Pablo Iglesias ha perdido su moción de censura. Al menos, aritméticamente, porque como estaba previsto solo ha sumado 15 votos más, los de ERC, Bildu y Compromís, hasta sumar 82 síes, 170 noes y 97 abstenciones.
Mariano Rajoy supera con comodidad el escollo parlamentario, está a punto de ver el final del trámite de los Presupuestos para 2017, empieza a buscar el acuerdo para los de 2018 y, sobre todo, sigue teniendo en su mano el BOE. Y ha visto como el resto de partidos, los que pueden cerrar acuerdos para revocar el legado normativo de la mayoría absoluta del PP, están tan lejos unos de otros que, en todo caso, solo coinciden en objetivos genéricos, pero no en concreción de leyes.
«Estoy satisfecho porque la moción ha sido rechazada por una amplia mayoría», ha dicho a la salida el presidente, añadiendo referencia a los datos económicos que, según él, son positivos.
«Ha habido un rechazo que para mi es muy importante, que se ha producido en otros países de Europa, a radicales, extremistas y personas con comportamientos poco saludables para la época que estamos viviemdo. Hay que trabajar en una labor que no es fácil, pero cada vez da mejores resultados», ha añadido.
Rajoy se implicó a fondo en la primera jornada, respondiendo a Irene Montero y a Pablo Iglesias, pero en la segunda solo apareció cerca de la votación. Aún así, es el único presidente que en una moción de censura no delega intervenciones en sus ministros.
Significativamente, Rajoy e Iglesias han sido despedidos por sus respectivos diputados aplaudiendo en pie, sintiéndose ganadores tras el debate.
El líder de Podemos ha debatido intensamente durante más de 12 horas y en dos días como candidato a la Presidencia del Gobierno para constatar que no hay una mayoría alternativa en el Congreso. La aritmética no da para “echar al PP”, según su propia expresión. Porque la mayoría de los grupos sí comparte la primera parte de la moción, la de censurar al Gobierno, pero no la segunda, la de apoyar a Iglesias para que sea presidente del Gobierno.
Iglesias ha logrado visibilidad política en dos días de largo debate, pero no ha sumado apoyos, ni ha logrado situar en la agenda política propuestas concretas. La única novedad es una cierta sintonía o acercamiento con los socialistas, aunque su discrepancia queda clara en la votación final.
La tercera moción de censura de la democracia ha terminado como las otras dos: con más votos en contra que a favor. La única diferencia es que en las otras dos los votos en contra superaron los 176 de la mayoría absoluta.
El único partido que ha votado con el PP en contra de la moción es Ciudadanos y esa posición ha quedado clara en el duro enfrentamiento personal entre Iglesias y Albert Rivera que ha abierto la segunda jornada.
El PSOE se ha abstenido porque, según ha explicado su portavoz provisional José Luis Ábalos, no comparten que Iglesias sea presidente, no hay mayoría suficiente y, en todo caso, será la nueva dirección socialista la que, tras su congreso de este fin de semana, decidirá su propia estrategia.
El matiz del debate es que Iglesias no ha parado de lanzar guiños al PSOE para llegar a acuerdos frente al PP. El líder de Podemos ha vuelto a citar la moción de Felipe González, presentada en 1980 sin negociar con otros partidos y sabiendo que era imposible que saliera adelante, pero omitió el dato fundamental de que entonces el socialista era el líder de la oposición, como lo era Antonio Hernández Mancha cuando presentó la suya en 1987. Iglesias no es líder de la oposición, es el líder del tercer partido, no del segundo.
Los guiños entre PSOE y Podemos chocan, no obstante, con la desconfianza mutua. Así, Ábalos reiteró el reproche de no haber permitido con su abstención hace más de un año que Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, para desalojar al PP. El portavoz socialista ha desgranado en la tribuna las diez medidas anticorrupción de Iglesias para constatar que estaban incluidas en el pacto entre Sánchez y Rivera de 2016.
El acercamiento entre PSOE y Podemos no llega a tanto como que los socialistas apoyaran hacer presidente al secretario general de Podemos, el tercer partido de la Cámara. Y en todo caso, juntos no llegan a la mayoría necesaria para que Rajoy deje de ser presidente.
Iglesias tampoco ha logrado sumar los votos de PNV y PDeCAT. Ambos partidos se han abstenido porque no están de acuerdo con que el líder de Podemos pueda ser presidente del Gobierno. De hecho, la brecha de Podemos con estos dos partidos, que serían imprescindibles para formar una mayoría alternativa al PP y Ciudadanos, ha aumentado.
En el debate, la corrupción ha marcado el rechazo al Gobierno del PP, como principal argumento para censurar la gestión de Rajoy. La corrupción seguirá persiguiendo al presidente del Gobierno que tendrá que declarar como testigo en el juicio del caso Gürtel el próximo 26 de julio.
El otro gran argumento ha sido el de Cataluña, mostrando la división en tres bloques desiguales: el de los que consideran ilegal cualquier referéndum, los que proponen un referéndum pactado y los que están dispuestos al referéndum unilateral.
En el primero se sitúan PP, PSOE y Ciudadanos; en el segundo Podemos y en el tercero ERC y PDeCAT.