, si pierde el órdago. El líder ha convertido el congreso de Podemos en un plebiscito sobre su liderazgo, aunque quien fue su mano derecha y ahora encabeza su principal corriente crítica, Íñigo Errejón, no se postula al cargo de secretario general. Pero Iglesias se ha comprometido a dimitir si su lista a la dirección y sus documentos político y organizativo pierden contra los de Errejón, a pesar de que será refrendado con toda probabilidad como líder en la votación separada al secretario general. O lo gana todo o se marcha.
MÁS DE 120.000 PERSONAS YA HAN VOTADO
La participación en las primarias de Podemos había superado ayer las 120.000 personas, según informó Íñigo Errejón en su cierre de campaña en Madrid. Un total de 456.725 inscritos en la web del partido (que no pagan cuota) pueden seguir votando hasta las ocho de la tarde de hoy. Los resultados se conocerán mañana domingo a las dos de la tarde.
¿Qué harán las bases? El sector pablista confía en su victoria, ya que las bases de Podemos están más a la izquierda que los votantes del partido. Además, creen que Errejón obtuvo en la consulta a la militancia celebrada en diciembre sobre las reglas del congreso un resultado más amplio que el apoyo real que tiene —39% de los votos, por el 41% de la propuesta de Iglesias— porque fue capaz de convencer de que su propuesta era más democrática. En el sector errejonista hay realismo. Si ganaran sería una “heroicidad”, señalan, porque creen que han sufrido una campaña de guerra sucia de los pablistas en la que ellos no han querido entrar, con acusaciones de traición propagadas por la Red.
“La cultura del todo o nada y de llevar todo hasta el borde del precipicio es peligrosa para Podemos y ya ha alejado a gente valiosa”, se quejó ayer amargamente Errejón. Pero Iglesias ya le ha ganado el marco de disputa. Y las bases deciden de facto entre ambos liderazgos, entre continuidad y vuelco total.
El segundo congreso estatal de Podemos (la asamblea ciudadana) se celebra menos de tres años después del cónclave fundacional, en octubre de 2014. Los protagonistas son los mismos, pero se han fracturado. En tres años que han transcurrido “como décadas”, en palabras de Iglesias, la formación ha experimentado una creciente división interna que ha terminado situando al partido al borde de la ruptura.
La asamblea decide quién será el nuevo secretario general de Podemos, quiénes componen la nueva dirección (los 62 miembros del consejo ciudadano), qué rumbo político y qué modelo organizativo adopta el partido. Está en juego también el futuro político de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Y si serán capaces de recomponer la honda fractura entre las dos facciones: pablistas y errejonistas.
Las bases votan de forma directa y telemática, por un lado, la secretaría general, a la que solo se presentan Iglesias y el diputado andaluz Juan Ignacio Moreno Yagüe, y por otro, cuatro documentos (político, organizativo, ético y de igualdad) y la lista a la dirección. En las ponencias y la dirección los inscritos pueden elegir entre cinco candidaturas, aunque tres son las relevantes: Podemos para todas, de Pablo Iglesias; Recuperar la ilusión, de Íñigo Errejón y Podemos en movimiento, de Anticapitalistas. Tanto Errejón como Anticapitalistas apoyan a Iglesias como líder, y han pedido el voto para él.
El futuro de ambos
El papel de Iglesias y Errejón, integrantes del tándem sobre el que pivotó Podemos desde su nacimiento, depende de este congreso. Si Iglesias pierde y dimite, se retirará a un rol “discreto” en la formación, e incluso pondrá su escaño “a disposición”, anunció ayer. En ese caso, Errejón sostiene que también pondría su cargo a disposición del partido. La dirección tendría que convocar una nueva consulta a las bases para elegir al nuevo secretario general.
Si es Errejón el derrotado, el secretario político puede perder este puesto además del de portavoz parlamentario de Unidos Podemos. Pero en ese caso Errejón no se irá. “Yo el lunes sigo a las órdenes de mi proyecto político, en la posición que me hayan puesto los militantes”, dijo ayer.
El rumbo del partido depende de quién asuma las riendas. Las bases eligen entre el Podemos más izquierdista y duro de Iglesias y el más posibilista de Errejón. Aunque su desencuentro es sobre la estrategia a seguir, no ideológico o de políticas concretas, el Podemos dirigido por Iglesias mantendrá el camino actual, que pasa por una oposición beligerante que choca con lo que considera “la gran coalición” entre PP, PSOE y Ciudadanos. Si fuera Errejón quien pilotara Podemos, este trataría de llevar a cabo el “cambio de rumbo” que reclama, apostando por recuperar la “iniciativa parlamentaria” y por liderar acuerdos con otras fuerzas.
La decepción recorre el partido por una campaña sucia y bronca, y hay preocupación por cómo gestionar el día siguiente. “Es como cuando en una pareja, uno de los dos miembros verbaliza por primera vez ‘igual tenemos que separarnos’, y, a partir de que se verbaliza la primera vez, los dos operan ya con esa idea como real”, reflexiona un dirigente veterano, de los pocos que supera la treintena. Suceda lo que suceda, Podemos saldrá tocado y con heridas difíciles de restañar.