Por Carlos Fuente.- La composición de la primera fila del palco de la final de la Copa del Rey de fútbol, celebrada ayer en el Wanda Metropolitano de Madrid, evidencia a todas luces un problema endémico que tenemos en nuestro país cuando se hace protocolo en actos no oficiales a las que acuden las autoridades y muy especialmente en el ámbito deportivo. A excepción de los presidentes de los clubes, el de la Gestora de la Federación Española de Fútbol (FEF) y del “pseudoanfitrión” (Presidente del Club que gestiona el estadio) cuya presencia era obligada. Estos, más o menos, estuvieron donde podría corresponderles, el resto de asistentes en esta fila no eran representantes como tal del mundo del deporte, aunque algunos tengan competencias en la gestión deporte, sino políticos con responsabilidades institucionales. Por ejemplo, ¿tiene sentido que haya tres ministros en la primera fila del palco? ¿Qué pinta –dicho con cariño- la Ministra de Defensa y el de Interior –aunque sea sevillano- en tan destacado puesto? Se han convertido los palcos un lugar para albergar a las autoridades en una competición oficial estrictamente deportiva? No tiene sentido. No digo con ello que haya que prescindir de las autoridades, no. Pero sí mantener, al menos, un cierto equilibrio. Por cierto, felicitaciones al Barcelona F.C. y sus aficionados por su contundente victoria frente al Sevilla (0-5). Lo más importante de todo era el partido…
Es criterio más o menos aceptado en la primera institución del deporte, Comité Olímpico Internacional –y su precedente se generó precisamente en los Juegos de Barcelona’92, que la primera fila de palco se compense el número de personas que representan al deporte (autoridades deportivas) y personalidades institucionales (políticos con cargo; aunque algunos de ellos tengan competencias en materia deportiva, no dejan de ser autoridades políticas). Y, además, que se repartan siguiendo este esquema: a la derecha de quien preside, en este caso el Rey, los representantes deportivos, y a la izquierda los institucionales. Un criterio éste que ha ido cambiando poco a poco hacia nuevas fórmulas, como en el caso de una competición en el que se enfrentan únicamente dos equipos (clubes, selecciones, etc.), donde parece más conveniente poner en lados diferenciados a los representantes de cada parte. Así se hizo ayer, y no nos parece desacertado, pero me ha generado cierta incomodidad la presencia de tanto político, unos justificados, y otros no tanto. Pero ver esa imagen sin apenas representación deportiva es triste. ¿Se pretendía arropar al Rey frente a lo que se esperaba al inicio del encuentro? Felipe VI no lo necesita. Es el Jefe del Estado.
Dio mucho que hablar en días pasados el protocolo del palco, y puedo asegurar que la negociación para cerrar el mismo no fue fácil. A lo ya de por sí complejo que es hacer este protocolo, se unieron otros factores poco habituales como la no presencia de autoridades habituales, en este caso al menos dos: el Presidente de la Generalitat de Catalunya (cargo aún sin elegir) y la Alcaldesa de Barcelona (tampoco el año pasado acudió por su recién maternidad). Tampoco lo hicieron las más altas autoridades de la Comunidad de Madrid (su presidenta) y del Ayuntamiento de Madrid (la Alcaldesa). Aunque en el fondo casi mejor que no estuvieran porque hubiera complicado aún más la situación.
Las autoridades de la primera fila
Según informa la Casa de Su Majestad el Rey, el Jefe del Estado estuvo acompañado de los siguientes: ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo; el presidente de la Comisión Gestora de la Real Federación Española de Futbol,Marcelino Maté; el presidente del Club Atlético de Madrid, Enrique Cerezo; la ministra de Defensa, Dolores de Cospedal; el ministro del Interior, Ignacio Zoido; secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Zurab Pololikashvili; la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz; el presidente del Consejo Superior de Deportes, José Ramón Lete; el delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Cataluña, Josep Enric Millo (que por cierto al final no fue); el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz; el alcalde de Sevilla, Juan Espadas; el presidente del Sevilla Fútbol Club José Castro; el presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep María Bartomeu; el consejero de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Fernández; el secretario general de Deportes de la Generalitat de Cataluña, Gerard Martí Figueras; el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.
Cuatro autoridades deportivas, frente a 11 políticos. ¿No es desproporcionado? Hay una evidente falta de sensibilidad al respecto. Analicemos. En primer lugar no es elegante ni prudente que a la derecha del Rey esté el Ministro, pues ese puesto debe reservarse (como se acostumbra en altas competiciones) al representante de la entidad organizadora, que era la Federación Española de Fútbol (aunque su presidente actual sea interino, es quien la más alta representación de la entidad (recordemos que la Federación está en fase electoral y carece de presidente como tal tras la forzada dimisión de José Luis Villar). Ese mínimo gesto hubiera reforzado visualmente la relevancia del acontecimiento en su vertiente estrictamente deportiva.
El Ministro debiera haberse situado a la izquierda del Rey, en calidad de Ministro de Jornada y máxima autoridad institucional del deporte. Por cierto, también considero un error que, en Madrid, este Ministro fuera el primero en recibir a Felipe VI a su llegada al estadio. Lo cortés es que antes lo hiciera el anfitrión, el Presidente interino de FEF, los presidentes de los clubes por la antigüedad de los mismos, y el Presidente del Atlético de Madrid, por ser su campo. Debiera haber sido un recibimiento estrictamente deportivo. Algunos rechinarán por esta afirmación, pero tenemos que acostumbrarnos a que el protocolo refleje fielmente lo que se celebra, porque de lo contrario estamos politizando lo no politizable (y lo mismo lo haría extensible a otros eventos no oficiales). Ya si acaso, en otra línea puede ser saludado por los ministros, presidentes, etc. En España estamos poco acostumbrados a esto, y muchos discreparán. Están en su derecho. Pero esta opinión personal no es gratuita, sino que basa en los criterios que señala la máxima institución mundial del deporte: COI.
