Centrada la pelea por las primarias socialistas entre la candidata «oficial» de Tenerife, Patricia Hernández, y el candidato «oficial» de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres, la presentación de Juan Fernando López Aguilar se antoja para muchos como un tanto exótica. López Aguilar ya fue secretario general, y no lo hizo muy bien, y además no cuenta con el apoyo de las estructuras territoriales de las Islas, y ni siquiera es seguro -hoy por hoy- que consiga sumar los seiscientos avales necesarios para participar en una carrera que desde los medios se presenta como un nuevo pulso entre «susanistas» y «sanchistas», pero que tiene características bien distintas en las Islas.
En Canarias, las primarias no enfrentan exactamente dos modelos de partido o dos vicariatos del dividido PSOE federal. Lo que enfrentan es a dos organizaciones territoriales -la de Tenerife y la de Gran Canaria- y sus aliados insulares. Esa es la lectura más correcta, pero aun así, a rebufo de las experiencias previas, lo que va a ocurrir si al final participan entre dos mil y tres mil afiliados en el proceso de primarias (el máximo que se espera), es que la decisión de las bases sea bastante autónoma de las instrucciones de los aparatos territoriales.
Y es ahí donde entra la apuesta del hombre sin apoyos: López Aguilar es hoy un «outsider» dentro del PSOE canario. Es cierto que fue uno de sus principales valores, y el hombre que llevó al PSOE canario a sus mejores resultados en este siglo, pero está bastante solo. Aun así, es el más conocido de los tres candidatos en liza y el único que tiene un perfil sin fisuras y un discurso coherente. Ángel Víctor Torres, secretario general de Gran Canaria, es un hombre gris, un personaje cuyo principal mérito en esta pelea es representar de una manera difusa al «sanchismo». Pero es difícil quitarse de encima la impresión de que su candidatura responde a una operación del diputado Sebastián Franquis por aumentar su control del partido más allá de Las Palmas de Gran Canaria, que hoy maneja sin oposición destacable. Torres se prestó a una operación en la que Franquis no quiso dar personalmente la cara, quizá para evitar acabar con ella colorada. En cuanto a Patricia Hernández, pasó de las risas y arrumacos con Clavijo a convertirse en su némesis, en una muy artificial presentación pública de la salida del Gobierno: sus actuaciones parlamentarias han estado lastradas por la contradicción de atacar lo que ayer defendía, con virajes sobre asuntos como Sanidad, la Ley del Suelo o los Presupuestos, difíciles de sostener. «Susanista» declarada hasta ayer, es la candidata «mal menor» que presenta Tenerife, y se juega toda su carrera en un lance, en el que hasta hace unos meses se la consideraba la candidata segura.
Frente a ellos dos, López Aguilar supone el regreso de una política basada en la beligerancia absoluta contra Coalición, que recuerda los mimbres del actual discurso de Pedro Sánchez contra el PP. Ese discurso tiene un evidente calado entre las bases de Canarias, y además es reconocible en la trayectoria de un político que barrió en unas elecciones, pero al que no se dejó gobernar… Despreciado hoy por sus compañeros más encumbrados, Aguilar es un tipo muy carismático, mediático, agresivo, con un discurso creíble y coherente, y aunque es evidente que los años también pesan para él, sigue resultando un candidato atractivo. Si logra sumar los avales necesarios y participa finalmente en las votaciones, es poco probable que dé la sorpresa de ganar, pero más de un susto puede darle a algun@…