Los canarios hemos avanzado mucho en apenas unas décadas. Hemos dejado atrás tiempos peores, épocas en las que buscamos a miles de kilómetros las oportunidades que no encontrábamos en las Islas. No ha sido poco lo que ha logrado nuestro pueblo. No han sido pocas las dificultades que con el esfuerzo de todos han dado paso a un periodo de mayor bienestar.
Venimos de una realidad peor que esta. Las generaciones que nos precedieron vivieron un Archipiélago atrapado en el desempleo, el analfabetismo, la precariedad y la ausencia de servicios públicos básicos, especialmente en las islas no capitalinas. Hemos convivido con siglos en los que lo único sostenible era la pobreza. Pobreza que los ciudadanos de las islas periféricas hemos sufrido con especial virulencia.
En ocasiones, por culpa de quienes en los ministerios ni atendieron ni entendieron nuestros problemas, y otras veces, por errores propios, esta tierra no remontó hasta que a partir de la década de los setenta el turismo y la construcción aceleraron como nunca antes nuestro crecimiento económico.
Afortunadamente, los peores momentos forman parte del pasado. El esfuerzo de todos, con las instituciones al frente, ha hecho posible que hoy seamos una región más moderna, equilibrada y viable. Han mejorado los servicios públicos, las infraestructuras, las comunicaciones, la formación o la preparación de nuestros profesionales. Todos los indicadores confirman que hoy somos una sociedad con una mayor capacidad y fortaleza. Todos los datos avalan que estamos mejor. Mejor, pero no bien.
El 44,6% de nuestra población, casi uno de cada dos canarios, está en riesgo de pobreza o exclusión social. En los últimos dos años esa amenaza ha crecido en casi siete puntos. Estamos diez puntos por encima de los indicadores de pobreza existentes antes de la crisis económica. 227.000 canarios padecen privaciones severas, viéndose obligados a vivir -a sobrevivir, cabría decir- con menos de 350 euros mensuales. 735.000 personas se encuentran al filo del abismo de la pobreza.
Estamos mejor, pero ni de lejos podemos decir que estamos bien. Un millón y medio de canarios -siete de cada diez- sufren distintos grados de pobreza según los criterios de la Unión Europea. Salarios que se mueven entre los más bajos de todo el país, más de 23.000 pensiones no contributivas que mantienen a miles de personas atrapadas en la precariedad o con las necesidades más elementales sin cubrir y un cuarto de millón de parados son algunas de las cifras que retratan una comunidad más rica pero también más desigual, más moderna pero también más injusta.
En Agrupación Socialista Gomera somos conscientes del trabajo que se ha hecho y siguen haciendo en las corporaciones municipales e insulares. En nuestra Isla, en La Gomera, con perseverancia, esfuerzo y a veces con coraje hemos hecho valer los derechos de quienes viven en la Isla; hemos trabajado para mejorar sus condiciones laborales y su calidad de vida. Somos igualmente conscientes de que desde el Gobierno de Canarias se están multiplicando iniciativas y recursos para combatir una pobreza que debemos mantener siempre en lo alto de las agendas, prioridades y programas electorales para estar con quienes más difícil lo tienen.
Se están haciendo cosas, pero hay que hacer más. Hay que hacer mucho más. Entre otras, mejorar el empleo que se genera en Canarias. No basta con crear empleo. Es imprescindible ofrecer buenos empleos, trabajos que estén bien remunerados y con la estabilidad que exige cualquier proyecto de vida.
Canarias debe apuntalar sus motores económicos, pero con idéntica convicción tiene que volcarse en el compromiso de crear más y mejor empleo. El 80% de la población de Canarias vive en el reducido territorio de dos grandes islas mientras las restantes padecen los efectos de la doble insularidad, el despoblamiento y los sobrecostos. Es un modelo desequilibrado que ha creado un Archipiélago de dos velocidades.
Podemos cambiar las cosas, pero no podemos perder más tiempo. Cuando tanto se habla de reformas “políticas”, la que realmente necesitan las Islas es la que nos permita acabar con la pobreza reformando el empleo y transformando nuestra economía, reinventándonos allí donde estamos fallando.
Pudiendo ser de utilidad, lamentablemente no basta con un plan para combatir las cifras de la vergüenza. Canarias es hoy una comunidad más moderna, capaz y equilibrada que hace décadas, pero estamos aún muy lejos de la sociedad justa que debemos ofrecer a los canarios de hoy y de mañana. Y esa sociedad pasa necesariamente por cambiar el modelo laboral y territorial, para que todos los ciudadanos de estas islas tengan las mismas oportunidades de prosperar allí donde vivan.