os últimos retazos de bosques subtropicales africanos y canarios se enfrentarán a un grave peligro de colapso y extinción a causa de la acción humana y el cambio climático, según un estudio del Real Jardín Botánico de Madrid y el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo.
Las húmedas laurisilvas canarias junto a los bosques afromontanos se consideran puntos calientes de biodiversidad, santuarios que albergan especies irremplazables en el árbol de la vida, destacan los investigadores.
Estos bosques representan los últimos retazos de bosques subtropicales que han conseguido sobrevivir en todo el continente africano, los cuales han sufrido una larga historia de extinción a causa de los cambios climáticos y actividades humanas como la tala y quema indiscriminada y el pastoreo.
Con el objetivo de estudiar las dinámicas demográficas de estos bosques, los investigadores eligieron como modelo especies ampliamente distribuidas en estos hábitats y aparentemente no amenazadas.
Para ello utilizaron especies del género Canarina, plantas conocidas por ser la «flor nacional» de Canarias y también presentes en el este de África, desde Etiopía hasta Malawi.
Estas especies se consideran fósiles vivientes, «los últimos supervivientes de sus linajes, representantes de una biodiversidad única y evolutivamente antigua».
Tras un muestreo intensivo de las poblaciones de la especie, los investigadores utilizaron herramientas moleculares que mostraron un alarmante declive en la diversidad genética de todas las poblaciones estudiadas.
Además, realizaron modelos de investigación demográfica que revelaron un retroceso poblacional desde la última glaciación hasta la actualidad.
Estos resultados publicados en la revista Annals of Botany, no solo mostraron un alarmante retroceso en estos hábitats, algo bien conocido dada su historia de destrucción, también revelaron que organismos ampliamente distribuidos se encuentran altamente amenazados.
Según el estudio, en el que han colaborado investigadores franceses y suizos, existe un tiempo de retraso desde la reducción de un hábitat hasta su colapso y desaparición.
«Este efecto conocido como deuda de extinción no es obvio a corto plazo, si no que se manifiesta con el tiempo», explica Mario Mairal, actualmente investigador de la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica) y líder del estudio.
De esta manera, los investigadores revelaron una alarmante deuda de extinción tanto en las selvas macaronésicas canarias como en los bosques afromontanos.
«La espiral de extinción a la que se enfrentan estos organismos demanda medidas urgentes de conservación, necesarias para preservar los últimos retazos de estos bosques que quedan en todo el mundo», según Mairal.