POR CARLOS FUENTE.- El Rey presidió, el pasado jueves, día 8, el acto en el que Román Escolano Olivares juró su cargo como nuevo ministro de Economía, Industria y Competitividad. El nuevo miembro del Ejecutivo juró su cargo ante un facsímil de la Constitución abierta por el Título IV, que trata del Gobierno y la Administración, dispuesto junto a un crucifijo y una Biblia editada en 1791 y dedicada a Carlos IV, abierta en el capítulo 30 del Libro de Números (porque esa fue su decisión). Cada jura o promesa de un miembro del Gobierno salen las mismas preguntas: ¿Juran los ministros ante un crucifijo por tradición o convicción? Si es por tradición, es hora que actualicen. Y si es por convicción deberían pensar que son miembros de un gobierno que ha de gobernar para todos los españoles, con independencia de su pensamiento o confesión religiosa. Aunque respetamos que el Ministro por sus creencias religiosas tenga el “derecho” de hacerlo ante el crucifijo y Biblia, pienso que ya es hora de que en sus actos oficiales se atengan a lo estrictamente legal dejando de lado lo religioso. Empieza a ser hora de que piensen que por no jurar o prometer ante el crucifijo no van a ser mejor o peor ministros, o mejor o peor valorados. Es hora de que estas ceremonias sean estrictamente civiles y la religión quede al margen o se reduzca al ámbito personal. La decisión de Felipe VI de respetar si quieren o no crucifijo es digna de reconocer, pero los ministros ya es hora de que se olviden de mirar fotos atrás y pensar que lo que juran o prometen es cumplir con la Constitución, no con la Biblia o con Dios (que eso queda en su interior).
En cualquier caso, la jura del Ministro (una vez más) suscita ciertas reflexiones, al menos dos: ¿Qué hay que hacer con las manos ante la mesa de juramento? ¿Cuál debe ser la precedencia protocolaria en la mini foto de familia? Ahí nos detenemos, para no entrar en el detalle de la soledad del Presidente del Gobierno y el Rey en un acto tan relevante como éste. En cuanto a las manos, desde el jueves he recibido varias consultas sobre si es correcto que el Ministro ponga su mano en el lado de la Biblia. Me preguntaban si debe ser la mano derecha sobre la Constitución o a la izquierda sobre la Biblia. Lo más importante, hay que recordar, es que juren o prometan el cumplimiento de la Constitución, la lealtad al Rey como Jefe del Estado y guardar y hacer guardar en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros, tal y como señala la fórmula aprobada por norma. Este requisito es imprescindible para asumir el cargo y supone el compromiso leal y firme de que trabajarán cumpliendo la norma máxima española.
Dicho esto, entramos en detalles menores, pero no menos importantes de cara a la imagen institucional que se ofrece a la sociedad. Fríamente hablando, jurar ante la Biblia una función constitucional secular no tiene sentido alguno (ni da más credibilidad, ni tranquiliza a los ciudadanos, acostumbrados ya a personalidades que han jurado ante las Sagradas Escrituras y han terminado en los juzgados o en la cárcel por asuntos reprobables también desde el punto de vista católico, pero si que la jerarquía eclesiástica haya dicho ni “mu” al respecto).
Aunque pienso que la Biblia y el crucifijo deberían desterrarse de esta ceremonia oficial obligada, no voy a entrar en ello, en el respeto a la libertad religiosa. No obstante, ante las preguntas que he recibido sobre qué “libro” jurar y poner la mano en él, no me cabe la menor duda que es sobre la Constitución Española. No cabe recurrir a lo que hacen en otros países, como los Estados Unidos, que juran ante la Biblia. Opinaría igual, por cierto.
La norma vigente en España es jurar o prometer la Constitución, por lo que en consecuencia lo que debe hacerse –por simple deducción- es poner la mano sobre la Constitución, aunque se haga en presencia de la Biblia. Sencillamente porque es la esencia del acto. ¿Por qué mezclar política y religión? El hecho de que lo hagan ante la Biblia no les da más credibilidad, ni les obliga a más. Jurar y prometer la Constitución sí obliga a todo lo que dice la máxima norma. Que cada uno interprete.
En la España actual, lo lógico, es que si se recurre a las manos en la puesta en escena, una de ellas debe ponerse sobre la Constitución. Y, además, si se sigue la tradición, hay que jurar con la mano derecha y dado que de este lado está la Constitución está clara la respuesta. Casos atrás hemos visto a ministros posar ambas manos sobre los dos libros (mal menor, pero algo ridículo). Como sigo pensando que la Biblia sobra, no es necesario que me manifieste más al respecto.
