La falta de gasolina en Venezuela deja de nuevo al descubierto los problemas del régimen de Nicolás Maduro para garantizar el suministro de cualquier insumo. Ahora es el turno del combustible. Este jueves, en el sureste de Caracas, las filas de coches obstaculizaron el tráfico en los tramos adyacentes a las gasolineras. En Puerto Ordaz, en el Estado Bolívar, se han formado largas filas de vehículos desde el fin de semana, al igual que en Ciudad Bolívar, la capital de la provincia. Entre el lunes y martes, los conductores de la región central se veían ansiosos por saber si el desabastecimiento ha llegado para quedarse.
En algunas zonas de Caracas los conductores tardaron este miércoles hasta dos horas en promedio para reabastecer sus vehículos. Otras estaciones de servicio permanecieron cerradas. En los Estados de Lara, Carabobo y Aragua, en el centro occidente del país, cerró la mitad de las estaciones de servicio, según informó el portal venezolano Petroguía.
El incendio en una fosa de la Refinería Amuay, en el Estado de Falcón al noroeste del país, que provocó el desalojo de los trabajadores y una extensa humareda, se sumó a las versiones que pronostican problemas más prolongados en el abastecimiento. Pero la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) aseguró, a través de su página web, que se trataba de un «incendio menor» y precisó que las operaciones del sistema se mantuvieron con «absoluta normalidad».
En la espera algunos conductores revivieron las largas filas que se formaron entre diciembre de 2002 y enero de 2003, cuando la gerencia de Pdvsa inició un paro que pretendía la renuncia de Hugo Chávez. El fallecido mandatario no solo derrotó entonces la huelga importando combustible desde Brasil, sino que despidió a más de 20.000 trabajadores que se sumaron a la manifestación y tomó el control de una industria estratégica vital para los intereses de su proyecto político.
La irregular distribución de gasolina, una cruel paradoja porque ocurre en el país con las mayores reservas de crudo del planeta, comenzó hace 15 días, pero su aparición en Caracas, una ciudad que el régimen siempre protege de las contingencias, ha provocado la reacción informal de las autoridades de Pdvsa. Su vicepresidente de Comercio y Suministro, Ysmel Serrano, reconoció en Twitter que se han generado filas en cuatro provincias del país, «producto del retraso en el cabotaje de la gasolina». Serrano agregó que Venezuela «contaba con suficiente combustible producido en las refinerías» y prometió «estabilizar la producción». «Hacemos un llamado a la calma y a no caer en falsos rumores de sectores que juegan al caos del país», concluyó.
Camiones cisterna
La falla en Caracas ha obligado a Pdvsa a redirigir desde otras regiones unos 200 camiones cisterna para abastecer las estaciones de servicio, según información oficial. Reportes de la prensa local indicaban el miércoles que en la capital apenas quedaban inventarios del combustible de 91 octanos, el de más bajo valor. El jueves en Valencia, la principal ciudad del Estado de Carabobo, polo de la industria central del país, permanecían cerradas 13 gasolineras, según la Asociación de Expendedores de Gasolina, reportó el diario local El Carabobeño.
El número dos del régimen, Diosdado Cabello, también admitió la dificultad en las operaciones en su programa de televisión Con el mazo dando, pero llamó a las personas que aún tienen reserva de combustible en sus vehículos para que desoigan los rumores que señalan que en los próximos días continuarán las fallas. «El Gobierno les va a responder».
Iván Freites, delegado sindical de la industria petrolera, opositor del régimen de Maduro, ha señalado que las fallas en la distribución obedecen a los problemas de las refinerías de Venezuela, que no están trabajando al tope de su capacidad por problemas operativos, y la falta de pago oportuno a los proveedores internacionales que están supliendo esas fallas.
El manejo que el régimen le ha dado a la industria petrolera, a la que ha cargado de responsabilidades ajenas a su negocio, ha sido objeto de críticas por parte de extrabajadores y jubilados. Tras el paro de 2002 han denunciado la desprofesionalización de las operaciones y la falta de mantenimiento en las instalaciones, lo que ha provocado —según ellos— la caída en la producción de crudo. Venezuela produjo a finales de los 90 poco más de 3 millones de barriles de petróleo, pero hoy apenas llega a dos millones.