Con mi amigo Juan Manuel García Ramos guardo, políticamente, severas diferencias. Empezando por mi rechazo absoluto a su posición de subordinar unas siglas históricas como las del PNC a ese conglomerado de intereses nacionaleros que es Coalición Canaria, lo que no obsta para que mantengamos también algunas afinidades. Entre estas está la que tengo –parcialmente- respecto a su respuesta (las de Clavijo, Román Rguez & Cía ni se han producido ni se esperan) a los planteamientos psoísticos, enmarcados en el extraño federalismo asimétrico, de Pedro Sánchez y su pirueta verbal de la pasada semana, al declarar que España es una nación –aunque los “separatistas” la denominen “el Estado”- y que además de España, también tienen la consideración de nación, Cataluña, País Vasco y Galicia ¡cuatro naciones! -a las que no se me ocurre negar su existencia- y a las que Susana Díaz se apresuró a equiparar a Andalucía.
Juan Manuel, y por su boca el PNC, copio textualmente, expresa que: “Canarias no es que sea una nación dentro del Estado actual, es, desde el punto de vista histórico y geográfico, la última colonia del imperio español. Canarias es un sujeto político excepcional dentro del Estado español, muy lejos –en distancia física y política- de lo que pueden significar Cataluña. País Vasco o Galicia. A Canarias para convertirse en Estado no le hace falta sino ir a la ONU y tramitar su proceso de descolonización cuando nuestro pueblo así lo decida.
El debate que abre Pedro Sánchez y su partido debe ser más cuidadoso con algunos territorios como Canarias y no volver a tratarnos como subalternos dentro de la organización territorial del Estado”
Mi acuerdo con el literal de la primera parte es casi total con un matiz deferencial. Canarias constituye hoy una NACIÓN pero no integrada como tal en el Estado español, en el que participa en concepto de COLONIA (no la última, porque aquí, en África, quedan también Ceuta y Melilla). Es precisamente el hecho de la explotación colonial española de esta patria archipielágica nuestra, la que nos convirtió, de territorios insulares diferenciados, en una NACIÓN, conquistada y ocupada militarmente por una metrópoli ajena a este continente –como hizo con medio mundo- lo que nos convierte en nación sujeta a esa explotación colonial europea.
Mi acuerdo con el literal del final de esa primera parte es total. A Canarias nos bastaría con ir a la ONU para iniciar el proceso descolonizador pero, justamente, “cuando nuestro pueblo así lo decida”. Mi acuerdo con Juan Manuel se queda en esa literalidad. Si estamos reconociendo esta realidad innegable ¿qué estamos haciendo para resolverla? ¿Por qué no estamos incidiendo en la vida política canaria llevando al ánimo de nuestra gente esa realidad colonial? Pobre Secundino si levantara la cabeza y viera que el partido que se inspiró en su lucha y sus principios, el PNC, tiene vocación de telonero de la satrapía insularista travestida en “nacionalista”. Volvería a reclamar que nos falta un partido que luche, sin vergüenzas, cortapisas ni falsos aliados serviles como los coalicionados, por la independencia de la patria.
La segunda parte del escrito pudo habérsela ahorrado Juan Manuel y el PNC. ¿Cómo va a tratar a un territorio colonial como Canarias, un líder político español y un partido como el PSOE que, desde su Congreso de Suresnes del 74, arrinconó el reconocimiento a la libre determinación y se dedica con verdadero ahínco a salvaguardar la unidad sacrosanta de la patria de los Franco y sus herederos, los Borbones?
Nos trata exactamente como lo que somos y nos resignamos a ser.
Francisco Javier González
Gomera a 6 de Septiembre de 2017