Mariano Rajoy no lo tendrá fácil para lograr su objetivo de una legislatura larga. No lo iba a tener en cualquier caso, pero la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas de hoy alimenta la incertidumbre sobre la estabilidad que ansía el presidente del Gobierno.
Pasase lo que pasase en esta jornada decisiva para los socialistas, Rajoy no preveía convocar en breve a los españoles a las urnas porque ha venido repitiendo que unas elecciones no convienen al interés general.
Sin embargo, la clave para que los comicios no sean inminentes no pasaba por la elección de hoy de los militantes socialistas, sino por la aprobación del proyecto de ley de presupuestos generales del Estado.
Aunque sería deseable para el Gobierno el respaldo del PSOE a las cuentas del estado de 2017, no es imprescindible si, finalmente, el único representante de Nueva Canarias en el Congreso, Pedro Quevedo, da su apoyo.
Unos nuevos presupuestos pueden amortiguar la dura oposición que se espera que los socialistas vayan a protagonizar de la mano de quien hoy ha recuperado el liderazgo del partido.
Los antecedentes de Sánchez, con su «no es no» por bandera, le hacían el candidato menos deseable para el Gobierno, la persona con la que se da por descontado que va a ser prácticamente imposible llegar a acuerdos incluso en asuntos de Estado.
Y como prueba de ello, desde el Gobierno se recuerda que en el único debate entre quienes optaban a liderar el PSOE, quien volverá a estar al frente del partido dijo que, si era elegido, su primera medida sería pedir la dimisión de Rajoy.
Lo que no hará, si se mantiene en sus declaraciones de estos días, es sumarse a la moción de censura presentada por Podemos y con Pablo Iglesias como candidato, ni tampoco presentará de momento una moción propia porque sólo lo haría si contase con la seguridad de que iba a salir adelante.
Por ahora, el Gobierno y Rajoy están tranquilos porque los números para desbancarle no suman.
Aunque con Sánchez de nuevo en Ferraz las ofertas de acuerdo puedan estar abocadas al fracaso, Moncloa prevé hacerlas argumentando el interés general y con el fin de dejar patente ante los ciudadanos que intenta el diálogo.
Pero fuentes del Gobierno reconocían antes de la votación de hoy su preocupación por la actitud de un PSOE liderado por Sánchez ante un asunto que considera esencial como la respuesta del Estado a la apuesta soberanista de Cataluña.
Fuera quien fuera el nuevo secretario general socialista, el Ejecutivo tenía intención de seguir abanderando con este partido y con Ciudadanos un frente común ante las tesis y movimientos independentistas.
Si el nuevo PSOE de Sánchez se desmarcara, el Gobierno cree que no lo entendería la inmensa mayoría de españoles y acabaría pasándole factura.
Como cree que puede ocurrir también con una radicalización de las posiciones socialistas, ya que existe el convencimiento de que el alejamiento del PSOE del centro iría en beneficio de las expectativas electorales del Partido Popular y también de las de Ciudadanos.
Las llamadas a la seriedad y la responsabilidad que han venido haciendo al PSOE los miembros del Gobierno, con Rajoy a la cabeza, se espera que se multipliquen después de la jornada de hoy, apelando, sobre todo, a que no se tire por la borda la recuperación económica y la creación de empleo.
Sin embargo, la elección de Sánchez puede romper puentes entre Moncloa y Ferraz y aleja la utilidad que podría tener una cita entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.
Por no haber, no habrá siquiera los esperados debates de los miércoles en la sesión de control del pleno del Congreso entre ambos porque Sánchez no es diputado.
Rajoy, presupuestos mediante, tiene en su mano decidir cuánto se prolongará esta situación, aunque, desde hoy, su aspiración a un extenso mandato tiene una dificultad añadida.
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