Por ejemplo, en el palco de inauguración de los Juegos de Barcelona 92, presidido por el Rey y la Reina, a su derecha colocaron el Presidente del COI (y esposa) y a su lado el Presidente del Comité Organizador (y esposa), que aunque era el Alcalde de Barcelona se puso en ese puesto tan relevante por ser presidente del Comité. Y a la izquierda nada menos que el Presidente del Gobierno (y esposa) y el Presidente de la Generalitat de Catalunya, entonces Jordi Pujol (y esposa) que no aparecen en la foto pero que estuvieron a la izquierda de todos. No hubo nadie más en el palco principal. Fue entyonces un ejemplo del bien saber hacer, que hoy sigue siendo referencia. Ni incluso otros jefes de Estado relevantes que ocuparon un segundo palco, como se aprecia en esta imagen:
Palco de honor en la inauguración oficial de los Juegos Olímpicos de Verano de Barcelona’92.
Llegada del Rey. Recibe primero el Ministro de Educación, Cultura y Deporte, el Presidente de la Comisión Gestora de la Federación Española de fútbol (saludando en la foto) y Presidente del Atlético de Madrid, anfitrión del estadio.
¿Ministros de Interior y de Defensa?
La disposición de los otros dos ministros (nada menos que Interior –sevillista hasta la médula- y Defensa –que admite que es del Albacete-, como si estuviéramos en una guerra o en un acto de guerra) obligó a la extraña posición de la Ministra de Defensa junto al Presidente del Barcelona, lo que transmite la sensación de que ella representaba a Cataluña, y no ha sido así. Para salvar esa sensación no hubo más remedio que situar a su lado al Presidente del Atlético de Madrid, para romper esa sensación, adelantando quizá excesivamente al presidente madrileño.
Muy extraño también que el protocolo no se flexibilizara en razón a la singularidad que vive Cataluña, y en ausencia de su Presidente y Alcaldesa, personalmente hubiera optado por colocar al Secretario General de Deportes de la Generalitat de Cataluña (máxima autoridad deportiva estrictamente catalana en este momento). Pienso que hubiera sido un gesto elegante, aunque obviamente desde la barrera se opina fácil y supongo que por otras razones que se me escapan o a las que no he tenido acceso ha habido que retrasarle tanto su puesto (probablemente el que le correspondiera por sí mismo; pero aquí había una razón de sentido común y lógica que también son criterios a tener en cuenta).
Debería haberse velado por una mayor paridad entre representantes andaluces y catalanes, aunque hubiera obligado a retrasar a filas posteriores a algún representante andaluz y por supuesto (¿por qué no?), a los dos ministros citados. Algunos dirán que eso es culpa, por ejemplo, de la Alcaldesa de Barcelona por no acudió. Bueno su ausencia no ayudó a ese equilibrio, pero precisamente el protocolo está para, pese a todo, dar las respuestas acorde con lo que se está celebrando. El pasado año, en la final Barcelona-Alavés, por la Alcaldesa acudió el Teniente Alcalde y nadie dudó en darle el sitio que correspondía a su regidora.
Puede parecer duro, pero los políticos deben saber que en eventos de este tipo, para ocupar un puesto relevante en el palco debes tener relación con lo que se celebra, y personalmente a los ministros de Interior y Defensa los hubiera llevado a la segunda fila. ¿Parece duro? Hay que irse acostumbrando. Y, por cierto, es preferible quitar asientos que rellenar por rellenar. Es mi modesta opinión. Me gustaría que en el mundo deportivo, los políticos no sean los protagonistas, y que eso se refleje también en los palcos. Como no me gusta que se pite al Himno nacional, ni tampoco que se hubiera prescindido de él (algunos decían que por qué se tocaba y la respuesta es sencilla y no discutible: porque ese es el deseo de los organizadores y porque así ha sido al menos desde que tengo uso de razón). Además, en la Copa de España de Fútbol, que es como debiera llamarse este campeonato, y no del Rey (que sustituyó a la denominación anterior, Copa del Generalísimo), es bueno que el himno esté presente. Se da más sentido a lo que se está jugando (Copa de España). Tenemos este símbolo precisamente para hacer uso de él en situaciones solemnes e importantes en nuestro país (el himno no es sólo para las instituciones, es de todos). Algunas declaraciones hechas sobre que habría que sancionar, incluso, suspender o anular el partido, creo que no han ayudado precisamente. Es más, sospecho que han contribuido a la sonora pitada que se produjo, solo igualada al cántico oficial por los técnicos de sonido de televisión. Pero, allí, en el estadio sonó y vaya que si sonó la pitada…
Confiemos que los problemas en la FEF se solventan pronto y se decidan sus nuevos responsables por establecer procedimientos de protocolo para eventos de este tipo. Lo necesita, como todas las federaciones, para su día a día y para hacerse menos vulnerable frente a la presión de políticos. El máximo organismo del deporte en España, el Consejo Superior de Deportes, debería velar precisamente por ello.