Lo que se ha dado en llamar turismofobia se ha convertido en la serpiente informativa del verano a consecuencia de que los radicales de Cataluña y Baleares han decidido convertir esta actividad en su enemigo, contrarios, al parecer, a que el turismo esté al alcance de todos los bolsillos porque altera su utopía local en favor de la economía y el empleo.
Por nuestra parte, hemos expresado en múltiples ocasiones que se están generando nuevos modelos alrededor de la actividad turística y que los poderes públicos y los expertos deben analizar y legislar para que el desarrollo de este sector se produzca de la forma más armónica y respetuosa posible tanto para el medio ambiente como para las idiosincrasias propias de cada destino. En caso contrario, se crean falsos escenarios sin alma, parques temáticos destinados en exclusiva al consumismo, como ocurre en la cada vez más despoblada Venecia, que se está convirtiendo en un ejemplo paradigmático de esta realidad.
Igualmente, se deben impedir formas de competencia desleal y de economía sumergida como los alquileres turísticos alegales (cuando no del todo ilegales), que, si bien generan rentas, no aportan riqueza social a través de la contribución impositiva o la creación de empleo. Al contrario, es una nueva vía de economía irregular que está atentando directamente contra el derecho fundamental de los ciudadanos a la vivienda recogido en el artículo 47 de nuestra Constitución, encareciendo hasta precios exorbitantes los arrendamientos.
Y si todo lo dicho son nuevos problemas a los que hacer frente, no debemos olvidar que, no obstante, no es una novedad, sino un nuevo ciclo en una actividad siempre tan pujante como cambiante, como prueba que el modelo turístico tradicional haya sido el mayor y más voraz devorador de territorio en toda la costa española, incluida de forma señera Canarias, una potencia turística de primer orden con sus quince millones de visitantes anuales.
Pero, ¿hay otras alternativas económicas que nos permitan prescindir del sector turístico, que nos permita decirles a nuestros visitantes que no son bien recibidos, como están haciendo los radicales en Barcelona o en Palma?
Parece evidente que no, menos que en ningún sitio, en Canarias. Es la bondad de nuestro clima, la calidad de nuestras playas, las que permitieron inicialmente que unos pioneros emprendieran la actividad en nuestras islas. Esto transformó a una sociedad agraria, caciquil y pobre, que encontró un camino a la modernidad que nos ha permitido salir de un atraso de siglos. Y esto puede parecer un tópico hoy día, pero no lo es en modo alguno, como bien sabemos los que hemos vivido en el medio rural y, especialmente, en las islas no capitalinas.
Por eso, desde Agrupación Socialista Gomera (ASG) decimos no sólo sí al turismo, sino que para todas las islas también. Las que llamamos Islas Verdes, las tres más occidentales de nuestro archipiélago, precisan desarrollar más la actividad turística para crear empleo y fijar a la población. No desde el turismo de masas de los años 60 y 70. Eso no tendría sentido en la actualidad.
Agrupación Socialista Gomera ha defendido y defenderá siempre un modelo de turismo sostenible. Este es el modelo que necesitan Islas como La Gomera, un turismo que atienda a nuestros valores ambientales, que muestre nuestra naturaleza, historia, tradiciones y cultura, que disfrute de nuestro parque nacional, de nuestra gastronomía y folclore; un modelo con límites al crecimiento, pero que permita que la isla recupere la población que tuvo antaño porque genera actividad y riqueza.
Desde nuestro punto de vista, esta es la fórmula que va a hacer posible una economía equilibrada y sostenible para todas nuestras Islas, para que todos los canarios encuentren oportunidades de trabajo y bienestar sin excepciones.