«Creemos que los homenajes llegan siempre tarde, pues suelen celebrarse cuando éste(a) duerme con la soledad. Sin embargo, en raras ocasiones ocurre que estas ceremonias se desarrollan cuando es deber, esto es, cuando se está a tiempo de disfrutarlo. Al hilo de esto nos encontramos con que esta tarde se reconocerá la labor a favor del folklore de La Gomera de Lidia (Lilí) Ascanio, que roza la centuria, y a estas alturas no sabemos acertar si llamar a Lilí maestra o salvadora. Un tiempo que ha dado para haber recogido importantes premios; pero no (sólo) por eso se reconoce a Lilí. La causa vive su forma de ser: en su genio, su bravura y su manera de entender que venidos a este mundo por el tiempo que nos toque lo mejor será vivirlo bailando.
En nuestro folklore respeto y admiración van a partes iguales. El magisterio del Baile del Tambor se acunó con el tarareo de un grupo de niñas ávidas de cultivarse que trajeron a San Sebastián lo que habían aprendido de unos vecinos mayores que, posiblemente, lo habrían aprendido de otros vecinos mayores a ellos. Es el procedimiento por el que se respetan las tradiciones. Quienes hemos participado en ellas podemos únicamente imaginar cuánta dedicación debió suponer para esas niñas haber rescatado de su casi desaparición lo que se venía bailando y recitando desde hacía tanto. Han sido fuente limpia de la que más tarde florecieron nuevas agrupaciones. Además, lo que es de admirar es lo que también sabemos los que sabemos: que lo hicieron lejos de los aplausos.
Estos llegaron después. Con Lilí el folklore de La Gomera vivió años maravillosos: Segundo Premio Nacional en Danza Antigua, la Medalla al Mérito Turístico, grabación de un primer trabajo en disco que reunía el mayor patrimonio musical sobre las danzas y los romances más característicos. Porque Lilí es también, por biografía, historia viva de los últimos sesenta años de nuestro folklore.
Quizá por todo esto la gente que aprecia las heroicidades de nuestra cultura se dará cita esta tarde. Para aplaudir a quien divulgó nuestra identidad; para reconocer los méritos de una mujer bandera con legado imperecedero y para convencernos de que será mejor que el fin del mundo nos pille bailando.»