Por muchos es sabido que tengo un hijo con autismo que tiene 13 años y que se llama Ankor. También saben muchos que mi hijo no está ni mucho menos escondido en casa, que tiene una vida muy “normal” aquí en La Gomera y que he sido incansable en mi objetivo de darle todo aquello que le permita disfrutar de la vida al máximo. Pero lo que a lo mejor no saben muchos es que las mayores barreras que nos encontramos las familias con autismo son las barreras educativas, integradoras y sociales, lo que viene siendo los ámbitos que deberían permitir que las personas tengan un lugar real en la sociedad.
Hoy es el día mundial de la conciencia sobre el autismo y yo voy a aprovechar para hacer una reflexión sobre el papel de las personas con autismo en la sociedad en general y en La Gomera en particular, e intentar así poner mi granito de arena en esa conciencia que se pretende generar con la celebración de días como hoy.
En primer lugar, quiero decir que me encanta que no se hable de “el día del autismo” sino que se hable de conciencia, porque realmente los sectores sociales más desfavorecidos necesitan de días para darse a conocer y no de días de celebración. Un ejemplo de esto es el 8 de marzo, que parece que se está convirtiendo en un día de exaltación de la mujer y que es un día de conciencia igual que el de hoy. ¿O es que a alguien se le ocurriría felicitar a mi hijo por tener autismo? Yo creo que no. Es mejor tener conciencia de su condición y buscar fórmulas para hacerle ser más partícipe de la sociedad, ¿no les parece?
Cuando alguien me conoce por primera vez siempre surge la misma reflexión: eso del autismo… es que ellos están en su mundo, ¿no? La verdad es que nunca he entendido demasiado bien lo que la gente pretende con esa pregunta, pero siempre les contesto que no. Nuestra sociedad ve la discapacidad (sobre todo la intelectual) como algo raro, exclusivo, diferente… un mundo aparte que no puede ni debe mezclarse con el nuestro, pero esto es solo fruto de la falta de conciencia. ¿Quiénes están en su mundo? Las personas con la etiqueta de autismo o los que no tienen etiqueta que no quieren abrir su mundo para que estas personas entren en él a darnos lo que tengan que ofrecer…
Y con esta reflexión entramos en el tema político. ¿Tienen nuestros gobiernos conciencia sobre qué necesitan las personas con autismo? Me hace gracia ver publicaciones en las que se ven gobernantes sacándose fotos inaugurando centros específicos o vanagloriándose de aumentar las aulas enclave sin saber apenas lo que están haciendo y mostrando mucha falta de conciencia. ¿Por qué sé que tienen falta de conciencia? Porque las personas conscientes del autismo sabemos que las herramientas que aíslen y segreguen a estas personas del mundo, lo que harán será apartarlos de la sociedad y generar más inconsciencia de quiénes son.
La Gomera es una isla que podría ser un entorno lleno de ventajas para las personas con autismo si hubiera voluntad política (quizás es que hay falta de conciencia). Una isla pequeña donde casi todo el mundo se conoce, donde existen grandes extensiones de terrenos abandonados esperando ser explotados, donde los centros educativos no están masificados y el trato entre el alumnado de diferentes características es más cercano, donde las administraciones públicas, al no manejar grandiosos proyectos, pueden dar acceso a trabajadores con un rendimiento variable… este podría ser el marco de una integración real de las personas con discapacidad intelectual en general y con autismo en particular.
La falta de conciencia genera eso: pequeños y aislados mundos, como el pequeño mundo gomero aislado por sus características peculiares haciendo de esta isla una isla con autismo, alejada de la sociedad, a la que hay que fabricarle un aula enclave y un centro específico porque no paran de decir que como es diferente no puede rendir como las demás y con un constante victimismo, como cuando a las personas con autismo las llaman “angelitos”.
Algunas personas me llamarán exagerada por la comparación, pero yo sé lo que es tener autismo y sé lo que es querer que tu hijo crezca y consiga todo lo que le pida su corazón, y garantizo a todo el que me lee que no pararé en el intento de que viva en sociedad, y me parece que en eso me parezco bastante a cualquier madre con conciencia.
Finalizo diciendo que la conciencia se logra leyendo, acercándonos a las realidades, abriendo nuestros mundos y no escondiendo la cabeza y diciendo: “Yo a lo mío y que los demás se las entiendan”. Porque la toma de conciencia no depende sólo de que las personas con autismo salgan de su mundo, sino de que el mundo también se abra a ellas.