Desde muy pequeños nos enseñaron nociones básicas en economía tales como que la oferta alta, unida a una demanda baja, debe desembocar en una bajada de precios. Por el contrario, si el producto que ofertamos es muy demandado y la oferta es baja, el valor se inflará. Pues bien, el mercado inmobiliario que se vive en Ibiza parece contradecir cualquier ley económica liberal ya que las circunstancias que se viven en la zona son muy peculiares.

La isla cuenta con un volumen muy importante de viviendas desocupadas, lo que significa que la oferta es notable. Además, la demanda también es muy alta ya que multitud de personas se han quedado sin hogar tras un desahucio o bien están buscando casa con el fin de asentarse en Ibiza y crear una familia. Esto debería traducirse en unos precios relativamente bajos, al menos hasta que el número de viviendas desocupadas descendiese. Nada más lejos de la realidad. Esta isla balear es de las zonas con más casas vacías y para colmo los precios están por las nubes. Multitud de vendedores piden millonadas por los hogares que ofrecen en el mercado ya que consideran que lo atractivo de la zona lo exige. Sin embargo, esto tiene sentido en viviendas de lujo, no en familias de clase media que lo que buscan es estabilizarse e iniciar una vida allí donde trabajan.

El resultado, por tanto, es mucha gente sin hogar y mucha vivienda sin ocupantes, lo cual conforma un paisaje desolador en multitud de puntos de la isla. Las inmobiliarias, en muchas ocasiones, sudan sangre, sudor y lágrimas para vender el stock de casas que tienen a su disposición, sobre todo aquella que están diseñadas para alojar a familias de clase media y baja. Aun así, multitud de agentes inmobiliarios salen a la calle cada día y logran cerrar operaciones, tal y como se puede apreciar en cualquiler inmobiliaria en Ibiza.

La situación se ha agravado en los últimos meses con multitud de manifestaciones que han puesto de relieve el problema y que han radicalizado aún más las posturas de vendedores y compradores. Mucha gente que vendía hogares a precios aceptables comienza a subir el valor al ver que el resto hace lo mismo, mientras que los compradores se muestran cada vez más reticentes al comprobar que los precios son demasiado altos, y esperan a que todo se normalice para efectuar la compra, lo que complica lo anteriormente enunciado.

Este fenómeno afecta también a los alquileres, que muestran precios disparatados orientados al turista y no al residente permanente en la zona. Mucha gente sabe que ganará más con esa renta tan elevada alquilándolo solo cuatro meses al año que con un precio más lógico durante el año entero. Esto está provocando que la búsqueda de un hogar, ya sea perpetuo o temporal, se esté convirtiendo en misión harto complicada para multitud de trabajadores que disponen de un buen sueldo pero que no se pueden permitir invertir más de la mitad del mismo en encontrar un lugar en el que vivir.