La recuperación de la legendaria especie de lagarto gigante de La Gomera sigue el guión previsto. Y lo hace además de una forma lenta pero segura. Con la perspectiva que dan los dieciocho años que han transcurrido desde que se iniciaron las labores de salvamento de este reptil, se puede decir que los objetivos se van cumpliendo. En este tiempo se ha pasado de los primeros diez ejemplares criados en cautividad, a contar en la actualidad con una población de 280. A ellos habrá que sumarle los presumibles 250 que residen en su hábitat natural del risco de la Mérica en Valle Gran Rey. Y también el centenar que ha sido dejado en libertad, o al menos, los que hayan podido sobrevivir en su nuevo hogar.
El presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo, indica que estos momentos los objetivos pasan por integrar la exhibición de esta especie dentro de la planificación de un turismo sostenible que se base en los excepcionales valores naturales de la Isla. Para ello se trabaja en la línea de construir un centro de visitantes que se convierta en referente para el turismo de calidad que aspira a atraer la Isla. “Estamos hablando de un elemento estrechamente vinculado a la historia colombina que debemos saber gestionar”.
De forma paralela la reintroducción ocupa ahora el grueso de los trabajos del grupo de especialistas que se encarga del cuidado de esta legendaria especie. Desde hace doce meses se están entrenando a cien individuos relativamente jóvenes para devolverlos a la naturaleza y que aprendan a sobrevivir sin la tutela humana.
El primer intento que tuvo lugar hace ya tres años no dio los resultados esperados porque los lugares elegidos eran más fríos de lo conveniente pero el que se llevó a cabo en 2016 sí parece haber sido mucho más positivo. Al fin y al cabo se anda sobre un terreno inexplorado y con una especie que en gran parte es aún desconocida. Una vez que se vayan confirmando más datos se procederá a soltar un mayor número de lagartos en emplazamientos que sean idóneos para su desenvolvimiento futuro. Un complicado juego científico en el que las posibilidades de salir adelante o de fracasar casi están al cincuenta por ciento.
El equipo del Cabildo que trabaja con esta especie tiene como objetivo que cada año se pueda llevar a cabo una suelta y a partir de aquí ir realizando un seguimiento a su adaptación al nuevo hábitat. Los lugares elegidos son aquellos en los que se estima que existieron lagartos gigantes en el pasado, una sospecha que se basa en el hallazgo de restos fósiles en estos emplazamientos. Además, deben ser enclaves de difícil acceso para depredadores como las ratas o gatos, y también, al propio ser humano.
En general se tratan de riscos repartidos a lo largo de toda la costa de La Gomera y especialmente acantilados donde las horas de sol sean las adecuadas. En este entorno el objetivo es que la población se estabilice, adapte y reproduzca, momento este último en el que se dará por exitosa la iniciativa. Una vez que se tomó nota de la primera experiencia, los datos que se tienen ahora mismo apuntan a que la del año pasado ha sido mucho más fructífera, tal y como han confirmado las visitas llevadas a cabo por los técnicos.
Otro objetivo considerado “prioritario” que se quiere alcanzar lo antes posible es elaborar un nuevo censo sobre la población natural de la Mérica, dado que el último data de 2009. En este caso los resultados han sido espectaculares; de los diez ejemplares contabilizados una década antes se había pasado en aquel entonces a 250. No hace falta ser muy optimista para suponer que en estos momentos el número de lagartos debe ser bastante mayor. En este éxito tuvo mucho que ver el desarrollo de los programas europeos Life. En concreto, se utilizaron estos fondos para proteger a la población de los depredadores, especialmente de los gatos asilvestrados.
Otro objetivo considerado fundamental es contar con un centro de interpretación del lagarto gigante. Y lo es tanto desde el punto de vista científico como turístico. Por lo pronto la idea es que en las futuras instalaciones de Juan Rejón se cuente con un terrario en el que residan los ejemplares de mayor edad y por lo tanto como menos posibilidades de sobrevivir en un hábitat natural. Pero lo ideal sería disponer de un centro de interpretación exclusivo para este legendario animal con salas de proyecciones, paneles informativos y lo que sea necesario para acercar al público a su realidad. El centro actuaría como un auténtico polo de atracción turística con visitas guiadas. El éxito estaría asegurado en cuanto que el lagarto gigante llama la atención y despierta curiosidad entre los visitantes.