Protocolo “foto de familia”
En relación a la foto de familia, es decir, el posado tras la jura o promesa, el protocolo seguido y que puede apreciarse en la imagen y video, considero que no fue acertado. El Presidente del Gobierno debería ocupar el puesto dos a la izquierda del Rey, y dejar la derecha del Monarca (puesto 3) al Ministro (puesto especial y de honor). ¿Por qué? En primer lugar porque el Presidente tiene más rango que el Ministro y es el responsable de su nombramiento; y en segundo lugar, porque si se busca la deferencia de dar un puesto especial al nuevo ministro (cosa lógica), ése es la derecha del Rey. Al ser cuatro para la foto, poner en el centro al Jefe del Estado que firma su nombramiento y a Presidente del Gobierno que lo refrenda, es lo lógico, y después de ellos y a la derecha del Rey el político entrante. El Ministro de Justicia, que actúa en estos casos como Notario Mayor del Reino y da fe del acto de juramento o promesa, el último en este caso (su puesto, además, en esta situaciones irrelevante).
Claro que entiendo que la primera foto es el Rey con el Ministro solos, y que en este caso Felipe VI debe estar a la derecha, y no tiene sentido que intercambien posiciones cuando se incorporen el Presidente y el Ministro de Justicia. Pero en el balance final, parece más elegante que el Ministro en la primera foto quede a la derecha del Monarca. La imagen que más hemos visto en medios de comunicación es la de los cuatro, no la de los dos. Y no olvidemos que en estos caso el verdadero puesto de honor es la derecha del Rey, que debe reservarse al político que acaba de acaba de jurar.
Prescindir del crucifijo, ¿cuesta tanto?
Bueno, estamos a punto de cumplir los 40 años de una Constitución que respeta la libertad religiosa, y hasta ahora no ha habido políticos de los poderes centrales del Estado que hayan prescindido del crucifijo y la Biblia (salvo el propio rey Felipe VI en el Congreso de los Diputados, donde no hubo elemento religioso alguno). No es buena noticia la de los políticos. Quienes critican a la monarquía se les debe recordar que es precisamente Felipe VI el más congruente con lo dispuesto en la Constitución. Como es habitual, los “bíblicos” me criticarán, pero en lo institucional, en una España democrática y aconfesional, ¿por qué se jura o promete ante la Biblia y el crucifijo? ¿Nadie quiere romper la costumbre por miedo a algo? ¿A qué tienen miedo? ¡Por Dios!, demos un paso hacia normalidad de una sociedad aconfesional. Jurar y prometer la Constitución es obligado y dejar constancia de ello también (pero debe perseguirse legalmente con más fuerza judicial el incumplimiento constitucional, cosa que no hay precedentes de ello y motivos ha habido y hay más que sobrados).
Jura civil
Dejemos los compromisos religiosos a la intimidad de cada político, no a la estética pública. A mí no me da más credibilidad que juren por Dios, por su madre o por el Rey. Por lo tanto, el protocolo al respecto debiera cambiarse y eliminar la opción de elegir si se pone o no la Biblia, el Corán o similar. Toca jura civil y punto. La tradición aquí debe aparcarse, porque contraviene las libertades religiosas de los ciudadanos. Me da igual un ministro católico que agnóstico. Lo que quiero es un ministro que cumpla con la ley y trabaje lealmente por los ciudadanos.
Inclinación ante el Rey
Ah!, por cierto… que los ministros deban inclinar la cabeza ante el Rey en esta ceremonia tampoco tiene sentido en una monarquía parlamentaria moderna, donde los miembros del Gobierno no se deben al Rey (aunque deban serle leales por su condición de Jefe de Estado), sino a la Constitución y al mandato de los ciudadanos. Entre otras cosas, porque el tradicional saludo de inclinación antes los Reye de España (tanto en hombres como en mujeres) ya no tiene sentido. Siglo XXI, por favor… Si en vez de Rey fuera presidente de República, ¿se haría lo mismo? Si la respuesta que das es negativa, por ser Jefe de Estado de una Monarquía parlamentaria en la que la soberanía reside en las Cortes Generales en representación del pueblo, menos.
En actos más sociales o menos institucionales de Palacio, no me importa que cada uno haga lo que considere, pero establecerlo indirectamente como “obligatorio” en el protocolo no tiene sentido. Debería decirse a los ministros (y resto de altos cargos y representantes políticos y ciudadanos en general) que no deben inclinarse por razones de protocolo o cortesía. Si lo quieren hacer que sea en actos n oficiales como el objeto de este artículo y porque personalmente lo quieran. No por exigencias protocolarias, que no las hay. Algunos vais a discrepar, pero pensar en el fondo de la cuestión, no en la forma o en lo que estamos acostumbrados. Miremos hacia adelante.