Los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías traen nuevas oportunidades de negocio. El auge de las redes sociales y de internet han revolucionado muchas áreas de la economía, incluido naturalmente el turismo. Muchos viajeros eligen hoy el sitio al que van después de hacer una visita virtual a través de su ordenador y las reservas realizadas directamente por el turista ya alcanzan más de un cuarto de todas las que se realizan en las islas.
Una de esas transformaciones afectan a la vivienda vacacional. Es decir, a la posibilidad de que las familias propietarias de un apartamento obtengan rentas provenientes de su alquiler como alojamiento para turistas. Este nuevo fenómeno, que ya supone la puesta en el mercado de más de 31.000 viviendas en toda Canarias, necesita de regulación. Pero en todo caso supone una democratización de la riqueza que genera el turismo, porque permite el trasvase directo de rentas a las economías familiares de las islas.
Como ya hemos dicho en más de una ocasión, la realidad de cada una de las islas es diferente a las demás. Y especialmente, la realidad turística de las tres islas occidentales de nuestra provincia —La Palma, La Gomera y El Hierro— no es la misma que la de las restantes, donde la venta de servicios turísticos ha sufrido una verdadera explosión en las últimas décadas.
El desarrollo económico, como todo en la vida, tiene su cara y su cruz. Hoy se habla de la necesidad de crear economías sostenibles, que no sean depredadoras de la naturaleza y el medio ambiente. El crecimiento en determinadas zonas turísticas ha traído un crecimiento desbordante, con su auge económico, pero también problemas graves de masificación, destrucción paisajística y deterioro de la calidad de vida.
La Gomera no quiere crecer pagando ese precio. Ni lo quiere ni lo necesita. Nuestro modelo de crecimiento se basa en la sostenibilidad, en la moderación, en el cuidado del medio ambiente y la naturaleza. Hay que buscar la excelencia del equilibrio entre el crecimiento y el mantenimiento de la calidad de vida. Debemos luchar contra el envejecimiento de la población y la marcha de nuestros jóvenes en busca de un mercado de trabajo que no encuentran en su propia tierra. Pero tenemos que hacerlo desde la convicción de que debemos crear más riqueza para nosotros. Riqueza sí, pero no a costa de nuestro futuro. Riqueza sí, pero para que se quede en nuestra isla. No queremos ser la gallina de los huevos de oro de otros.
El borrador del decreto que ha elaborado el Gobierno de Canarias sobre el alquiler vacacional tiene un primer acierto: establecer un marco de excepciones para que sean los Cabildos y los propios ayuntamientos los que tomen decisiones sobre esta materia, en función de las necesidades y realidades de cada territorio, que son siempre distintas. Desde Agrupación Socialista Gomera siempre hemos demandado que cada una de las islas posee sus propias características y especificidades, al igual que ocurre con cada uno de los 88 municipios que conforman el Archipiélago, y el decreto viene a reconocer y adaptarse a esa realidad.
Nuestra posición es clara. Estamos porque las rentas que pueden generar los alquileres vacacionales puedan llegar a las familias canarias. Y estamos porque se pongan todas las medidas para que esa actividad no se transforme en una actividad empresarial, en manos de grandes grupos y plataformas, que cambie nuestro modelo turístico, eliminando empleo y deteriorando nuestra calidad como destino. Será el Gobierno de Canarias el que finalmente determine el marco legal, el que diga donde sí y donde no se permitirá el alquiler vacacional. Nuestro deseo es que todo lo que se haga marque nítidamente esa frontera entre lo que son rentas familiares y rentas empresariales. Porque una cosa es democratizar la riqueza que puede generar el turismo y otra muy distinta permitir que los grandes operadores encuentren un nicho de mercado donde pueden aumentar los beneficios a costa de disminuir salarios, inversiones e infraestructuras. Ese y no otro es el reto al que nos enfrentamos en Canarias.
En La Gomera, el alquiler vacacional tendrá su espacio porque es compatible con el modelo de turismo sostenible que queremos implantar. Pero habrá de ser un espacio regulado, compatible con el uso residencial y moderado a la medida de las necesidades de nuestra isla. A los empresarios hoteleros tenemos que reconocerle el valor estratégico de sus inversiones y su actividad y exigirles un empleo de calidad y con salarios dignos. Hay sitio para todos bajo el sol del turismo. Cada uno en su espacio y trabajando conjuntamente para que al final seamos los ciudadanos los que salgamos ganando. El alquiler vacacional no es una amenaza, es una oportunidad siempre que sepamos aprovecharla.