Una isla sin ningún semáforo. Así resumíamos la paz y el respeto que reinaba en La Gomera. Y sólo con esto, los que no la conocían quedaban maravillados.
En La Gomera siempre ha habido el mayor respeto entre conductores y peatones. El bien más protegido siempre ha sido el peatón. La convivencia entre ambos es perfecta.
El semáforo es el símbolo de la pérdida del respeto entre conductores y viandantes. Es la expresión misma de la agresividad en el volante. Cuando nadie respeta a nadie, se instala un semáforo.
¿Acaso hay conductores furiosos en La Gomera, concretamente en San Sebastián? Yo no los he visto. Entonces, ¿por qué el Cabildo está sembrando de semáforos la Villa? El semáforo no es una muestra de modernidad, sino la expresión vergonzante de la ausencia de respeto y convivencia armónica entre conductores y peatones.
San Sebastián no tiene un problema de tráfico, pero el Cabildo de La Gomera se lo inventa. Y quizá algún día se arrepienta. No sólo porque priva a la isla de un rasgo que la hacía única en el archipiélago, sino, sobre todo, porque la conducción con semáforos elimina la conducción respetuosa entre conductores y peatones. Sólo se respeta el color del semáforo. Y cualquiera que nos «haga perder el color verde» -como los ancianos o personas con alguna minusvalía-, despierta de inmediato la agresividad.
Y así es como, por un capricho, los conductores de las las nuevas generaciones dejarán de ver al peatón como un bien a proteger. Ya no será necesario el respeto. El nuevo totem a respetar será el semáforo.