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Un godo que habla de oídas

Francisco Pomares

Lo que no consiga Pablo Iglesias, ese chico milagro, no lo consigue nadie. Sólo él podía lograr que después de más de doce años de divorcio nacionalista en las Islas, Ana Oramas se descolgara con una defensa de Román Rodríguez, al que calificó de persona intachable, entregada a Canarias y etcétera, en una defensa entusiasta de Rodríguez ante las cámaras de la Televisión Canaria. Ya en el debate, las descalificaciones de Irene Montero y de Pablo Iglesias a los nacionalistas canarios habían provocado respuestas bastante contundentes -y muy celebradas en los escaños no podemitas- tanto de Oramas como de Quevedo. Pero fue la penosa intervención de Iglesias citando a Román Rodríguez como «el mejicano» y hablando de sus supuestos negocios en la Baja California, y de su relación con Julio Bonis, lo que provocó las más airadas respuestas, entre ellas las del propio Rodríguez, que no ha tenido el más mínimo reparo en calificar de godo a Iglesias.

Yo creo que ya era hora de que a Iglesias le pagaran su desparpajo para el insulto y el trazo grueso con la misma moneda. Antológica la cara del menda cuando Oramas lo calificó de machista, recurriendo a las mismas armas de descalificación «ad hominem» que Iglesias y los suyos utilizan recurrentemente. Pero al margen de rifirrafes y salidas de tono que le dan vidilla al triste circo parlamentario, uno se pregunta de dónde ha sacado Iglesias las supuestas andanzas de Román por la Baja California. Y uno se responde que probablemente alguien le ha pasado una información poco contrastada. Es verdad que Román Rodríguez se da un aire a galán mariachi, una suerte de cruce entre Jorge Negrete y Omar Sharif, pero también lo es que jamás ha pisado tierra mexicana ni tiene interés allí, probablemente para su propio disgusto. Yo creo que a Iglesias alguien le ha vendido las andanzas de Julio Bonis, que sí tuvo cierto recorrido en la Baja California, y -se cuenta- también algo que ver en una muy afamada clínica de México DF. En las investigaciones sobre la trama familiar de los Pujol, y más concretamente sobre los negocios transatlánticos de Oriol Pujol, parece que se ha colado en alguna ocasión el nombre de Julio Bonis, en tiempos mentor de Román Rodríguez -Bonis era consejero de Sanidad cuando Rodríguez fue director del Servicio Canario de Salud- y que luego acompañó a Rodríguez como consejero de su Gobierno.

Que alguien tan seguro de sí mismo como Iglesias trabuque y confunda los nombres de Román Rodríguez y Julio Bonis puede ser accidental o puede ser interesado. Lo que no parece es muy inteligente. Iglesias ha logrado la extraña unanimidad de ponerse a todos los nacionalistas canarios enfrente. Ha sido mucho más cuidadoso con los vascos, que se lo llevaron crudo en los Presupuestos (vendieron sus votos por mucho más) e incluso con los Demócratas de Catalunya (los antiguos convergentes, tan carcomidos por la corrupción -o más- que el propio PP), a los que no dudó en pedir el voto.

Iglesias tiene una visión instrumental, leninista, de la política. Y es verdad que su percepción de Canarias, sus nombres y sus códigos, resulta un punto mesetaria, por no decir muy descuidada. No quiero sumarme yo a la opinión de que es un godo o actúa como un godo. Pero, desde luego, no ha tratado a los diputados nacionalistas canarios -uno de ellos gusta además de decir que es de izquierdas- con el mismo rasero respetuoso y conciliador que a los diputados nacionalistas vascos y a los del partido catalán de la corrupción. Por algo será.

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