La esquina de Rambla Catalunya y Gran Vía —donde se ubica la Consejería de Economía de la Generalitat— fue el lugar elegido como epicentro de las protestas callejeras en Barcelona durante la tensa jornada del miércoles. A sus puertas llegaron a reunirse hasta 40.000 personas, según fuentes de la Guardia Urbana. En estas dependencias, la Guardia Civil llevó a cabo registros desde primera hora de la mañana. Con el paso de las horas y hacia la medianoche del jueves, aún permanecían medio millar de manifestantes en las inmediaciones pese a los llamamientos de los líderes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium para que «abandonasen las protestas hasta el día siguiente». Estos continuaron bloqueando el acceso frente a la Consejería de Economía y los Mossos d’Esquadra, desplegados en torno al inmueble, se abrieron paso entre los congregados para crear un perímetro de seguridad que permitiera a los agentes de la Guardia Civil abandonar el edificio de forma segura.
Los momentos de tensión derivaron en cargas policiales que causaron algunos heridos entre los manifestantes. La operación se prolongaría durante varias horas. Después de los primeros enfrentamientos algunas personas resultaron heridas y una ambulancia se desplazó hasta el lugar para atender a una de ellas. Los congregados arrojaron objetos a los Mossos y hasta tres coches de la Guardia Civil ubicados en los alrededores quedaron muy deteriorados. Entre los destrozos hay ruedas pinchadas, cristales rotos y multitud de abolladuras. Sobre la 1.30 de la madrugada, los agentes consiguieron alejar las protestas de las puertas del edificio y algunos funcionarios, que permanecían en su interior, salieron entre aplausos y gritos de «no estáis solos».
Los Mossos tenían órdenes de «ser especialmente restrictivos y cuidadosos con el uso de la fuerza». El dictamen provenía de un comunicado interno difundido por el mayor de la policía catalana, Josep Lluís Trapero, y al que tuvo acceso Europa Press en el que se añadía que el uso de la fuerza «se limitara a aquellos casos en que se haya de garantizar la seguridad propia o de terceros y siempre que no haya otra opción menos lesiva».
Pasadas las 3.00, un primer grupo de guardias civiles vestidos de paisano, formado por cinco personas, lograron abandonar las dependencias de la Consejería protegidos por los Mossos entre los gritos de los aún congregados. Mientras tanto, varias unidades de antidisturbios intervinieron nuevamente para dispersar la zona y ampliar el cordón policial en la entrada del edificio. Acto seguido, un par de agentes salieron de las instalaciones para comprobar el estado en el que se encontraban los vehículos y tomaron fotografías de los mismos.
En el edificio permanecen todavía una quincena de uniformados transcurridas 20 horas del inicio de los registros, los cuales fueron ordenados por un juez de instrucción de Barcelona, en una operación en la que también se han detenido a 14 personas. Los policías que pudieron salir recorrieron un pequeño tramo de Rambla de Catalunya y se subieron a unos coches sin distintivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad, escoltados en todo momento por los Mossos. A las afueras del inmueble, el número de manifestantes ha ido menguando durante la noche hasta quedar reducido a un grupúsculo de unas 30 personas.