Conocer al lagarto gigante
Aún no se ha alcanzado el objetivo de que el lagarto gigante de La Gomera deje de estar en la lista de especies en peligro de extinción, pero lo cierto es que gracias a la labor desarrollada durante estos años su situación ha mejorado de forma notable. En este tiempo ha pasado de estar a punto de desaparecer a contar con más de medio millar de ejemplares, fruto de un ritmo sostenido de 80 ó 90 nacimientos anuales.
O de ser un animal cuya naturaleza resultaba casi insondable a tener un conocimiento mayor de su realidad biológica y comportamiento. La tarea desde luego no resulta fácil si se tiene en cuenta el esfuerzo económico y científico que supone elaborar trabajos que arrojen alguna luz sobre este misterioso animal.
El último estudio entorno a esta especie data de finales del año pasado, fue elaborado por el Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna (ULL) y se centraba en las malformaciones congénitas de la gallotia bravoana, nombre científico de la especie. El trabajo es obra de los biólogos Juan Antonio Hernández-Agüero de la ULL, experto en parasitología, ecología y evolución y Sonia Plasencia, del Cabildo, una de las técnicos que más estrechamente ha trabajado en la recuperación del lagarto.
En el estudio se apunta que en el año 2015, y dentro del programa de cría en cautividad de la especie, nacieron en el centro de recuperación varios ejemplares con un tamaño menor de su cola. Se trataba de tres individuos que sobrevivieron a sus primeros años de vida sin problemas. Formaban parte de una puesta de un total de ocho huevos, de los que llegaron a eclosionar siete; tres sin problema alguno aparente, uno con una ligera disminución del grosor de la cola y los tres restantes con la malformación citada.
Desde que se capturaron los seis primeros ejemplares, se tiene constancia oficial del nacimiento de más de 500 en cautividad, por lo que estos tres individuos con malformaciones representan menos del 0,6% del total. En el año 2016 nacieron en el Centro de Recuperación 88, ninguno de los cuales presentaba esta característica. En cuanto a las causas, el origen podría estar en la depuradora de aguas residuales situada en las inmediaciones del centro de cría en el municipio de Valle Gran Rey, ya que los contaminantes que este tipo de centros emiten pueden llegar a causar malformaciones. Sin embargo, es la primera vez que ocurre en los 15 años del programa, en 13 de los cuales se ha mantenido la misma ubicación. Otra posibilidad es que estas malformaciones fueran ocasionadas por parásitos o una incorrecta temperatura de incubación. Por último, podría estar en el proceso de endogamia que sufre la especie, bien por la baja riqueza genética o debido al limitado número de progenitores al inicio del programa de cría en cautividad y que suponía un total de 12 individuos nacidos en libertad.
Tras la leyenda
Esta especie endémica de la Isla se creía que estaba extinta desde el siglo XV. La principal causa de la regresión fue la acción del hombre, ya sea indirectamente a través de la introducción de especies exóticas que la depredan como el gato o la rata o compiten con él, al estilo de cabras o conejos, o bien directamente mediante la caza o la destrucción de su hábitat.
Tras su redescubrimiento en el año 1999 por parte de un grupo de zoólogos que tomaron en serio las leyendas que se contaban en Valle Gran Rey sobre la existencia de unos lagartos de grandes dimensiones, se ha sometido a un programa de cría en cautividad, que perdura hoy en día. Esta iniciativa tiene el objetivo de reintroducir la especie y crear nuevas poblaciones estables y ha sido posible gracias a la colaboración de diversas instituciones, entre las que se incluye el programa europeo Life, el Cabildo de La Gomera o la Asociación Herpetológica Española.
Esta especie es uno de los reptiles más amenazados del planeta, recogido como En peligro de extinción tanto en el Catálogo Canario de Especies Amenazadas como en el Catálogo Nacional, donde aparece bajo la denominación de gallotia gomerana. Asimismo, está catalogado como en peligro crítico por la Unión Internacional de Especies Amenazadas (IUCN) e incluido en el Atlas y Libro Rojo de Anfibios y Reptiles de España como En Peligro Crítico.