El actual primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ha sido propuesto este miércoles ante la Asamblea Nacional del Poder Popular para ocupar la Presidencia del país en sustitución de Raúl Castro, de 86 años, quien deja el cargo tras dos mandatos.
Díaz-Canel, de 57 años, encabeza la propuesta de la Comisión de Candidaturas Nacional (CCN) para la conformación del máximo órgano de gobierno del país, el Consejo de Estado, una candidatura que ahora será sometida a votación de la recién constituida Asamblea, aunque el resultado no se hará público hasta mañana jueves.
Los 605 diputados electos han tomado posesión del escaño este miércoles, constituyendo así el nuevo Parlamento, y ahora deben decidir quiénes serán los 31 integrantes del Consejo de Estado, incluido su presidente.
Por un límite legal establecido por Raúl Castro, Díaz-Canel podría gobernar un máximo de dos mandatos, diez años. Hasta 2021 se prevé que Castro permanezca como secretario general del partido y supervisando a su delfín.
Díaz-Canel nació el 20 de abril de 1960 en Placetas, procincia de Villa Clara, bisnieto de un asturiano de Castropol. Es ingeniero electrónico, se ha casado dos veces y tiene dos hijos de su primer matrimonio. A finales de los ochenta estuvo en la Unión de Jóvenes Comunistas. De 1994 a 2003 fue secretario del Partido Comunista en la provincia de Villa Clara, donde se ganó fama de dirigente abierto por su apoyo a un centro cultural donde se hacía travestismo y por su toque rockero —pelo largo y afición a los Beatles—. Ahí ya era uno de los cuadros provinciales cuidados por Raúl Castro con la vista puesta en un todavía distante relevo generacional.
En 2003, el general lo incorporó al buró político y fue enviado como secretario del partido a la provincia de Holguín. Castro no lo llamó a La Habana hasta 2009, cuando le dio el Ministerio de Educación. En 2012 lo hizo vicepresidente del Consejo de Ministros. En 2013, cuando formó su último gobierno, le añadió el cargo de vicepresidente del Consejo de Estado y dio un discurso en el que lo apuntó como sucesor, acreditando su pedigrí: «No es un advenedizo ni un improvisado».