En el PSOE se asegura que Patricia Hernández tiene escasas posibilidades de seguir al frente del grupo parlamentario, y que el retraso en la toma de decisión no es fruto de una división irreconciliable de criterios sobre su futuro en la ejecutiva regional, sino de la necesidad de despejar otros problemas: Ángel Víctor Torres quería a Lola Corujo en la portavocía o incluso la presidencia del grupo, pero para que la señora Corujo vuelva a asumir las competencias que ya tuvo en el grupo, es necesario que renuncie a la alcaldía de San Bartolomé, que hoy desempeña y que no quiere abandonar. La alternativa es la grancanaria Nayra Alemán, pero ese nombramiento crearía problemas de ajuste con Tenerife. A Patricia Hernández le queda ahora rentabilizar la oposición de Tenerife a una supuesta concentración de cargos grancanarios en la ejecutiva, y la amenaza de presentarse a las primarias a la Presidencia del Gobierno si la sacan de la Presidencia del grupo parlamentario. Lo cierto es que fuera de la Presidencia del grupo sus posibilidades de ganar las primarias se reducen. Pero ella amaga.
Sorprende que Patricia Hernández haya perdido tan rápidamente los apoyos de la mayor parte de la dirección. De hecho, el anuncio formal de la ejecutiva del PSOE de que no participará en ninguna censura contra Clavijo, y que el PSOE busca un gran pacto social en las Islas, supone de facto una descalificación de la política seguida por Hernández, y especialmente del pulso que mantuvo con el presidente Clavijo desde agosto del pasado año. Quizá algunos piensen que ha pasado mucho tiempo desde que se produjo la ruptura en el Gobierno, pero lo cierto es que no ha pasado tanto: el PSOE abandonó por segunda vez el consejo de Gobierno en diciembre de 2016, a cuenta de unos desacuerdos menores en relación con quien debía instruir los fondos de empleo, y fue expulsado del Gobierno casi inmediatamente. Detrás de la decisión de Patricia Hernández, respaldada en su momento por alguno de los actuales miembros de la ejecutiva socialista, estaba la posibilidad, acariciada por la vicepresidenta, de urdir una moción de censura contra Clavijo que -según se le hizo creer a Patricia Hernández y a alguno de los suyos- habría contado con el apoyo de Nueva Canarias, Podemos y el Partido Popular, y que la habría aupado a ella a la Presidencia.
Los protagonistas de aquella más que obvia intoxicación, parapetados detrás de las mismas portadas y artículos que anunciaron durante todo el pasado mes de diciembre la inminencia de la censura contra Clavijo, son los mismos que -con el mismo ímpetu- vincularon los «blooms» de microalgas a los vertidos de aguas sin tratar, desatando el surrealista «pleito fecal» entre Gran Canaria y Tenerife que nos ha tenido entretenidos los últimos días.
Toda la estrategia que acabó con la brillante carrera de Patricia Hernández no fue elaborada por el Partido Popular, por alguna lumbrera podemita o por el hábil Román Rodríguez. Fue diseñada por un medio de comunicación agradecido a Paulino Rivero por sus contratos en producción televisiva, y por un concreto periodista, empleado en su día por Rivero, y cuyos objetivos no eran en ningún caso favorecer al PSOE o a la exvicepresidenta, sino quitarle la Presidencia a Clavijo para poner en su lugar a otro más dispuesto en materia de contratos televisivos. No les salió, pero por el camino se llevaron por delante a Hernández y al pacto de Gobierno. Ahora, a rey muerto, rey puesto: en los últimos días, periódico y periodista -asesor áulico de Hernández durante meses- han virado su atención hacia Asier Antona, presidente del PP regional. Voldemort sigue oculto en las sombras… Acecha una nueva presa.