Como ocurre cuando se va subiendo por una montaña con la vista puesta en la cima, a veces hace falta detenerse para mirar el camino que se ha andado. Es en ese momento cuando se puede tener una verdadera perspectiva del esfuerzo que se ha hecho y de sus resultados.
Hoy La Gomera es mucho más y mucho mejor de lo que nunca fue en el pasado. La Gomera es progreso, serenidad, naturaleza, equilibrio, cultura, comunicaciones… La Gomera es mayor justicia social, más oportunidades, mejores logros. La Gomera de hoy es el resultado de los esfuerzos y el trabajo de mucha gente que ha transformado radicalmente el rostro de la pobreza, el abandono y el subdesarrollo que se vivía en nuestra tierra hace no hace muchos años.
El resultado de lo que hoy es La Gomera es mérito de todos y de ninguno. Lo que cambia a una isla no es el esfuerzo individual, sino el colectivo. Es el impulso que da una sociedad para cambiarse a sí misma. Pero es verdad que para lograr la transformación que se ha operado en nuestra isla ha sido necesaria la llegada de la democracia y de la autonomía que nos dieron los instrumentos de autogobierno para acabar con la injusticia social.
Cuando Canarias era una región más rica que la media de las regiones peninsulares, en La Gomera se vivía la peor de las pobrezas. La vida de nuestros abuelos iba de la cocina de leña a la finca, del hambre a la emigración, de la lucha por la supervivencia y de soportar penurias, caciques y subdesarrollo. Prosperar era un milagro y la educación, en un mundo de analfabetos, algo exclusivo de unos pocos privilegiados. No estoy hablando de la prehistoria, por mucho que lo parezca, sino de unos años que vivieron nuestros abuelos y también los padres de los que tenemos cierta edad.
Pero con la libertad y el autogobierno, La Gomera buscó su encaje en una Canarias diferente. Una comunidad en la que las islas compartieron el poder político y establecieron mecanismos de solidaridad para que los menos favorecidos, los que menos recursos tenían, pudieran avanzar para equipararse a los más desarrollados. En cuatro décadas el cambio que hemos dado en nuestra isla ha sido espectacular. Primero un cambio social, porque nuestros jóvenes son la generación con mejor formación que nunca hemos tenido, porque hemos acabado prácticamente con el analfabetismo, porque hemos mejorado nuestras comunicaciones interiores y hemos logrado conectar nuestra isla con el resto del Archipiélago y porque hemos luchado para rescatar a aquellos que se encontraban en situaciones de necesidad. Vivimos en una sociedad mejor, porque además es más justa. Y ese no es un regalo que nos haya caído del cielo, sino el resultado de un trabajo que empieza en los ayuntamientos, sigue en el Cabildo y acaba en la propia Comunidad Autónoma canaria.
A lo largo de una generación hemos visto cambios extraordinarios. Y en los últimos años esos cambios se han acelerado. Algo ha tenido que ver la fuerza que los gomeros y gomeras le han dado a un pequeño partido político de vocación social y comprometido a muerte con su isla. Agrupación Socialista Gomera ha sido capaz de levantar una bandera que hoy en Canarias ondea clavada en el pensamiento de la acción política. Hemos trabajado y hemos logrado que se perciba la existencia de islas que no tienen las mismas condiciones de desarrollo que las dos grandes y hemos denunciado la centralización de recursos y de inversiones en las dos islas capitalinas. Hemos pedido y logrado que se hagan leyes especiales para islas especiales, como la Ley de Turismo para las Islas Verdes, y que se discrimine con mayores inversiones a los que necesitan más desarrollo, una medida que cristalizó en el Fondo de Desarrollo de Canarias. Hemos defendido la paridad entre los débiles y los fuertes y hemos luchado para que se reconocieran los costos de la doble insularidad que lastran el desarrollo de las islas no capitalinas.
Todo eso ha sido de puertas para afuera. Porque hacia adentro, lo que hemos hecho es acelerar la transformación y el desarrollo de una Isla que ya venía caminando en las últimas décadas por la senda del progreso. Como se decía en la transición, avanzando sin prisa pero sin pausa hacia mayores cotas de bienestar y de progreso. Porque queremos que en La Gomera haya riqueza, pero no nos vale de nada si esa riqueza no fluye hacia las familias de nuestra Isla. Aquí no queremos explosiones turísticas producidas por capitales foráneos. Hemos aprendido en cabeza ajena. Queremos una isla sostenible, verde, hermosa. Y un turismo que sepa apreciar sus bellezas naturales.
Nos falta mucho para llegar a esa cumbre hacia la que vamos ascendiendo. Pero si nos paramos y miramos hacia atrás produce vértigo ver desde dónde venimos y dónde estamos. La Gomera es hoy muchas cosas. Una isla conectada, segura, solidaria, que se ocupa de sus mayores, que persigue la justicia social y que lo hace en pleno desarrollo económico. Es todo eso y mucho más. Pero La Gomera es, sobre todo, un lugar donde merece la pena nacer, vivir y ver crecer a nuestros hijos.