La celebración del Día de la Tierra debería llevarnos a los seres humanos a tomar conciencia de que todos los días lo son, porque ya lo eran mucho antes de nuestra llegada y, previsiblemente, lo seguirán siendo tras nuestra desaparición como especie.
Pero de poco sirve una jornada en el calendario para rendir simbólico homenaje al Planeta que nos acoge, mientras lo agredimos y lo degradamos un día sí y otro también, sin reparar en que estamos poniendo en riesgo la viabilidad de nuestra permanencia sobre su superficie.
Tanto hemos manoseado el término sostenibilidad para justificar el uso y el abuso de los recursos naturales en aras del crecimiento, sin que ello haya servido para rever- tir la catastrófica deriva que nuestros patrones de vida han desencadenado, que empieza a no ser descabellada la opción de tener que sustituirlo por el de supervivencia, hasta el punto de dar por sentado que “somos la últimageneración que puede frenar los impactos del cambio climático”.
Los socialistas estamos convencidos de que no hay mejor demostración de compromiso con la Tierra que contribuir activamente a la preservación de las condiciones que hacen posible la vida aquí (la calidad del aire, el ciclo del agua, la conservación de su biodiversidad…), y que para ello es preciso dar pasos en esa dirección. De aquí nuestro decidido impulso a la transiciónecológica de la economía; eje central del cambio que proponemos para nuestro país.