Como socialistas y habitantes de una isla que padece la doble insularidad, los hombres y mujeres de Agrupación Socialista Gomera hemos reclamado una manera distinta de hacer Canarias. Una manera más justa, más equitativa, en donde no existan unos ciudadanos de primera y otros de segunda. Ese ha sido nuestro caballo de batalla durante esta legislatura en la que hemos luchado para explicar una y otra vez las necesidades especiales de un territorio especial.
Pero lo que nos pasa a los ciudadanos de algunas islas en Canarias no es especial. Es una tendencia que, tristemente, se repite a cualquier escala. Lo que padecen las islas menos desarrolladas en Canarias lo sufren, con carácter general, las comunidades menos desarrolladas del país. Porque existe una tendencia a que los territorios con mayor riqueza quieran seguir concentrando más recursos.
Cuando se planteó la reforma electoral en Canarias, en la que se quiere dar más diputados a las islas capitalinas, dijimos dos cosas importantes. La primera, que nuestro deber no es hacer aún más cara la administración, poniendo más sueldos sobre las costillas de los ciudadanos que pagan de su bolsillo los costos de lo público. Y la segunda, que la manera de construir una sociedad más justa en nuestra región no pasa por seguir otorgando más poder a quien ya lo tiene.
La tendencia de los territorios más desarrollados es atraer más población, porque es allí, donde hay más oportunidades, donde se encuentran mejores servicios y trabajos. Las dos grandes capitales de Canarias han desarrollado un cinturón de barrios a su alrededor que crecieron al calor del desarrollo económico que produjeron los puertos, las sedes de las grandes empresas, las universidades y los centros de formación y las administraciones públicas. Canarios de todas las islas se fueron primero a estudiar a esas islas y después a buscarse un futuro laboral.
La mayor concentración de población trajo más necesidades: grandes hospitales, carreteras, polígonos industriales, viviendas… Y toda esa actividad, a su vez, atrajo más población. Para romper ese ciclo perverso que inclina desproporcionadamente la balanza en favor de unas zonas frente a otras más deprimidas es necesario que intervengan los poderes públicos. Si no se hace un esfuerzo para invertir y promover el desarrollo en lugares donde no lo hay, la brecha entre unos ciudadanos y otros irá aumentando inexorablemente. La igualdad y la equidad sólo se consigue discriminando a favor de los más débiles. Eso no sólo es socialismo, es sentido común.
Creo que el presidente del nuevo Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho bien en poner pausa en la discusión de un nuevo modelo de financiación de las Comunidades Autónomas en España. Ha tomado una decisión realista, coherente con el momento político que vive nuestro país y donde es casi imposible obtener acuerdos que planteen un consenso mayoritario. Y para el nuevo sistema de financiación de España, ese consenso es imprescindible.
Ciertamente, a Canarias le habría convenido avanzar en los acuerdos ya alcanzados, en los que se incluían avances importantes, como el reconocimiento de nuestra condición de región ultraperiférica. Y es también muy cierto que cuando antes se cambie el actual sistema, que tanto daño y maltrato ha causado a Canarias, mucho mejor. Pero vivimos en un Estado del que somos una parte importante y precisamente por sentido de Estado hay que apostar por la responsabilidad y por dar un voto de confianza a quienes deben conseguir un marco de relaciones en el que todos nos sintamos entendidos y atendidos.
Hace falta mucho diálogo. Y en Agrupación Socialista Gomera tenemos la esperanza de que ese diálogo se construya sobre la necesidad de mantener la solidaridad y el trasvase de recursos entre las comunidades más ricas y las más necesitadas. Para conseguir ese amplio acuerdo es necesario el tiempo. La saben bien quienes gobernaron nuestro país hasta hace bien poco —que tampoco pudieron negociar un nuevo sistema— y lo sabe cualquiera que analice la compleja situación política actual. Es el momento de actuar con responsabilidad y con generosidad.
Es cierto que existen amenazas. Tensiones producidas por quienes quieren inclinar la balanza de los recursos económicos de todos hacia sus propios intereses o territorios (también ocurre en Canarias, por cierto). Pero tenemos confianza en que un Gobierno socialista sabrá construir cualquier nuevo acuerdo de financiación en los principios de una solidaridad interterritorial que nos permita a todos avanzar en una senda de progreso. Sobre esa confianza edificamos hoy nuestra paciencia que es estratégica, limitada y vigilante. Demos tiempo porque hacer las cosas bien, cuesta.